31 octubre 2008

ETA y sus porqués


Santiago González

Los terroristas, es lo que tiene su afición, no ponen mucho cuidado en los detalles, no se puede estar en todo. Quizá por eso, o tal vez por otra causa, el encargado de la llamada dijo la marca del coche y la hora; también el lugar, la Universidad, pero no especificó cuál. El hecho de que la llamada fuera hecha desde un teléfono alavés a la DYA de Vitoria hizo pensar a los responsables policiales que el coche bomba se encontraba en el campus de Alava.

El atentado ha dejado tras de sí un saldo de 28 personas con heridas leves, una conmoción considerable en Pamplona y un montón de preguntas inútiles. Tenía razón ayer el ministro del Interior al decir que tanto da si la omisión del dato preciso era un error del terrorista o una ocultación voluntaria. También la tenía al ser preguntado sobre si era una respuesta de ETA a las detenciones de dos días antes: “puede ser, puede no ser. Yo no voy a entrar en eso. No comento nunca las intenciones de ETA, pertenece al ámbito operativo de las F.S.E.”

Es difícil encontrar palabras nuevas para tanta barbarie tan antigua. Quizá por eso, el portavoz del PSOE en el Congreso, condenó “el brutal y atroz atentado” y la "bajeza moral" de sus autores al atentar contra un centro "de pensamiento, cultura y estudio". Alonso ha sido ministro del Interior y sabe perfectamente que hace ya décadas que ETA tiene en el punto de mira a toda la sociedad española, que tiene entre sus víctimas niños, ancianos y mujeres embarazadas.

Al presidente del Gobierno navarro, también debió de cogerle desprevenido la noticia. "No podemos bajar la guardia", dijo, antes de declarar que "vamos a estar siempre dispuestos a ir contra esta gente que no respeta ni siquiera una institución como la Universidad, que tanto representa para nuestra Comunidad, y también para toda España".

Era el 10º atentado realizado mediante coche bomba desde que ETA puso fin a la tregua a finales de 2006 en la T-4; el sexto que sufre la Universidad de Navarra desde 1979. En su despacho de la Universidad Autónoma de Madrid asesinó ETA a Francisco Tomás y Valiente el 14 de febrero de 1996. El 9 de junio de 1995, ETA atentó en el centro de San Sebastián, frente a su casa, contra Enrique Nieto, máximo responsable en Guipúzcoa de la lucha antiterrorista, que murió después de una larga etapa en coma. Un intelectual vasco, ya fallecido, se preguntó retóricamente si los terroristas sabrían que la calle en la que cometieron el crimen se llamaba ‘Sancho el Sabio’.

El penúltimo coche bomba contra la Universidad de Navarra hizo explosión el 23 de mayo de 2002, dos años después de la ruptura de la tregua de Lizarra, a pocos metros de donde colocaron el Peugeot 307 blanco de ayer. No es improbable que en el comunicado que hagan público dentro de unos días vuelvan a explicar la barbarie con palabras ya trilladas tras otros atentados contra esta Universidad, por ser el "centro político espiritual y económico" donde se forja la clase "tecnocrática y centralista" que se opone a la reivindicación nacionalista sobre Navarra.

ETA ha cometido ya todos los atentados, ha escrito todos los comunicados que su falta de capacidades literarias le permite, ha enumerado todas las torpes sinrazones del psicópata. Sería muy deseable que nuestros políticos las den ya por descontadas y que los periodistas no nos empeñemos tanto en el porqué. La respuesta estaba en una gran tautología enunciada por Jon Juaristi hace bastantes años: “En Euskadi se mata porque hay mucho asesino suelto”. Eso es todo.

29 octubre 2008

Hecho diferencial navarro

Santiago González

Miguel Sanz es probablemente el único dirigente de un partido europeo que sanciona a un diputado de la oposición por votar contra los presupuestos del Gobierno. Veníamos hablando de los hechos diferenciales: había uno catalán y otro vasco, por supuesto. Desde las últimas autonómicas gallegas, hay un hecho diferencial gallego y hemos comenzado la semana con un hecho diferencial canario cuyos valedores han dado en llamar ‘la canareidad’.

