31 julio 2006

Zapatero y Navarra
Un mes después de la declaración del "alto el fuego" por ETA el 22 de marzo, el presidente del Gobierno fue entrevistado en la SER. Carles Francino le preguntó si de la tregua de ETA podría derivar “algún cambio de status jurídico-político de Navarra”.

Rodríguez Zapatero respondió:

“Ni la violencia, como hemos dicho, puede condicionar la política, ni la ausencia de violencia tampoco puede condicionar la política. Ahora tenemos sólo un objetivo que es el final de ETA y a partir de ahí, la política y la democracia, afortunadamente, cobrarán más fuerza y más vida en Euskadi. Quienes van a recibir y a notar mayor bienestar serán, no sólo personal sino también democrático, van a ser los que han tenido más dificultades, más limitaciones para ejercer la libertad, para hacer de la palabra el único instrumento de defensa de las ideas; van a ser quienes han estado amenazados, quienes han estado con temor, quienes han tenido muy complicado hacer vida política y participar políticamente. Esos partidos van a ser los que más van a ampliar el campo de sus posibilidades políticas. Por tanto, la política va a seguir, sólo hay dos elementos que marcan el camino de la política, que por cierto marca en camino de cualquier reto que tengamos por delante en un país democrático: la legalidad y la democracia, y si me apura, conociendo la historia de Euskadi, el presente de Euskadi y sobre todo pensando en el futuro de Euskadi, además de la legalidad, la defensa de cada proyecto político en el marco de la legalidad que siempre acaba en democracia con una decisión que los ciudadanos renuevan periódicamente, la democracia será la pauta y en este caso una democracia plena si se acaba la violencia. Además de eso, desde mi punto de vista, Euskadi necesita renovar un gran consenso político sobre lo que tiene para construir, de manera unida entre la gran mayoría de las fuerzas políticas, por delante. Son tres retos de gran dimensión, pero si conseguimos el primero, el fin de la violencia con voluntad positiva y con paciencia democrática, confiando en la democracia y en el Estado de derecho, habremos abierto la puerta para los otros dos grandes retos: la refundación de la convivencia social que nos garantizará a medio plazo nunca más la violencia en Euskadi, nunca más ninguna idea se puede defender con la violencia, y también, la refundación de un consenso político sobre la Euskadi del futuro en una España abierta, moderna y que permite todas las identidades, que da una gran libertad a lo que representa ser vasco, a la historia de Euskadi y, por supuesto, grandes posibilidades a su futuro.”

(Hoy por hoy, Cadena SER. 18 de abril de 2006)

29 julio 2006

Proverbios y cantares

Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.

Españolito que vienes
al mundo, te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.

