24 junio 2009

Ángeles de la guarda

Santiago González


La levedad conceptual del secretario de Estado de Interior ha explicado el misterioso asunto de la escolta de Rajoy con una frase ininteligible: “La seguridad se ha garantizado en todos sus desplazamientos”. ¿Qué habrá querido decir? Porque los hechos son que sus dos últimos viajes, a Varsovia y Bruselas, los ha hecho ya sin escolta. Una explicación posible: los escoltas son los ángeles de la guarda de los laicos. Por eso hay que reservarlos para los republicanos. El jefe de la oposición, que lleve una estampita de los Ángeles Custodios, patronos del Cuerpo Nacional de Policía. Dios conoce a los suyos y ya se encargará de que le acompañen y le den protección en tierra de gentiles.

Invocamos la seguridad para justificar nuestros dispendios, y la austeridad para escatimar la seguridad de nuestros adversarios. En todo gobernante hay una voluntad de ser como el PNV de los últimos 30 años: disfrutar del Gobierno, mientras llevan escolta los políticos de la oposición. La cosa es mejor aún si las circunstancias permiten quitársela, porque así se engallan menos, no van tan jacarandosos por la calle. Durante la tregua 1998-1999, el viceconsejero de Interior del Gobierno vasco, José Miguel Martiarena, ordenó retirar la escolta a los dirigentes del PP. La consiguiente protesta de los populares fue acogida por Arzalluz con desdén, acusándoles de victimistas: “es una actitud poco varonil y, para mí, muy poco política”, decía con sus escoltas a pocos metros.

Puede que la escolta no sea una cuestión de seguridad, sino un atributo externo del mando, un signo de poderío.” ¡Ené, con escolta, qué importante!”, dijo la interventora del PNV en un colegio de Rentería a un concejal de la oposición que fue a votar acompañado. ¿Por qué le vamos a poner escolta a Rajoy, para que vaya marcando paquete por Europa? El ministro de Fomento preguntó retóricamente al PP en un mitin si le parecen muchos o pocos los 51 agentes, 51 sueldos, que nos cuesta la seguridad de Aznar. ¿De dónde saca pa’ tanto como destaca? Es necesario recordar aquí que ETA no ha atentado contra ningún presidente del Gobierno en democracia; sí contra un jefe de la oposición. Precisamente contra José Mª Aznar, el 19 de abril de 1995. Debió de ser muy poca cosa, porque el presidente del Gobierno no se creyó obligado a telefonearlo.

Hay un problema adicional en esto: ¿Quién le dio a Blanco datos sobre la seguridad de Aznar? En un país serio, una información así no sale de los labios del ministro del Interior. ¿De qué hablan estos en los Consejos de Ministros y Ministras?

Un juez italiano ha dicho que Berlusconi puede usar el avión oficial cuando quiera y para lo que quiera. Basta con que él vaya dentro. Hace falta que nos aclaremos aquí y sepamos por qué la seguridad de Rajoy está garantizada en vuelos de línea regular sin escolta, cuando va a reuniones con los jefes del PPE y la de otros no, si esto es asunto menos público que el del presidente yendo a un mitin partidista o de compras a Harrod’s con su familia. O el del director del CNI cuando se llevaba a cinco agentes para que lo protegieran de los afamados peces-vela senegaleses. Por qué Rajoy no y Zapatero sí.

22 junio 2009

El tambor de Sastre

Santiago González

Alfonso Sastre es, amén de dramaturgo, escribidor de periódicos. En 1980 escribió en El País un largo artículo seriado, “Ni humanismo ni terror”, en cuyo título quedaba definido un campo moral entre los extremos rechados para la virtuosa violencia revolucionaria. La serie provocó respuesta de intelectuales como Francisco Ayala y José Ramón Recalde. El problema metodológico de Sastre, venía a escribir Recalde, es que una vez aceptadas las afirmaciones que propone como verdades axiomáticas, “las consecuencias son inevitables”.