Toda España es un hervor de hechos diferenciales. El PSOE ordena a los suyos que, allá donde fueren oposición, aprueben sin rechistar los presupuestos del Gobierno que les toque. Los socialistas vascos van a aprobar los presupuestos de Ibarretxe, aun cuando les parece que el Gobierno tripartito es un barco a la deriva. ¿Para qué hincharle las velas, entonces?, preguntarán ustedes, muy puestos en razón. El hecho diferencial. Los navarros, es natural, querían tener el suyo, que, por lo visto, no estaba en lo primero que preguntaban los estudiantes navarros al llegar a la posada, chispún.

Miguel Sanz se perfiló a la vuelta de las vacaciones: UPN podría apoyar los presupuestos de Zapatero siempre que no fuera gratis. Todo este tiempo ha sido un tira y afloja para ver cuál de las dos partes conseguía cargarla en la mochila de la otra. Pudo parecer que habría arreglo, gracias al papel que han jugado Cospedal y Barcina, pero no parece que la sutileza sea el rasgo más acusado del presidente Sanz. Su vuelta de tuerca al suspender de militancia al diputado que votó contra los presupuestos de Zapatero era una declaración de guerra. Rajoy no ha tenido la opción de hacerse el distraído y la derecha navarra se ha roto.

En las elecciones anteriores al pacto del 91, aún no existía el PP: UPN sacó 14 escaños; el CDS, 4; AP, 2 y UDF, 3, mientras el PSN sacó 15. Después vino la ruptura de Juan Cruz Alli, que llegó a obtener 10 parlamentarios en 1995. Su pacto de Gobierno con el PSN y Eusko Alkartasuna se los redujo a 3 en el 99. Aquella fue también la legislatura de las cuentas suizas del PSN. Otano dimitió, UPN formó gobierno y Alli ya no volvió a ser más que el apéndice de Sanz hasta ahora mismo.

La factura se la van a repartir entre los dos. Es de suponer que pagará más Rajoy, porque su empeño es más grande, pero tampoco le saldrá gratis a Sanz. O a su partido, si mantiene su decisión de retirarse. No parece que la secuencia de los hechos que le llevaron al gobierno hace poco más de un año sean un motivo para confiar ciegamente en un acuerdo con los socialistas: el candidato del PSN prometió en campaña que si quedaba el 3º no pactaría con nadie. Tras quedar el 3º se propuso como presidente. Negoció, incluso a escondidas, con NaBai, mientras hacía ver a UPN que podían gobernar juntos si él era el presidente. Consiguió un acuerdo con los nacionalistas que se frustró, no por el programa, sino por el reparto de carteras. Entonces se propuso como presidente de un Gobierno de concentración, abogó por la repetición de elecciones y empezó a buscar una fórmula para que Sanz gobernase en minoría.

El 4 de julio, el Comité Regional de Navarra, aprueba el pacto con NaBai e IU por 104 votos contra uno; la Ejecutiva del PSN lo apoyó de manera unánime y los parlamentarios socialistas en la cámara navarra hicieron lo propio. Después de los sanfermines llegó Pepe Blanco y mandó a parar. Hacía un mes que ETA había anunciado el fin de la tregua.

Todo este vertiginoso proceso se desarrolló en apenas 45 días. Como verán, esto de los hechos diferenciales es un asunto demasiado complejo para las mentes simples.

27 octubre 2008

Entre la sensatez y la consigna

Santiago González

A veces, en este oficio, los titulares condicionan mucho, casi tanto como los precedentes. Por eso, cuando un ministro, el de Trabajo, que llegó precedido por su reputación de hombre sensato, anunció el viernes pasado que “en dos meses, la crisis debería estar finiquitada”, dio una primera impresión de que Celestino Corbacho era el último abducido por el optimismo sin fuste del presidente del Gobierno y el titular que proporcionó, un alarde más de relativismo, de palabras al servicio de la política. Uno de los trece lemas en los que el PSOE apoyó su campaña para ganar las generales del 9 de marzo fue: “Motivos para creer. Por el pleno empleo”.

