28 enero 2008

Capítulo III

La primera asamblea de los estados de la Pingüinia



-Hijo mío, dijo el anciano Mael al monje Bulloch-, ya es hora de hacer enumeración de los pingüinos e inscribir el nombre de cada uno en un cuaderno.

-Nada más urgente-respondía Bulloch-; no es posible administrar un pueblo sin ese requisito. Al instante, el apóstol, con la ayuda de doce monjes, procedió a reseñar al pueblo.

Y el anciano Mael dijo después:

-Ahora que ya tenemos un registro de todos los habitantes, conviene, hijo mío, establecer un impuesto justo para atender a los gastos públicos y al sostenimiento de la abadía. Cada cual debe contribuir según sus recursos. Convocad a los ancianos de Alca, y de acuerdo con ellos estableceremos el impuesto.

Los ancianos convocados se reunieron, en número de treinta en el patio del monasterio de madera, a la sombra del sicomoro.

Aquellas fueron las primeras Cortes de Pingüinia, y en sus tres cuartas partes las formaban los hacendados campesinos de la Surella y del Glange. Greatauk, por ser el más noble de los pingüinos, se sentó en la piedra más alta.

El venerable Mael, sentado entre sus monjes, pronunció estas palabras:

-El Señor da, cuando le place, riquezas a los hombres, o se las quita. Os he reunido para señalar al pueblo las contribuciones indispensables que deben sufragar los gastos públicos y el sostenimiento de la abadía. Estimo que ha de contribuir cada uno conforme a su riqueza: el que tenga cien vacas dará diez, y el que tenga diez dará una.

Cuando el santo varón hubo hablado, Morio, uno de los más ricos labradores, levantóse y dijo:

-Venerable Mael y padre mío, considero justo que contribuyamos a los gastos públicos y a las atenciones de la Iglesia. Por lo que a mí se refiere, estoy dispuesto a despojarme de todo lo que poseo en interés de mis hermanos pingüinos y, si fuese necesario, daría de buena voluntad hasta mi camisa. Todos los ancianos del pueblo están dispuestos, como yo, a sacrificar sus bienes y no se debe poner en duda su abnegación. Es preciso atender únicamente al interés público, acordar lo más conveniente, y lo más conveniente, padre mío, lo que el interés público exige, es no pedir mucho a los que tienen mucho, porque entonces los ricos serían menos ricos y los pobres más pobres. Los pobres viven de la hacienda de los ricos, por lo cual es sagrada, y no respetarla, sería una maldad inútil. Si pedís a los ricos no conseguiréis gran provecho, porque son pocos y en cambio los privaréis de todos los recursos, hundiréis al país en la miseria, mientras que si pedís un poco de ayuda a cada habitante, a todos por igual, sin reparar en sus bienes, recogeréis lo necesario para las cargas públicas y no hará falta inquirir lo que posee cada ciudadano, investigación odiosa y vejatoria. Si pedís a todos igualmente, levemente, favoreceréis a los pobres puesto que les quedarán los bienes de los ricos. ¿Y cómo sería posible fijar un impuesto proporcional a la riqueza? Ayer tenía yo doscientos bueyes, hoy sólo tengo sesenta, mañana tendré ciento. Cluñic tiene tres vacas enfermas. Nicclu tiene dos robustas y gordas. ¿Quién es más rico? Las señales de la opulencia son engañosas. Lo único cierto es que todos comen y beben. Imponed a las gentes conforme a lo que consumen. Es lo prudente y lo justo.

Así habló Morio y los ancianos le aplaudieron.

-Pido que se grabe este discurso en planchas de bronce -dijo Bulloch-. Está dictado para lo por venir. Dentro de quince siglos, los mejores de entre los pingüinos no hablarán de otro modo.

Los ancianos aplaudían aún cuando Greatauk, puesta la mano sobre el puño de su espada, hizo esta breve declaración:

-Soy noble y por tanto no contribuiré. Admitir un impuesto es propio de gente plebeya. Que pague la canalla.