Tenía más razón de lo que suponía. Las consecuencias iban más allá de las conclusiones que el propio Sastre extraía en sus artículos. En 1987 escribió una requisitoria contra el periodista Luis del Olmo, contra el que, años más tarde, el monopolio de la violencia revolucionaria en Euskadi atentó hasta en siete ocasiones. La misma ETA atentó el 14 de septiembre de 2000 contra Recalde, que pudo salvar la vida con un tiro en la mandíbula.

Ayer publicó otro artículo en ‘Gara’. El asesinato de Puelles, las imágenes del coche ardiendo con su cuerpo dentro, abriendo los informativos de TV eran tratadas como una metáfora del ‘conflicto’. El resto se apoyaba en la siguiente frase, extraída de El Correo: «Iturgaiz cree que Iniciativa ha dejado con el culo al aire al Constitucional y pide fumigar a los acólitos de la banda». Ha dicho ‘fumigar’ y Sastre interpreta literalmente que añora las cámaras de gas de los campos nazis. En buena lógica, tendría que haber dedicado un par de párrafos a negar que él o alguien de su lista hayan bajado los gayumbos o las bragas a los miembros y miembras del Tribunal Constitucional.

No se podrá saber si los atentados contra Recalde y Del Olmo guardan relación con sus artículos, ni si ETA habrá tomado alguna decisión sobre Iturgaiz desde ayer mismo. Es probable que no. La única característica que comparten los tres citados es pertenecer a la sociedad que no se calla ante los amigos de Sastre y esa es causa suficiente para figurar en sus listas. La función de sus escritos es, en todo caso, producir el ruido desagradable de los tambores destensados que acompañaban al reo hasta el cadalso –cajas destempladas-en algunas ejecuciones.

Familiares de Puelles y autoridades se congregaron el sábado en Arrigorriaga, bajo la mancha rectangular que en el encalado de la pared ha dejado una placa en la que decía ‘Argala Enparantza’. Todavía figura con ese nombre en la web del Consistorio y en el Callejero municipal.

Argala era amigo de Sastre y de su esposa, Eva Forest. Ella le había buscado cobijo en 1973, cuando el comando Txikia preparaba el asesinato de Carrero Blanco. Forest fue la publicista del magnicidio con el seudónimo de Julen Aguirre. Su casa volvió a ser base logística de ETA para el atentado que el viernes, 13 de septiembre de 1974 costó la vida a 12 personas en la cafetería Rolando, una docena de metáforas de golpe. Para completar el retrato del matrimonio Sastre-Forest hay que leer dos libros de la feminista Lidia Falcón, testigo privilegiada de aquella lamentable historia: ‘Es largo esperar callado’ y ‘Viernes y 13 en la calle del Correo’.



20 junio 2009

Palabras de lehendakari

Santiago González

Habían pasado 198 días desde el penúltimo asesinato terrorista, el que se cobró la vida de Ignacio Uría en Azpeitia, cuando ETA ha vuelto a lo que suele, . La primera víctima de 2009 se llamaba Eduardo Puelles García, tenía 49 años, era inspector de Policía y deja viuda y dos hijos.

La capilla ardiente se instaló en la Subdelegación del Gobierno en Bilbao. Fue una acertada decisión. El Ayuntamiento de Arrigorriaga se encuentra en el número 2 de la Argala Enparantza, así llamada en homenaje a un terrorista autóctono, José Miguel Beñaran Ordeñana, ‘Argala’, asesinado él mismo por terroristas del BVE el 21 de diciembre de 1978, cinco años y un día después de que un comando etarra del que formaba parte asesinara al entonces presidente del Gobierno, almirante Carrero Blanco.

Arrigorriaga, el pueblo en el que nació, y en el que ha sido asesinado Eduardo Puelles, es una villa con mucha carga simbólica para el nacionalismo vasco. Poco antes de fundar el Euskeldun Batzokija, el primitivo PNV, Sabino Arana publicó ‘Bizkaya por su independencia’, alternativamente titulada ‘Cuatro glorias patrias’. Eran éstas cuatro batallas libradas por los primitivos vascos contra los invasores leoneses y castellanos. La primera de ellas es un mito recogido en el siglo XV por Lope García de Salazar, que retoma Arana a finales del XIX: la batalla de Padura, rebautizada como Arrigorriaga, por las piedras enrojecidas por la sangre de los enemigos. (Arri, piedra; gorri, roja).