La posición de su ministro de Trabajo es, en realidad, bastante más matizada y razonable. Piensa que la crisis financiera habrá acabado seguramente para navidades, que hay dinero, pero que la falta de confianza lo lleva a depósitos, no al crédito. De ser esto así, falta sólo un empujón para que los bancos vuelvan a prestarse dinero y el crédito vuelva a correr, no como los ríos que manaban leche y miel en la Tierra Prometida, pero sí con alguna fluidez. Corbacho no lo dice, pero puede que el empujón para cebar la bomba podría ser la victoria electoral de Obama dentro de unos días. La proximidad del cambio de inquilino en la Casa Blanca conecta con una voluntad de cambio que se viene oliendo desde hace algún tiempo. No será condición suficiente, pero tal vez sea necesaria.

Otra cosa es la crisis de la economía real y eso va más para largo, aunque en las predicciones se atiene a la ortodoxia partidaria: en el segundo semestre de 2009, momento idóneo para remontar las encuestas hacia las elecciones de 2012. Por mucha sensatez que tenga un ministro, pecaría de imprudente si desdeñara todas las consignas del cuaderno de campaña de Pepe Blanco. De ahí que diga a Esther Esteban que “este país tiene un problema muy serio con el paro y el PP, en vez de hacer una política miope, cortoplacista y partidista, debería arrimar el hombro”.

Hombre, con el debido respeto, señor ministro, no joda. Tomemos la queja de Manuel Pizarro: “advertí de que había crisis y ahora digo que será larga”. Perdió el debate televisivo frente al ronroneo de un Solbes mañoso como una gata tuerta y ahora que los hechos le han dado la razón, ¿no le parece comprensible que el hombre quiera reivindicarse? ¿No cree que el cortoplacista era Solbes? Debo decir, llegado a este punto, que me liga al señor Pizarro un oscuro asunto de intereses que no puedo, ni quiero callar. Yo heredé de mi padre 101 acciones de Endesa, cuando presidía la empresa este buen señor. Su obstinación frente a la desaprensiva pretensión del señor Montilla, de ceder la compañía eléctrica a Gas Natural-La Caixa, a 21,3 euros la acción, me permitió venderlas a 41,3. Ya sé que la Caixa había perdonado al partido de Josep Montilla y de usted mismo seis millones de euros y que de bien nacidos es ser agradecidos, pero a un servidor le quedó la sensación, seguramente infundada, de que el honorable le quiso chulear 2.020 euros y que el señor Pizarro lo impidió.

¿No cree, por otra parte, que su racional advertencia de lo serio que es el problema del paro, debería dirigírsela a su correligionario Cándido Méndez, ese paladín de un sindicalismo alternativo, que el mismo día que conocimos las desalentadoras cifras últimas del paro y el dato de la destrucción de empleo, se plantaba en la Audiencia Nacional a ofrecerse a Garzón como su Sancho Panza contra los molinos de viento del franquismo?

25 octubre 2008

Tal día como hoy

Santiago González

Hoy era el día señalado. La voluntad agónica del nacionalismo le llevó a elegir el 25 de octubre de 1979 para celebrar el referéndum del Estatuto. Habían pasado 140 años del día del decreto de Espartero, considerado por los nacionalistas como el primer decreto abolitorio de los fueros. Por esa misma querencia hacia la conmemoración de las derrotas, se fijó en tal día como hoy el referéndum que el lehendakari consideró ‘consulta’.

Ibarretxe se había entrevistado con el presidente del Gobierno el 16 de octubre de 2007. Tras dos horas de conversación, el primer mandatario vasco dijo: "estamos ante un largo camino [...]. Espero que el talante no se transforme en un desplante al diálogo". El presidente manifestó que "el único camino es la Constitución y la legalidad (…) lo que no se puede hacer no se va a hacer y no se hará".