Nadie le replicó y los ancianos desfilaron en silencio.

Como en Roma, se rehizo el censo cada cinco años y de aquel modo advirtióse que la población aumentaba rápidamente. Aun cuando los niños muriesen en maravillosa abundancia y el hambre y la peste despoblaran con perfecta regularidad ciudades enteras, nuevos pingüinos cada vez más numerosos contribuían con su miseria privada a la prosperidad pública.

(Anatole France. La isla de los pingüinos)

Y así fue, queridos míos, como nacieron los impuestos proporcionales, los fijos y aun el concepto de exención fiscal. (Nota del transcriptor)

27 enero 2008


La kermesse del sábado

Santiago González

Miles de simpatizantes nacionalistas recorrieron el sábado las calles de Bilbao para protestar por la sentencia del Tribunal Supremo en la que condena a Juan Mª Atutxa, Gorka Knörr y Kontxi Bilbao por desobedecer su orden de disolver el grupo Socialista Abertzaleak en el Parlamento vasco.

Recordarán ustedes que la defensa de los procesados se basó en que éstos no pudieron cumplir la orden del Tribunal Supremo tras la sentencia de ilegalización de Batasuna y marcas afines del 27 de marzo de 2003. La razón era que el Reglamento del Parlamento vasco les impedía disolver el citado grupo parlamentario. Aun tomando en serio el argumento, no debería ser obstáculo para que el Parlamento vasco no cumpliera la orden de disolución. Había al menos dos procedimientos para ello. El primero fue aplicado por el Parlamento navarro: el presidente envió a los parlamentarios de S.A. al grupo mixto. El segundo consistía en reformar el Reglamento para que hiciera explícito el acatamiento de las sentencias judiciales. Ambas fórmulas requerían el acuerdo de la Junta de Portavoces y los partidos de los procesados y condenados, (PNV, EA y EB) se negaron a acordar tal cosa.

A falta de conocer el texto de la sentencia, no parece razonable la kermesse escasamente heroica que iniciaron el sábado los dos partidos nacionalistas y EB, esa tonta inflorescencia que ha salido entre ambos. Una somera lectura de Montesquieu basta para comprender en qué consiste la división de poderes. No es en que el poder legislativo sea inmune (y su presidente impune) respecto al poder judicial. Las leyes del Parlamento vasco pueden ser declaradas inconstitucionales por el Tribunal Constitucional, pero esto no es una agresión a las instituciones autonómicas, sino la lógica del sistema. Tal como apuntaba el ponente de la sentencia del T.S. del 7 de noviembre de 2006, Perfecto Andrés Ibáñez, el Código Penal no se detiene en las puertas del parlamento vasco.

¿Cabe pensar que Atutxa era un hombre tratando de cumplir una sentencia contra la dificultad insalvable de un reglamento de hierro? Sólo desde una percepción mitológica de la realidad. Ninguno de sus predecesores ni quien le sucedió se han tomado tantas licencias con el reglamento de la cámara vasca para hacer lo que convenía al Gobierno y al principal de los grupos que lo sustentaba.

El 26 de mayo de 2000 expulsó al portavoz del PSE Jesús Eguiguren por responder a una pregunta suya. El presidente le había negado la palabra con aviso de expulsión y Eguiguren insistió. El presidente le dio un segundo aviso y preguntó: «¿en base a qué artículo quiere usted utilizar en este momento su palabra?», Eguiguren, que debe de ser de Letras, no se acordaba del número y respondió a ciegas: «el artículo que recoge el derecho a réplica», momento en el que Atutxa replicó: «le advierto por tercera vez y esta tercera vez supone su expulsión». En aquel tiempo, el partido de Atutxa tenía entre sus eslóganes preferidos «negociar sin exclusiones» y «diálogo sin límites».Puede que este incidente dejara en el ánimo de Eguiguren la impresión de que el Parlamento no es el sitio apropiado para hablar, por mucho que te inviten a ello.