Antonio Machado

Muertes paralelas

Santiago González

Tal día como hoy de 1940 fue fusilado en la tapia del cementerio de la Almudena (entonces cementerio del Este) Julián Zugazagoitia Mendieta, diputado, director de 'El Socialista' y ministro de la Gobernación con Juan Negrín entre 1937 y 1938. Exiliado en París, fue detenido por la Gestapo en la misma redada que el presidente de la Generalitat, Lluís Companys. Ambos fueron entregados a Franco y fusilados, Companys en Barcelona, el 15 de octubre y Zugazagoitia en Madrid, 25 días después. Perdonará que insista en los detalles, presidente, pero es que no he tenido noticia de que la señora De la Vega o ministro alguno vaya a presidir hoy en memoria de su correligionario acto parecido al de Montjuic. El PSC editó entonces 10.000 carteles con foto del president, el puño y la rosa y la leyenda «Lluis Companys, un president d'esquerres».
Seguramente, lo único sensato que ha hecho Carod en su vida política es mosquearse por el abuso en la apropiación de la imagen del fundador de Esquerra. Zugazagoitia, no ha merecido un esfuerzo semejante por parte del PSC o del PSE. En 1991 se creó en Euskadi una fundación, que ya no registra actividad, dedicada a su memoria. Hoy, en este impresentable 'revival' guerracivilista, Companys desplaza a Zugazagoitia en la memoria antifranquista del socialismo realmente existente.
Lástima. No se entiende la razón. Zugazagoitia fue una persona decente. En octubre del 36, con el Gobierno de Largo Caballero huído en Valencia, él prefirió quedarse en Madrid. A quienes le instaban a marcharse, respondía: «¿con qué argumentos le digo a un compañero que mi vida vale más que la suya?» Franco fusiló a Companys por presidente de la Generalitat, no por haber sido un republicano ejemplar. Maragall debió homenajear al catalán Batet i Mestre, el general que detuvo a Companys por golpista al proclamar unilateralmente el Estat Catalá. Batet, capitán general de Burgos, fusilado en el 36 por oponerse al alzamiento militar, encarnaba mejor que Companys los valores republicanos. «Un bel morir tutta la vita onora» escribió Petrarca. Por eso no se entiende que hayan prometido ustedes devolver a ERC el honor del president Companys. Ser fusilado es, esencialmente, una putada. Te quitan todo lo que tienes y lo que podrías llegar a tener, decía Clint Eastwood en 'Sin perdón' . Pero ser fusilado o encarcelado por Franco no era una deshonra. Nunca pasó por las cabezas de Mario Onaindía y Teo Uriarte la idea de pedir que se les devolviera el honor perdido por las tres penas de muerte que les impuso un consejo de guerra franquista. No imagino a Ramón Rubial pidiendo la anulación de los procesos que lo mantuvieron en la cárcel tantos años. La memoria antifranquista como antídoto de la verdad. Eso es 'alzheimer', presidente.
EL CORREO, 9/11/2004

28 julio 2006


Todos tenemos abuelos

Xavier Pericay

La semana pasada el Consejo de Ministros se celebró en León en vez de celebrarse en Madrid. Dicen que a partir de ahora ocurrirá a menudo. No lo de hacerlo en León; lo de no hacerlo en Madrid. A este paso a Madrid ya sólo le quedarán los atascos.El que León fuera la ciudad escogida tuvo, claro, sus razones. Los analistas destacaron dos. Unos, benévolos, quisieron ver en ello un puro ramalazo sentimental: aunque nacido en Valladolid, el presidente del Gobierno ha considerado siempre León como su patria chica. Otros, algo malévolos, vieron en la convocatoria un intento por parte del secretario general del PSOE de erosionar el granero de votos con que cuenta el PP en aquella Comunidad. (Así, con estas mismas palabras, creo recordar que alguno lo escribió.) No digo que no lleven razón, los analistas. Basta con repasar las inversiones previstas en la región para comprobar hasta qué punto los sentimientos concuerdan a veces con los muy legítimos intereses electorales. Pero intuyo que la elección de León hay que relacionarla con otro de los acuerdos tomados en el hostal de San Marcos, que afectará sin duda a muchísimas familias españolas y, entre ellas, a la del propio Rodríguez Zapatero. Este: «Crear una comisión para reparar la dignidad y restituir la memoria de las víctimas y represaliados que desde el inicio de la Guerra Civil y hasta la recuperación de las libertades sufrieron cárcel, represión o muerte por defender esas mismas libertades y asumir esa defensa como objetivo fundamental de su compromiso ciudadano». Y es que una de estas víctimas cuya dignidad va a ser reparada y cuya memoria va a ser restituida responde al nombre de Juan Rodríguez Lozano y era el abuelo paterno del actual presidente del Gobierno. Según cuentan las crónicas, en julio de 1936, cuando los militares se alzaron en armas, el capitán Rodríguez Lozano, de ideas republicanas, se negó a secundar el alzamiento, por lo que fue fusilado. En su testamento, y entre otras consideraciones, el capitán dejó constancia de su creencia en Dios y de su inocencia. Por desgracia, ni así pudo salvar la vida.A mí no me parece mal la iniciativa del Gobierno. Todos tenemos abuelos, y estoy seguro de que todos somos capaces de encontrar, entre nuestros familiares, a alguno que haya sido represaliado en mayor o menor grado –es decir, habiendo sufrido «cárcel, represión o muerte»– por defender las libertades. Tras la dictadura, y ante la tragedia de nuestro pasado común, no existían más que dos opciones: o bien el silencio y el olvido, o bien el ejercicio de la memoria. Durante cerca de treinta años, hemos recurrido a la primera opción; ahora quienes gobiernan han decidido que toca la segunda. Bienvenida sea, si sirve para reparar la dignidad de cuantos españoles la perdieron por la fuerza. Pero cuidado. Todo depende de lo que se entienda por «defender las libertades». Si se entiende por ello defender el derecho de cualquier ciudadano a vivir en libertad, no dudo de que el trabajo de la comisión estará bien empleado; si, por el contrario, se entiende defender ciertas ideologías en detrimento de otras –la izquierda ha considerado siempre la libertad como algo de su propiedad y ajeno a la derecha–, tampoco dudo de que las consecuencias serán nefastas. Dicho de otro modo: en 1936 eso de la libertad ya andaba tan repartido como ahora, y tanto lo defendían la mayoría de los que sufrieron muerte en zona nacional como la mayoría de los que la sufrieron en zona republicana. Por poner un ejemplo: yo también tenía un abuelo, materno en este caso, que fue asesinado en los primeros meses de Guerra Civil. Era médico en Gerona, médico católico y conservador. Él también, en sus últimas voluntades, dejó constancia de su creencia en Dios y de su inocencia. Pues bien, él también tiene una dignidad que reparar y una memoria que restituir. Y, como él, cuantos corrieron la misma suerte. Y poco importa si el régimen salido de aquella barbarie les rezó un responso o puso su nombre en una lápida. Lo que cuenta es el régimen actual, esta democracia que nos hemos dado todos los españoles y a la que se debe la recién creada comisión.