Los términos estaban bastante claros para cualquiera, menos para el lehendakari, un hombre dotado de entendederas con elasticidad infrecuente. Comparado con el lehendakari, el propio Zapatero es un modelo prusiano de rigidez conceptual. Recuerden aquel día en que recibió a los dirigentes de Confebask para explicarles el plan que llevó su nombre hasta estrellarse contra el Congreso de los Diputados hace más de tres años. Los empresarios manifestaron con firmeza, envuelta en las buenas maneras que son esperables de gente con crianza, su rechazo y se quedaron bastante perplejos cuando al despedirlos, ya en la puerta, les dijo: “Me alegro de contar con vuestro apoyo”.

Algo parecido pasó con Zapatero. Como si la ciudadanía en general no hubiera tenido la ocasión de oír la respuesta del presidente, el jueves, 18, explicó en la prensa propia que su anfitrión “reconoció la solidez de mis argumentos políticos”. El mismo día explicó lo que había anotado en su agenda para el 25 de octubre de 2008, un año y una semana después. Ese día no iba a estar para nada a primera hora, porque acudiría a votar su referéndum. Exactamente a las 9 y media de la mañana.

Para que luego digan que los políticos de hoy carecen de un pensamiento estratégico o que son cortoplacistas en sus tomas de decisiones. Saber lo que vas a hacer un día determinado, no ya al cabo de un año, sino dentro de una semana, es un problema en unos tiempos tan volátiles como los que corren.

“Y mientras, venga a pedir dinero”, escribió Azaña que le dijo Negrín a finales de julio del 37. Votar Presupuestos contra Investigación. La ministra Garmendia, ha dicho (según los papeles) que el sistema de investigación en el País Vasco podrá seguir concurriendo “a las ayudas del Estado” gracias a que la fórmula para realizar la transferencia será “a través de la deducción del cupo”. ¿No se explicó bien?¿No la entendieron bien o es que se ha rizado el rizo y se paga dos veces la misma competencia? Deberían explicarlo con claridad.

Que el actual cálculo del Cupo es un privilegio que permite una sobrefinanciación notable a Euskadi no es cosa nueva. Emilio Guevara ha contado en alguna ocasión que cuando se estaba negociando el asunto y se cerró la cifra clave, el 6,24% de las cargas no asumidas por la Comunidad Autónoma, el entonces lehendakari Garaikoetxea no acababa de entenderlo y preguntaba a los negociadores si era un buen acuerdo para Euskadi. Uno de ellos le respondió: “Mira, lehendakari, con el 6,24% vamos a poder comprar las porras de los ertzainas en Loewe”.

El referéndum anunciado para hoy se ha quedado en casi nada, en unas manifestaciones locales a lo largo de seis municipios que van desde Guernica a Vitoria-Gasteiz, en lo que podría ser una adaptación al siglo XXI de las antiguas rutas juraderas. Es de suponer que la conmemoración no contendrá más dosis de victimismo que las estrictamente necesarias. Hemos conseguido que la jubilación anticipada de los ertzainas la pague el Estado, 30 millones de euros, que con la I+D+i y otras bagatelas suman 126 millones a descontar del Cupo. Eso será así todos los años que nos quedan de vida y más allá. Sin embargo, el apoyo del PNV sólo es para este año. En 2009, la negociación volverá al punto cero, pero con los 126 millones consolidados. Zapatero tendrá que ofrecer más dinero si quiere que le apoyen las cuentas. Y al año siguiente, más de lo mismo.

Es la aporía de Aquiles y la tortuga. El miércoles pasado, el subdirector de Estudios Financieros del CSIC, durante una conferencia amadrinada por la Fundación para la Libertad, dijo en Bilbao que el Cupo es una trampa. A mediados de los 90 llegaron a temer que el cálculo les diera negativo, un imposible lógico. O un concepto superior de soberanismo: acceder a la independencia y que nos paguen por ella.