El hecho, sin duda cierto, de que ETA está más debilitada que nunca es irrelevante en estos momentos. No es capaz de explicar la iniquidad que han perpetrado contra Eduardo Puelles, ni cabe relativización alguna. Los terroristas se han revelado insoportablemente fuertes en el momento de asesinar a este servidor público. Así se lo parece sin duda a su viuda y sus hijos, a sus compañeros y a todos los demócratas cuyas libertades defendía.

Por eso, cabe destacar las palabras pronunciadas ayer por el lehendakari, llenas de convicción, determinación y compromiso. Son éstas:

"Los terroristas han acabado con la vida de un trabajador de este pueblo, cuyo único delito ha sido garantizar la seguridad y la libertad de los vascos y velar por el cumplimiento de la ley y del Estado de Derecho. Eduardo Antonio Puelles, como todas las víctimas del terrorismo, era uno de los nuestros, un defensor de Euskadi y de los vascos (…) Vamos a acabar con ellos, aplicando toda la fuerza del Estado de Derecho, de la ley, para no dar ni un minuto de respiro a los violentos (…) Ellos nos han enseñado el camino del dolor. Nosotros les vamos a enseñar el camino de la cárcel".

Nunca se había expresado antes así ningún otro lehendakari. Es el comentario más exacto, justo y piadoso de cuantos se hicieron ayer. No hay prueba alguna de que hubiera una batalla de Arrigorriaga a finales del siglo IX. Desgraciadamente sí la tenemos de que ayer se derramó la sangre de una víctima en el término municipal de Arrigorriaga, un poco más roja de sangre desde hace 24 horas. Este hecho indudable, en relación con la leyenda incierta, vuelve a actualizar uno de los célebres ‘Epitaphs of the War 1914-1918’, de Rudyard Kipling, adaptado a esta tragedia nuestra por Jon Juaristi: “¿Te preguntas, viajero, por qué hemos muerto jóvenes,/ y por qué hemos matado tan estúpidamente?/ Nuestros padres mintieron: eso es todo.”


19 junio 2009




Zp, función discreta

Santiago González

Uno de los problemas epistemológicos de Zapatero es de origen matemático. Él no concibe la vida como una función continua, sino discreta, no como una línea, sino como una serie de puntos o impactos en el ánimo de los electores. El paro son los puntos con que la Encuesta de Población Activa representa cada mes el número de desempleados. Asumido el impacto de los cuatro millones, los datos de la próxima EPA serán negativos si el número de nuevos parados es mayor que en meses anteriores. Si es menor será una desaceleración, un punto de inflexión que abonará un discreto optimismo gubernamental.

Si el número total de parados disminuye, se interpretará el dato en sí mismo, sin relacionarlo con el comportamiento estacional de la variable o con su carácter efímero. Veo brotes verdes, dijo Salgado tres semanas antes de las elecciones. Una vez pasado el impacto (y los comicios) ya se puede hablar de la función continua. Decreceremos el 3,6% del PIB este año y aun en 2010 tendremos crecimiento negativo. Tendremos un déficit del 10% y llegaremos a 2012 con cuatro millones de parados.

Una perspectiva como ésta no le parece pavorosa al presidente del Gobierno. Hasta 2012 quedan 30 impactos de la EPA. Si el número de parados no aumenta, quiere decir que “lo más duro de la crisis ha pasado ya”. Hasta 2012 no vamos a tener un crecimiento superior a ese 2% que es el umbral de creación de empleo en la ineficiente economía española, si las previsiones del Gobierno no fallan, que hasta ahora lo han hecho todas.

No habrá más oleadas de la EPA que nos abrumen con 200.000 nuevos parados. Hemos tocado fondo y esa es una noticia que no justifica todavía la sonrisa institucional. Felipe González, que piensa en función continua y se sincera más fuera del mitin, advierte de que podemos reptar por el suelo durante los próximos diez años.