ABC, 31 de julio de 2004
Alocución del general Domingo Batet i Mestre
Radio Barcelona, 7 de octubre de 1934

Catalanes y españoles, breve ha sido la jornada de esta noche. Esta misma radio Barcelona que durante toda la noche ha estado dando noticias falsas, os dice, ahora por mi boca, la verdad. Después de mucho rato de tiroteo entre las fuerzas de la República y los elementos adictos a la Generalidad, que pudo emplear otros procedimientos en la defensa de ideales que no deben apoyarse en la fuerza, el Gobierno de la Generalidad telefoneó al Estado Mayor de la División, diciendo que comprendía era inútil continuar la resistencia y ofreciendo rendirse. Como los rebeldes me habían aislado se empleó algún tiempo en dar a la fuerza de mi mando las órdenes oportunas, y por eso la lucha ha continuado más tiempo del necesario. Es lastimoso lo ocurrido. Yo lo siento como catalán, primero, y como español, después. En un régimen de democracia, que tiene abiertos todos los caminos para todas las aspiraciones que se encuadran en el Derecho, ¿qué necesidad tenían de acudir a la violencia, de traer tan graves trastornos a la región que ellos dicen amar y que yo amo más que ellos?
Mis labios, que no se han manchado nunca con la mentira, os dirán ahora la verdad.
Nosotros somos dueños en absoluto de la situación, claro es que, como ocurre después de las guerras civiles, que quedan partidas sueltas por los campos, andaban por las azoteas los que podríamos llamar "pacos", que disparan para sembrar la alarma, quizá más que por herir. Pero esos "pacos" vivirán lo que vosotros queráis que vivan, pues en cuanto se señale por esta Comandancia la presencia de ellos en una casa, acudirá la fuerza pública para someterlos.
El presidente del Consejo me ha encargado que felicite en su nombre, por su comportamiento, a la guarnición de Barcelona. Yo, que les he visto de cerca, puedo hacerlo con más justicia que nadie, y decir que con jefes y oficiales que tienen este concepto de la disciplina y del mando, y con soldados que saben obedecer como los nuestros, el Derecho y la democracia subsistirán siempre, porque somos nosotros los que los defendemos, y no los que con estas palabras siempre en la boca se alían con los enemigos del orden y de la sociedad.
Y para terminar, llevemos nuestro corazón en lo alto de la Patria y digamos que por ella, por Cataluña, por la República, estamos dispuestos a entregar, no ya nuestra vida, sino lo que es más importante, nuestro sacrificio de cada día.
La Guerra Civil terminó en 1939