El 12 de diciembre de 2001 rompió la tradición de votar conjuntamente todas las enmiendas a la totalidad de los presupuestos para hacerlas votar por separado. Aun así, Ibarretxe no tenía mayoría para aprobar aquellas mismas cuentas, las de 2002, y las hizo votar artículo por artículo, con un método (patchwork) que está bien para hacer cojines. Fue aprobado el 60% de los artículos, pero no los dos primeros que daban sentido al conjunto o el que fijaba su entrada en vigor."Hemos aprobado una ley", dijo lacónicamente el muñidor.

El 24 de octubre de 2003 expulsó Carlos Iturgaiz, del PP, por su incapacidad (la de Atutxa) para comprender la elipsis. Hablaba el consejero de Justicia y dirigió una de sus habituales endechas al PP: "son ustedes legítimos herederos del franquismo". Iturgaiz replicó desde su escaño: "y tú, de ETA". Creyó que Iturgaiz acusaba a Azkarraga de ser de ETA, en vez de “legítimo heredero”.

El 27 de diciembre de 2004, el voto de la parlamentaria socialista Irene Novales no quedó reflejado por algún fallo del sistema e Ibarretxe aprobó sus últimos presupuestos por los pelos. Ya el año siguiente el PSE adquirió la costumbre de aprobárselos todos los años. Atutxa se negó a repetir la votación y el Tribunal Constitucional condenó su proceder en enero de 2007, por violar los derechos de Irene Novales y los del grupo socialista en su conjunto, sin más efectos que una reprimenda, porque para entonces, Atutxa no estaba en elParlamento y del presupuesto de 2005 no quedaban ni las raspas.

¿Y dice usted que este hombre desobedeció una orden del Tribunal Supremo por el respeto que le tenía al Reglamento de la cámara? Lo que hay que oír.

13 enero 2008



Fulgor y entierro del Pacto de Ajuria Enea

Santiago González

“Hace veinte años que tengo veinte años”, cantaba Serrat a sus cuarenta en homenaje a ‘Ara que tinc vint anys’, una hermosa y primeriza canción suya, aunque de esto hace ya también veinte años, los mismos que cumplió el sábado el Pacto por la Pacificación y Normalización Democrática, más conocido como Pacto de Ajuria Enea.

Hace veinte años que tuvieron actualidad las fotos que este fin de semana se han publicado en los diarios y las imágenes de los informativos de televisión. Los escépticos dijeron entonces que el pacto era sólo una foto y no les faltaba del todo la razón. Pero aquella imagen fue muy importante: Era la primera vez que se alcanzaba un acuerdo que la ingeniería léxico-política acabaría llamando ‘transversal’. La raya fronteriza que marcaba la diferencia de los nacionalistas con los que no lo eran se convirtió en barrera que separaba a los demócratas de los aceptaban el asesinato como expresión política. En ninguna ocasión hasta entonces se había producido la unidad de los demócratas frente a los terroristas y sus cómplices y éste fue un elemento altamente pedagógico para la sociedad vasca mientras duró.

El Pacto vivió, en rigor, tres años, durante los cuales practicó una política de unidad contra el terrorismo. Su primer gran escollo fue la autovía Irurzun-Andoain cuyo trazado había sido desautorizado por ETA. La expresión de la firmeza de Ajuria Enea frente a ETA y HB fue encarnada por el diputado general de Guipúzcoa, Imanol Murua, de Eusko Alkartasuna. La mesa de Ajuria Enea convocó en defensa del trazado oficial una manifestación en San Sebastián para el sábado, 16 de febrero de 1991, que resultó multitudinaria.

Fue el canto del cisne del pacto. Tres meses y diez días más tarde se celebraron las elecciones municipales y forales. Ya entonces el PSE mostró su inclinación por las opciones menos convenientes y, frente a Imanol Murua, apoyó a Eli Galdos para presidir la Diputación de Guipúzcoa. El nuevo diputado general llegó en agosto de aquel mismo año a un acuerdo con Lurraldea, una plataforma vagamente ecologista liderada por un antiguo concejal de Herri Batasuna en Tolosa llamado Jonan Fernández.