Se equivoca el presidente al creer que ha descontado ya a esos cuatro millones de parados. Cada uno será un problema mayor durante los próximos tres años. Esa contabilidad que amortiza con tanta rapidez los datos negativos recuerda uno de sus argumentos preferidos en lo que a él le pareció un proceso de paz: llevamos dos años y medio, tres, tres años y medio sin muertos. Pilar Ruiz Albizu, la madre de los Pagaza, le explicó cómo llevan las víctimas su contabilidad, la función continua de la sangre: “para muchos de nosotros son tres, o cinco, o diez, o veinte años con «muertos (…) para mí hoy son 1340 días sin mi hijo.”

Es, ya digo, un problema epistemológico. El presidente da una pista sobre el mismo en la increíble biografía que le escribió Suso de Toro, un libro imprescindible para acercarse a la ontología presidencial. Le abrió los ojos un pastor que se encontró a orillas del río Cueño: «me dijo: “Soy pastor, no he podido estudiar, pero se acordará de una cosa que le voy a decir (…) Las cosas que se aprenden sin estudiar no se olvidan”. Lo he repetido muchas veces».

Que un sencillo pastor tome por conocimiento las habilidades psicomotrices básicas: alimentarse, caminar, andar en bici, nadar o copular, tiene un pasar. Que lo haga el presidente del Gobierno es un problema.


17 junio 2009

El curricán nacional

Santiago González

Desengañémonos. España puede acreditarse por el nivel de sus deportistas, ahora que Pau Gasol ha sumado su éxito a los de Nadal, Alonso, las selecciones de baloncesto y fútbol y tantos otros que desmienten el infundio sobre la mala gestión de Zapatero. Se autonombra ministro de Deportes y, como diría él mismo, plaf, Gasol se hace con el anillo de la NBA.

El mundo de los detectives privados y los espías, sin embargo, nunca se nos ha mostrado propicio. Los primeros eran minusvalorados hasta hace bien poco por los policías de verdad, que les llamaban ‘huelebraguetas’, porque el objeto de su negocio era mayormente el rastreo de cuernos y olfateo de alcobas para trotes esporádicos. ¿Qué decir de los espías y agentes secretos? Entre la historia, el cine y la leyenda, ahí están Mata Hari, James Bond y los espías que los soviéticos reclutaban entre la flor y nata de Cambridge: Guy Burgess, Anthony Blunt y, por encima de todos, Kim Philby. No es extraño que profesionales tan acreditados inspirasen a John Le Carré el extraordinario personaje de George Smiley.

Nuestros espías en la ficción eran de tebeo, dicho sea en sentido estricto: Anacleto y Mortadelo. Ya me dirán ustedes. Ayer contaba este periódico que el director del Centro Nacional de Inteligencia se fue a pescar a Senegal con varios agentes de la casa y se enseñaban las fotos. No era una fiesta de Berlusconi, quede claro: ni una teta, ni un pene erecto. Ni siquiera se habían tomado la molestia de pixelar el marlín, aunque sí de alterar la foto. La cabeza de Alberto Sáiz había sido sustituida en la foto por la de un sargento de la guardia civil que tenía a su izquierda. En la foto quedaron dos tipos idénticos, con la mirada en un ángulo igual respecto a la cámara, una cosa a medio camino entre ‘Los gemelos se van al marlin’ y la armonía de la natación sincronizada.

El espectáculo queda bonito, pero da un poco de cante. A Saiz le ha pasado con el curricán lo mismo que a Garzón y Bermejo con la escopeta. Es verdad que hay una inclinación al exhibicionismo que es natural en el pescador. El hábito corporativo de exagerar sus hazañas y el tamaño de las piezas les lleva a combatir el escepticismo de la audiencia mediante pruebas fotográficas. Esto es bastante inadecuado para la profesión de espía que presupone la búsqueda de la alteridad, esa vocación de convertirse en otro. Es que un espía en activo haciéndose fotos es como una afgana en un posado sin quitarse el burka. Queda raro.

De ahí que nuestro M haya preferido posar con la cabeza de un guardia, además del cuerpo del pez-espada. Se le comparará con Franco si fundamento alguno. El dictador iba al atún. Lo de Saiz es una afición más hemingwayana y más estética. Uno nunca ha visto un atún disecado adornando las paredes de ningún club náutico o sociedad de pescadores.