24 octubre 2008

Juez y aparte

Santiago González

Resumen de lo publicado: Recordarán los lectores que la semana pasada conocimos un auto de Garzón declarándose competente en su causa general contra el franquismo. Ningún jurista lo avala y a sus partidarios no les importan las razones jurídicas, sino que les dé satisfacción. Aceptarían un auto prevaricador a sabiendas. Producía cierto pasmo el paralelismo entre las bravatas de un general borracho y la conferencia de Wannsee, en la que los jerarcas nazis decidieron ‘la solución final’ al problema judío, con el fin de poder llamar genocidio a los crímenes perpetrados por los franquistas. Queipo de Llano era el Heydrich del bando nacional. ¿No le llamaban a Largo Caballero ‘el Lenin español’?

Garzón ha marcado el impulso genocida con técnicas de patchwork, un corta y pega de crónicas y entrevistas que el juez no ha buscado en su fuente original, sino en obras de terceros, dando por buenas recopilaciones hechas por mano ajena. ¿Cómo se puede exigir un certificado del óbito de Franco y admitir como fehaciente un párrafo de la entrevista que le hizo para el Chicago Tribune, Jay Allen, un periodista de leyenda, dicho sea stricto sensu? Nuestros genocidas, amén de criminales, fueron unos bocazas: expusieron sus planes por la radio y a los corresponsales extranjeros. Arcadi Espada señaló el domingo aquí una contradicción relevante. Si el juez hubiera leído la entrevista entera la habría visto: el futuro dictador, después de admitir su voluntad de exterminio, respondía a la pregunta de qué pensaba hacer con los políticos de la República: “Nada. Tendrán que ponerse a trabajar.”

Tan solo en horas veinticuatro pasaron de las diligencias al sumario, (el viernes, 17 de octubre) con el fin de que el fiscal no hiciera lo que hizo: recurrir ante la Sala de lo Penal de la Audiencia en la primera fecha hábil, el lunes, 20. Demasiado tarde. Garzón rechazaba ayer el recurso, porque es a él a quién debía dirigirse, y dejaba caer, de paso, que el fiscal había tardado tres días (con un fin de semana de por medio) reprochándole la demora que ello ha introducido en el proceso. Y dicen que la justicia española es lenta. ¡Qué vértigo!
Garzón daba a conocer ayer otra pièce de resistance. Explica la conversión de la investigación en sumario, sin desarrollar una sola diligencia, por ser éste "el procedimiento en que se conceden las mayores garantías a las partes y en él se basa la Ley de Enjuiciamiento Criminal" y por ello, "no puede ser menospreciado o rechazado para posibilitar un trámite (el de apelación directa) que está pensado para un tipo de delitos de mucha menor gravedad a los que se aplican las normas del procedimiento abreviado". Razonamiento antijurídico donde los haya. En los delitos de poca pena, el procesado debe tener las mismas garantías que en los de mucha. El lehendakari ha sido procesado en procedimiento abreviado. ¿Pensará Garzón que no va a ser juzgado con tantas garantías como si se tratara de un sumario, incluso instruido por él?

Los autos del juez Garzón acabarán siendo curiosidades de la arqueología jurídica, algo así como el Código de Hammurabi 1.700 años antes de nuestra era. Con una diferencia: mientras el rey de Babilonia hizo tallar la citada recopilación jurídica en una estela de basalto, el juez más popular de España se las arregla con un mazo de folios ‘El Galgo’, maravillas de los avances tecnológicos y de la mayor sencillez de la vida democrática. Los estudiantes de Derecho podrán verlos enmarcados y pensar: hasta aquí llegó la justicia española en octubre de 2008.

20 octubre 2008

Hacienda también son ellos

Santiago González

En los buenos viejos tiempos había seguridades básicas. Si uno recibía la carta, sabía lo que tenía que hacer. La carta, así por antonomasia, en unos tiempos en los que solo recibimos sobres del banco, propaganda variada y facturas de telefónica, era en el argot empresarial, un mensaje de ETA reclamándole la extorsión, lo que los terroristas, con esa voluntad de investirse con los signos del Estado al que aspiran a sustituir, llaman “el impuesto revolucionario”.