El acuerdo fue secundado por el PSE y celebrado públicamente con otra foto que se hizo famosa: la del brindis de HB.

Eusko Alkartasuna y Euskadiko Ezkerra culparon al PNV de haber arruinado el Pacto de Ajuria Enea. Garaikoetxea hizo un comentario que sólo puede entenderse como sarcástico. Al valorar el acuerdo como la desaparición de facto del Pacto de Ajuria Enea, se preguntó si después de ceder la mayoría de los vascos a las exigencias de ETA sobre la autovía no sería razonable aprobar por aclamación la alternativa KAS.

Leizarán fue el comienzo del fin y el piso piloto de todas las chapuzas posteriores. Lurraldea se reconvirtió en Elkarri y aplicó el mismo método al problema terrorista en su conjunto, proponiendo nuevos trazados gandhianos sobre las mismas premisas: no hay caminos para la paz; la paz es el camino.

Se ha argumentado que la exigencia del cumplimiento íntegro de las penas para los delitos de terrorismo supuso el fin del Acuerdo de Ajuria Enea. No se corresponde con los hechos. El PP empezó a cuestionar la política de reinserción contemplada en el pacto a raíz del asesinato del teniente general Veguillas, de su conductor y un tramoyista que pasaba por allí, el 29 de julio de 1994. Posteriormente, el programa electoral de los populares para las elecciones generales de marzo de 1996 incluyó el cumplimiento íntegro de las penas, aunque no fue hasta el Consejo de Ministros del 3 de enero de 2003 cuando el Gobierno de Aznar propuso una reforma del Código Penal en tal sentido.

Para entonces hacía mucho tiempo que el Pacto de Ajuria Enea se había hecho humo. Su certificado de defunción lo extendieron durante el verano de 1998 el PNV y EA, al negociar con ETA las bases del Pacto de Lizarra y la tregua que la banda terrorista declaró el 16 de septiembre de aquel año.

Todas hieren; la última mata. El PNV y EA se comprometieron ante la organización terrorista a “romper con los partidos (PP y PSOE) que tienen como objetivo la construcción de España y la destrucción de Euskal Herria”. Ese es el fin definitivo para un pacto, cuando uno de los firmantes cambia de socios y de objetivos.

Los nacionalistas lo hicieron en 1998. Los socialistas propusieron dos años después el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo, un acuerdo entre el partido del Gobierno y el llamado a serlo en la alternancia para llevar a ETA a asumir la inscripción del 9º círculo del infierno del Dante: “Lasciate ogna speranza, voi ch’entrate”. Ellos mismos lo enterraron el 17 de mayo de 2005, al cambiar en el Congreso su alianza con el PP por la que aquel día establecieron con siete grupos minoritarios de la cámara, entre los que figuraban los nacionalistas.
Veinte años no es nada, dice el tango, aunque no sea exacto. Queda un hermoso recuerdo.

06 enero 2008



Educar para la paz

Santiago González

El lehendakari Ardanza encargó en 1985 un informe sobre la violencia a una comisión de expertos formada por los británicos Clive Rose y Peter Janke, el alemán Hans Horchem, el francés Jacques Leauté y el italiano Franco Ferracuti. Los comisionados vinieron y se entrevistaron con unos y con otros. Varios meses y 600 millones de pesetas después, entregaron a su mandante un informe sobre la violencia terrorista en Euskadi. Tras un estudio comparado del estado de la cuestión en Europa, el informe definía las especificidades del terrorismo etarra frente al norirlandés y explicaba que a diferencia con éste, lastrado por un problema religioso y la existencia de dos comunidades, la violencia en Euskadi sí tenía arreglo.

Los autores del informe concedían una gran importancia a la educación de los ciudadanos y por ello formularon recomendaciones precisas sobre el papel de la escuela y los medios de comunicación públicos, en especial, la televisión.