Parece que también ha buscado algunas sinergias en una reforma de su casa. Unas obras en casa y una cacería de gorra cortaron la carrera de Bermejo, al igual que unos trajes tienen la de Camps en entredicho. Es de suponer que Saiz no tendrá problemas de facturas, pero la chapuza de esa foto no es un buen presagio.

15 junio 2009

Juez, cocinero y autor

Santiago González

A Garzón se le han amontonado los problemas en el trayecto entre el Supremo y el CGPJ. Es razonable que el Gobierno trate de buscarle una salida honrosa, como la de juez de enlace con la justicia de algún país, aunque es lógico que una oferta así se le quede estrecha al magistrado que más se ha trabajado la justicia universal en España. Ni el socialismo ni la justicia han funcionado adecuadamente en un solo país.

Buscar algo a la medida de las capacidades de Garzón es un acto de justicia, visto que en el campo estricto de la instrucción le pasa como a Anna Kournikova, una tenista guapa, modelo de éxito y con mucho tirón mediático, pero que no ha ganado nunca un torneo de cierta importancia. Es, también, un acto de prudencia, habida cuenta de los precedentes del caso GAL y su maña para tirar de cabos sueltos y despertar sumarios dormidos con el canto del faisán.

Más que por su vida social, los jueces deberían ser conocidos por sus autos, al igual que los cocineros por sus guisos. La vida moderna, sin embargo, es un ir y venir y un ajetreo. Antes, los cocineros estaban en sus fogones y los jueces en sus despachos, los primeros cocinando y los segundos escribiendo sentencias. El advenimiento de la nueva cocina hizo de los chefs unos relaciones públicas. En vez de guisar, paseaban por el comedor intercambiando parabienes y opiniones con los clientes. La perfección del asunto llegó cuando el cocinero se hizo autor y pasaba la semana impartiendo masters, dando conferencias y grabando programas y entrevistas para la televisión.
Algo parecido a la vida profesional del juez Baltasar Garzón, el juez cocinero que más veces se ha ausentado de su puesto en los fogones de la Audiencia Nacional.
Es tan buen relaciones públicas que desamores con el felipismo no han sido obstáculo para llevarse magníficmente con el nuevo presidente, tras la vuelta del PSOE a la tarea de Gobierno. Él fue testigo de la primera ocasión en la que Zapatero insinuó que iba a hacer tabla rasa de la política antiterrorista que había heredado de Aznar. Ambos participaban juntos en la clausura de un curso de verano en El Escorial: ‘La lucha contra el terrorismo y sus límites’. Era el 16 de julio de 2004, viernes, y el líder socialista anunció una ‘agenda progresista’ en la lucha contra ETA en particular. Sin Garzón a favor de obra, Zapatero no habría podido arrancar su ‘proceso de paz’, un fiasco que se habría ahorrado, por otra parte.

Cuenta el juez que buena parte de sus problemas se deben al caso Gürtel y a la enemistad que despierta entre los jueces de ideología conservadora. No es del todo cierto. La opinión negativa sobre muchas de sus actuaciones es bastante compartida en la carrera por izquierdas y derechas, pero aún si fuera así, su aventura equinoccial es la prueba del nueve de que tenían bastante razón los que sostenían que el paso de la carrera judicial a la política, esa gabardina de entretiempo, no debería ser reversible.

10 junio 2009

El peso de la responsabilidad

Santiago González

"Siempre que hay elecciones siento responsabilidad y claro que me juego algo. Me siento responsable y sé que los factores de la política interna cuentan", había dicho Zapatero el último día de la campaña. Podría interpretarse que no ha cumplido su palabra, ni ha asumido responsabilidad alguna a juzgar por su falta de explicaciones desde la noche de autos.

Sería un juicio precipitado. Sus palabras están hechas de materia elástica y moldeable como la plastilina de los niños. Esto explica su ingeniosa réplica al inmortal Cebrián en la sede de la Real Academia en noviembre de 2007: “prefiero jugar con las palabras a golpear con ellas”. Zapatero ha mantenido una coherencia ejemplar en el asunto desde que en junio de 2005 estableció que “las palabras han de estar al servicio de la política y no la política al servicio de las palabras”.