La carta se titulaba una novela de Raúl Guerra Garrido que trataba adecuadamente este asunto, “con nombres, apellidos y lamentos”, que escribió Neruda. Y también con una cifra, un mordisco al patrimonio del destinatario que serviría en adelante para franquear nuevas cartas de extorsión, comprar armas con las que asesinar a nuevas víctimas y alimentar a los terroristas mientras esperaban el momento oportuno para ello.

Uno recibía la carta, ¿no? y entonces, tal como se le indicaba en la misma, se iba a una localidad vasco-francesa y allí preguntaba por el señor Otxia o el señor Robles, según. Una vez en presencia del recaudador, podía tratar de contar que la vida está achuchá y tratar de obtener alguna desgravación de última hora, una rebajilla en la cuota líquida.

Durante un tiempo tuvo mucho predicamento el intermediario, alguien que hacía ese trabajo de aproximación por cuenta del contribuyente. A veces actuaba mediante comisión, a veces movido por el humanismo, cristiano o laico. El resultado, en ambas modalidades, venía a ser el mismo para el pagano. El intermediario, que en el País Vasco tenía un precedente antiguo en los casamenteros, actuaba, al igual que estos por el interés. Los arreglabodas eran generalmente comerciantes que en el mismo lote de la componenda sentimental, incluían el ajuar que ellos mismos proveían a los novios. Entre los celestinos cabe destacar la figura histórica de Arriaga, el de Markina, un artesano muy avispado para detectar indianos tímidos a los que presentaba a lugareñas de buen ver y, de paso, les amueblaba la casa.

Entre los mediadores del impuesto gozó de justa fama Juan Félix Eriz, un sujeto de Elorrio que medió en secuestros y extorsiones llevado por su afán de contener el sufrimiento. Los mediadores visitaban a la víctima de la extorsión y convenían con ella en que, efectivamente, era una barbaridad el dinero que les exigían. Se hacían enseñar los saldos de las cuentas y convencían a los terroristas de que aquello era mucho para su contribuyente. Su función real era maximizar el beneficio de los terroristas, que no siempre tenían acceso a las cuentas de sus chantajeados para conocer su situación financiera, por mucho que tengan a algunos de los suyos en las ventanillas de alguna caja de ahorros, un otero privilegiado para curiosear las cuentas de los contribuyentes.

ETA no necesita grandes sumas para subsistir. Se calcula que unos dos millones de euros anuales y el cobro de la extorsión continúa. No cesó ni siquiera durante el proceso de negociaciones con el Gobierno. Fue un paréntesis en el ‘alto el fuego permanente’, pese a los esfuerzos gubernamentales. ¿Recuerdan el primer argumento de que las cartas estaban puestas en Correos antes del 22 de marzo de 2006, en que ETA hizo público el comunicado de la tregua?¿Recuerdan los insultos que los dirigentes del PSE dirigieron al presidente de la patronal navarra por denunciar la llegada de cartas en abril, mayo y junio?¿Recuerdan el bar Faisán, donde se recogía el unto?¿Recuerdan el nombre del juez que instruía el caso? Lo tengo en la punta de la lengua.

18 octubre 2008

El momento Gore

Santiago González

Cunde una cierta sensación de nervios en el estado mayor del partido-guía, una vez fracasado el referéndum programado para dentro de ocho días. Las autonómicas se acercan sin que Ibarretxe, lehendakari en cuarto menguante, se haya repuesto de los errores políticos acumulados en la legislatura. El victimismo de su procesamiento no va a colar, habida cuenta de que su competidor, que es un candidato en cuarto creciente, va a sentarse también en el banquillo y lo hará como corresponde a un político en democracia, sin aspavientos ni alardes.

Especialmente descolocados debieron de quedarse al ver que el candidato socialista les disputaba la legitimidad en el mundo euskaltzale. ¿Cómo era posible? Una fiesta en San Sebastián con euskaldunes, gente nuestra por definición, ya no se puede estar seguros de nadie. Los nervios se notaron en la denuncia que el presidente del BBB formuló contra Patxi López el pasado día 7, exigiéndole que abandonara "las puestas en escena preelectorales y retire el maquillaje político", para mostrar "su verdadera cara en todo lo relacionado" la lengua vasca.