(Carta abierta a José Luis Rodríguez Zapatero)

1 de marzo de 2004

Estimado José Luis:

Leyendo el reportaje que sobre tí se hace en "El Pais Semanal" encuentro una breve referencia a Miguel Castaño, mi abuelo, fusilado por las tropas nacionales, el 21 de noviembre de 1936. Dices que tu primer acto político fué acudir junto a otros compañeros socialistas al cementerio a llevar una rosa a su tumba. Como sabes, mi abuelo además de ser el alcalde de León en el momento de empezar la guerra, era también periodista y propietario de un periódico llamado "La Democracia" ; con su muerte, llegaron a la familia de mi padre -diecinueve años tan sólo- la desolación y la pena, y como pasa tantas veces, también los apuros económicos. El periódico fué confiscado, y en sus talleres empezó a imprimirse la prensa del movimiento. Ya en democracia, con tu partido en el poder, se privatizaron todos los periódicos del régimen, y mi padre y sus hermanos, aunque lo intentaron, no consiguieron ver reconocidos sus derechos y nunca percibieron indemnización alguna; sin embargo, hasta donde yo sé, no hicieron de ésto causa alguna, y más o menos lo dejaron estar. Los seis hijos de mi abuelo, cada uno a su manera, hicieron su vida y procuraron ser felices, siempre marcados -¿podría ser de otro modo?- por la falta de su padre, por la injusticia de su muerte y por el espanto de una guerra entre hermanos. Mi padre, que ya no vive, me contó sólo una vez cómo habían sido las horas previas al fusilamiento de su padre; un horror en el que no puedo pensar sin que se me salten las lágrimas de pura compasión por todos ellos; a consecuencia de aquel horror e irracionalidad vividos, a mi padre le quedó un miedo atroz a que nos pasara algo a nosotros, a la gente que quería. Y 45 años despues, la noche del 23-F, me hablaba como si volviera a vivir una pesadilla. Y me decía que no saliera de casa, que tuviera mucho cuidado. El miedo al enfrentamiento estaba ahí, le acompañó toda su vida. En mi familia el nombre del abuelo, Miguel, lo llevan en este momento cinco personas, cuatro nietos y un bisnieto, este último mi sobrino mayor, de 22 años. Todos ellos saben por qué se llaman así y todos ellos están orgullosos de su nombre. ¿El porqué de esta carta? para pedirte, de nieta a nieto de perdedores -cosa que nosotros no somos- que ayudes, desde esa privilegiada posición que ahora tienes, a desterrar de una vez por todas la idea del enfrentamiento, diciéndoles a los españoles que vivimos en en una democracia, que ésto no se parece en nada a una dictadura y que hay libertad para todos (excepto, sí, en el País Vasco) y que el franquismo hace mucho que desapareció. Y que la guerra civil terminó en 1939 con muchos más perdedores de los que al principio se pensó. Y que no permitas desde tu partido que alguien hable de dramas, que se hagan referencias amenazantes al 36, que se siembre dudas entre la gente más joven sobre si vivimos o no en una democracia. Que les animes a ejercer su libertad sin rencor y a valorar lo que tienen, y que tengan mucho, mucho respeto a las reglas que todos nos dimos en libertad. Y luego, y sólo después de ello, dale al PP toda la "caña" que quieras, y por supuesto pídeles su voto. Al fin y al cabo es tu obligación. Sólo cabe esa actitud en políticos responsables, y espero que tú lo seas. Se lo debes a la memoria de tu abuelo. Y del mío.

Cordialmente,

Mª Isabel Castaño Glez.-Coto 1/3/2004