Por eso sorprende el silencio, su negativa a valorar qué ‘factores de la política interna’ le han llevado a perder dos comicios en tres meses. Podría salir del paso diciendo: “claro que me he jugado algo en estas elecciones: la amistad de Juan Fernando. Y la he perdido”.

Es cuestión de carácter. Nada soporta tan mal el líder como el desamor de su pueblo. Eso le llevó el domingo a salir de Ferraz por el garaje, con la cabeza gacha y protegido por los cristales tintados del coche. No era la primera vez. Recuerden cuando los féretros de soldados españoles muertos en lo que llamamos ‘misiones de paz’, que son las misiones de guerra cuando las hacemos los buenos, eran traídos de madrugada, quizá para eludir las protestas del populacho. Cuando en julio de 2005, volvió del interpuesto viaje a China y visitó el incendio de Guadalajara, realizó un encuentro sólo con los alcaldes socialistas de la zona. Sin público. Algo parecido ocurrió un año más tarde, en los incendios de Galicia: fue a “asumir responsabilidades”, sobrevoló la zona del desastre, tomó tierra (quemada) en Pontecaldelas, donde se encontró ante las cámaras con el entonces presidente Touriño, dio una rueda de prensa en el aeropuerto de Lavacolla y volvió a sus vacaciones en La Mareta. Cinco días tardó en visitar la T-4 desde el atentado, y lo hizo acompañado por el candidato de su partido a la Alcaldía de Madrid, a los efectos un particular.

Ha vuelto a pasar. Su error es que el silencio y la foto del coche aumentan el efecto del fracaso, al contrario del júbilo emergente en las fotos y declaraciones del principal partido de la oposición. Esto no le garantiza a Rajoy la victoria en 2012, pero la hace menos inverosímil que hace tres meses. Y tiene razón para estar contento. Nunca había alcanzado su partido un porcentaje tan alto de votos en unas europeas. Con Aznar, en el 94, sacó 2,13 puntos menos. Ésta es la primera vez que el PP supera en votos y porcentaje a la suma del PSOE e Izquierda Unida-ICV. Por dos centésimas, pero nunca había pasado antes.

Por eso llama la atención que una parte del PP sufra el síndrome de Polly, personaje secundario de ‘Manhattan’: después de haber terminado el psicoanálisis, “yo, bueno, tuve finalmente mi primer orgasmo, pero mi médico me dijo que no era el adecuado”.

05 junio 2009




Laicos sacramentos

Santiago González

Con los datos del Instituto Nacional de Estadística en la mano, era infundado el temor de los obispos a que la familia desaparezca. Es verdad que el número de matrimonios ha decrecido en el último años en un 4,15%, y que dentro del cómputo global, los matrimonios homosexuales han aumentado en un 10,29%. Han disminuido en número y ha aumentado la proporción de enlaces infructuosos a efectos demográficos. Sin embargo, ha aumentado la productividad: los hombres ha puesto más a parir a sus mujeres en 2008 que en 2007, dicho sea en sentido estricto, no como metáfora de maltrato: de 1,40 hijos por mujer en 2007, hemos pasado a 1,46 en 2008.

Si la Iglesia estuviera a la altura de su tradición histórica y su legendaria capacidad de adaptación, abriría el sacramento a las parejas homosexuales. Hay crisis de vocaciones matrimoniales, como vuelven a demostrar las cifras. No es lógico que al único colectivo con querencia casadera, se le deniegue so pretexto de que no tiene el género adecuado.

Hay más señales. Alfonso Guerra, un suponer, nunca había hecho proselitismo del matrimonio en un mitin, hasta el otro día, en que sugirió esquinadamente a Camps y ‘El Bigotes’: “Hijos míos, que hemos aprobado la ley de matrimonios…”. La homofobia del presidente de la Comisión Constitucional del Congreso era uno de sus filtros al elaborar las listas electorales, cuando era el Pepe Blanco de su época. Su afición a los chistes de ‘mariquitas’ era generalmente celebrada en su entorno, hasta fechas bastante recientes. El 31 de agosto de 2003, durante su intervención en el mitin de Rodiezmo, dijo: “Rajoy es un mariposón”, e hizo un silencio estratégico para que toda la campa estallara en risotadas. Entre quienes celebraron el chiste de Guerra a carcajadas estaba el secretario general del partido, que un año más tarde, reñía solemne al mismo jefe de la oposición: “mire a los ojos a sus vecinos homosexuales y dígales que les niega los mismos derechos que tienen los demás”.