Aquel informe se preveía en uno de los puntos del decálogo sobre la violencia elaborado por el Gobierno vasco tras el asesinato del superintendente de la Ertzaintza en marzo de 1985. No se supo que sirviera para nada práctico; los asesinos del teniente coronel Díaz Arcocha no han sido detenidos ni juzgados 22 años después y el entonces portavoz del Gobierno vasco, Eugenio Ibarzábal, ya se expresaba en términos muy parecidos a los que hoy emplea Miren Azkarate: «Esperamos que (los de Herri Batasuna) insten a ETA a que, de una vez por todas, abandone las armas y ceje en el camino de la violencia, ya que ésta es la voluntad popular ampliamente demostrada».

Veintidós años después, otro Gobierno vasco ha elaborado un plan de educación para la paz que busca deslegitimar a ETA y “otras violencias”. Laus Deo. Los escolares de entre 14 y 16 años tendrán la ocasión de oír testimonios de víctimas de ETA y víctimas de los GAL. Planteada así la cuestión, el plan muestra una de sus debilidades, al usar el sufrimiento como patrón educativo. Es obvio que nada se parece tanto al dolor de una madre a quien le han asesinado a su hijo, como el dolor de otra madre a quien le han asesinado al suyo. También se le parece bastante el dolor de otra madre cuyo hijo haya sufrido una muerte súbita: un accidente de coche, una caída desafortunada, un infarto, aun cuando no medie la ofensa de una mano airada, porque la sensación de duelo es absolutamente dominante.

Pero la equiparación de ETA y el GAL es desafortunada, no sólo en términos cuantitativos, porque esta última forma de terrorismo desapareció en 1986 y no es una amenaza de presente ni de futuro para la libertad y la convivencia. Es también innecesaria. La única violencia que aquí goza de cierta legitimidad social es la que practica ETA y es, por tanto, la única que requiere tarea deslegitimadora.

Lo demás es equiparación y equidistancia. La portavoz del Gobierno, Miren Azcarate, denunció en pie de igualdad el 26 de diciembre pasado el asesinato de los guardias Raúl Centeno y Fernando Trapero en Capbreton, el atentado de Nochebuena contra la Casa del Pueblo de Balmaseda y la muerte en accidente de tráfico de la suegra de un terrorista preso que viajaba a visitarlo.

Joseba Azkarraga condenó el pasado 16 de diciembre el atentado de ETA contra los juzgados de Sestao, reclamando a Batasuna que "no se puede hablar del ámbito de los derechos humanos cuando hay algún partido que sigue callando cuando se producen actuaciones de estas características (…) Ya vale de silencios".

Unas horas más tarde, el consejero de Justicia encabezaba los aplausos en el Congreso de EA a su invitado Pernando Barrena, que ese mismo día y respecto al atentado descrito había permanecido callado y más callado y más callado, por decirlo con palabras del poeta. El gesto de Azkarraga, secundado por la inmensa mayoría de los congresistas, trataba de contrarrestar una minoritaria protesta que increpaba al batasuno con el grito de “¡Criminal, condena lo de Sestao!”. A nadie se le ocurrió exigir: “¡condena lo Capbreton!”.

Para educar a los escolares es preciso dejar de caracterizar la actividad terrorista como “expresión del conflicto” en esas insustanciales aporías tan del gusto del lehendakari Ibarretxe. Lo único relevante en la entrevista con ETA del fin de semana es la afirmación de que el precio de la paz no es que el Estado pague a otros nacionalistas lo que los terroristas aspiran a cobrar para ellos mismos.

Ya podemos añadir a los planes de estudios de nuestros escolares asignaturas de educación para la paz, el civismo, la ciudadanía y el desarrollo autonómico, que mientras no cambien los valores que sustentan la manera de hacer política, los chicos seguirán interiorizando lo que oyen en casa y tales asignaturas, logros curriculares transversales, no serán sino amables, inocuas, inútiles ‘marías’.