Si un homófobo tan acabado como Guerra, ha acabado claudicando, ¿porque no aprovecha la Iglesia para aumentar su clientela, abriendo sus templos a los sacramentos laicos? Ellos tienen el marco incomparable y la liturgia: alfombras, cirios, ropones, músicas apropiadas y la epístola de San Pablo. No se puede comparar todo eso con unos versos de Benedetti o los sonetos del amor oscuro para dar realce al tema. Los laicos quieren liturgia sacramental, esa es su victoria. Leo que se pone en boga el bautizo laico, que en Madrid oficia Zerolo, al igual que el gran Benigno Bascaran oficiaba en Eibar los entierros laicos. Habría que seguir con la primera comunión laica, para terminar con la extremaunción, una visita de los amigos del agonizante con algún presente para pagarle el billete en la barca de Caronte, al estilo de la última visita que Oscar Wilde recibió en su buhardilla de París, recordada el otro día por el maestro Alcántara. Un admirador le llevó una botella de champaña y fue el enfermo el que entonó la última oración, copa en mano: “muero como he vivido, por encima de mis posibilidades”.


03 junio 2009

Los gritos y los huevos

Santiago González

Es hora de que el gran Manolo Chaves deje de sentir en el cerviguillo el aliento de este periódico. A cada cual lo suyo: a mí, que no soy Chaves, también me parecería deleznable que se usara el caso Matsa para “trasladar a la opinión pública que la Junta de Andalucía ha entregado una subvención a la hija del presidente, a la hija de Manuel Chaves o a la empresa de Manuel Chaves, lo cual, evidentemente, es incierto”, por decirlo con sus propias palabras.

Algún día habrá que preguntarse por qué tantos socialistas con mando han copiado a Ibarretxe el palabro “trasladar” cuando quieren decir “transmitir”, pero vayamos al grano: Estoy seguro de que la Junta de Andalucía no ha entregado jamás una subvención a la hija del presidente, ni a la hija de Manuel Chaves, que viene a ser también la hija del presidente, caprichos de la genética. Tampoco es cierto que la Junta diera cantidad alguna a la empresa de Manuel Chaves. Ni siquiera que Chaves tenga una empresa.

Sí creo en los hechos, a saber: que el presidente Chaves aprobó una subvención de 10,1 millones de euros para una empresa apoderada por su propia hija. La compañía Minera de Aguas Teñidas no era propiedad de la hija de Chaves, ni del propio Chaves, a ver si queda claro a base de insistir.

Paula Chaves era apoderada, no propietaria, y gestionó la ayuda ante un Gobierno que tampoco era propiedad de su padre, aunque sí lo presidía. El dinero de la subvención no era para el padre ni para la hija, ojo, sino para la empresa por ella apoderada. La Fiscalía del TSJ de Andalucía basó la exculpación de un segundo hermano Chaves, alto cargo que no se inhibió en una subvención a la empresa en la que trabajaba un tercer Chaves, por una razón fundamental: la condición de alto cargo del segundo no había coincidido con la de apoderado del tercero.

Aunque esa coincidencia sí se da ahora, los socialistas se han volcado en apoyo de Manolo. Nadie se plantea si ha incumplido el artículo 7.1 de la Ley de Incompatibilidades de Altos Cargos elaborada por su propio Gobierno. ¿Cómo podrían dudar nadie de quien ha sido calificado por su sucesor como “el hombre más honesto de Andalucía”? Quienes invierten la carga de la prueba para exigir a Camps que pruebe su inocencia, (del ministro del Interior y Leire Pajín para abajo, todos) proclaman como dogma de fe la virtud de Chaves, avalada por 19 años en la presidencia de la Junta. Ana Botella cree en la de Camps un año más: los veinte que lleva en política el presidente de la Generalitat. “Ha ganado las elecciones hasta en seis ocasiones”, ha dicho Griñán como un gran argumento exculpatorio. En cambio, Griñán y los suyos desconfían justamente de los votos pasados o futuros de Camps como avales de su inocencia.

El PSOE y el PP deberían entrenarse en una lógica y una moral universales, y aprender a medir con el mismo pie de rey los crímenes ajenos y las distracciones propias. Mientras, el pueblo llano recuerda bajo la acusación perplejo los versos de Martín Fierro: “de los males que sufrimos/ hablan mucho los puebleros,/ pero hacen como los teros/ para esconder sus niditos:/ en un lado pegan los gritos/ y en otro tienen los huevos.”

01 junio 2009

Vuelos privados, medios públicos

Santiago González

El 14 de febrero de 1980, los Reyes de España viajaron a Nueva York a por atún y a ver al duque: visitaron al padre del Rey, a quien acababan de extirparle un tumor en la mandíbula y al día siguiente se entrevistaron con Jimmy Carter en la Casa Blanca. Aquel año, 1980, fue el más cruento de la historia de ETA, que perpetró entre sus distintas franquicias cien asesinatos, pero los Reyes viajaron en vuelo regular de Iberia.

Si hay una institución distinguida por el privilegio, es la Corona. No cabe plantearse la diferencia entre asuntos privados y públicos en la Familia Real. Todo en ellos y en sus relaciones, en sus bodas y sus partos es cuestión de Estado y el Rey es Rey las 24 horas del día, por usar la expresión del PSOE para disculpar los viajes de Zapatero en el Falcon 900 de la Fuerza Aérea.

Si no queréis caldo, dos tazas, han debido de pensar los estrategas de Moncloa para replicar a las críticas del PP por ir en Falcon a un mitin del partido, y desde entonces ha sido el no parar: además del mitin de Asturias, el sábado paseó en Falcon a su colega portugués, José Sócrates, de mitin en mitin: de Madrid a Valencia, y de Valencia a Coimbra, para volver solo a Madrid. Sócrates había viajado de Lisboa a Madrid en vuelo regular de la TAP.

El pasado 28 de abril, el presidente colombiano, Alvaro Uribe, vino a España en viaje oficial y lo hizo en un vuelo regular de Iberia, a pesar de ser el `primer objetivo a abatir para un ejército, las FARC, compuesto por casi 15.000 terroristas. Con los precedentes citados, alguien nos está tomando el pelo al invocar la seguridad para justificar los vuelos en Falcon por asuntos partidarios. Jamás había dicho Rubalcaba que ETA tiene potencial de fuego para derribar aviones en vuelo. Busquen en Google “Zapatero ETA está ya derrotada” y verán. La seguridad depende de la ausencia de rutina, no de quien paga el avión que lleva al presidente a los mítines.

El fino estratega que es Zapatero puede haber cometido un error de bulto. La peña nacional es absurdamente igualitaria y enemiga de privilegios. Y más en tiempos de crisis. Remember Touriño. Se la ha educado así. Recuerden aquel mozo que con 19 años preguntaba al presidente en la tele a ver qué pasaba con su piso, como si fuera lo más natural del mundo tener una vivienda en propiedad antes de los veinte. Al presidente también le pareció normal la pregunta. O la señora que interpeló a Rajoy por ganar más que los 300 euros mensuales de su pensión no contributiva.

Hay también un problema con el nombre. El halcón es ave de presa, no de paz. Si la ministra Chacón hubiera tenido reflejos les habría cambiado el nombre por ‘Paloma 900’, mucho más a tono con el Ejército pacifista que propugna. Falconetti era el nombre del villano más acabado que han dado las series de televisión. Recuerden, en fin, el diálogo final de ‘El halcón maltés’, cuando el detective Tom Polhaus, el gran Ward Bond, sopesa el pájaro y le dice a su amigo Sam Spade: “Pesa mucho. ¿De qué es?”. Y Bogart le responde citando a Shakespeare: “del material con que se forjan los sueños”. Vuelos privados en medios públicos, ése es el sueño de toda clase media venida a más.