Parece una simpleza esta clasificación del personal entre la tribu de los que siempre mienten, españoles en general y socialistas en el caso que nos ocupa, y los que siempre dicen la verdad, los nacionalistas. Naturalmente, el interés de los ‘extranjeros’ por el euskera es fingido, mientras el de los nacionalistas es la expresión de su ser más íntimo. ¿Se corresponde esto con los hechos? No, pero, ¿qué más da? Patxi López empezó a estudiar euskera cuando su partido lo designó candidato a lehendakari para las elecciones autonómicas de 2005. Ibarretxe le llevaba algo de ventaja, pero sólo porque el PNV lo propuso en 1998, año en que empezó a estudiar euskera en serio. Hasta entonces había pasado los primeros 41 años de su vida sin conocer la lengua propia y expresándose en la extraña. Una tragedia. La misma experiencia vivió Andoni Ortuzar, que empezó a estudiar su lengua propia cuando fue nombrado director general de EITB.

La dirección del PNV comprueba que el ‘Think Gaur’ no arranca y no es fácil de contrarrestar la decepción que Ibarretxe ha sembrado entre la sociedad vasca en esta legislatura irredenta. ¿Qué hacer entonces? Algún asesor tuvo un chispazo de inspiración: traigamos a Gore. El título de la conferencia pronunciada ayer por el que fue vicepresidente con Bill Clinton era “Pensando en verde; una estrategia económica para el siglo XXI”. El verde es un color muy polisémico: representa el medio ambiente y la esperanza y es, al mismo tiempo, el color de los billetes de dólar, independientemente de su cuantía. Si pensamos en el título desde esta última perspectiva en relación con la que está cayendo se comprobará de inmediato la plenitud de su sentido. Incluso para explicar la propia conferencia desde la subjetividad de Al Gore. No pienses en un elefante; piensa en verde, le habrá recomendado George Lakoff.

Durante el año 2006, la familia Gore abonó una factura eléctrica de 24.600 euros en su casa de Nashville (Texas), más de lo que usted o yo, lector medio lectora media (táchese lo que no proceda), hemos gastado por tal concepto en los 20 últimos años. Para no incurrir en demagogia, es preciso explicar que la casa de Gore tiene 960 metros cuadrados de superficie útil y eso consume mucha calefacción y aire acondicionado. ¿Quiere eso decir que la casa de Gore no es sostenible? Craso error. Claro que es sostenible, porque él gana muy bien, gracias a las conferencias que imparte por doquier, cobrando una minuta impresionante por cada una, una media de 200.000 euros. De vez en cuando, además, le damos sorpresas agradables. La ministra Narbona, por ejemplo, compró 30.000 copias del dvd con su película ‘Una verdad incómoda’ y pagó por cada una de ellas 19 euros, siete más de lo que costaba en El Corte Inglés.

Y lo trajeron. Unos 200.000 euros costó la broma, ya sabremos exactamente cuánto, para que explicara cuatro banalidades a dos centenarios de empresarios y altos funcionarios autonómicos. Las prisas, los nervios llevaron a cursar las invitaciones la víspera. Faltaron, en consecuencia, empresarios relevantes y hasta altos cargos del Gobierno. La consejera de Industria, un supone, que estaba en Chicago o el diputado general de Bizkaia, que se fue a despedir a Unai Basurko. Los de siempre dirán que es un caso canónico de financiación de campaña con dinero público, pero Ibarretxe se hizo la foto con el profeta laico del cambio climático. Además, a escote nada es caro.

17 octubre 2008

Garzón, historiador

Santiago González

El juez Garzón se ha declarado competente para instruir la causa general de la Memoria Histórica y ha empezado pidiendo los certificados de defunción de Franco y sus golpistas desde la Junta de Defensa Nacional de Cabanellas, el Gobierno de Burgos de 1936, a todos los ministros de sus cinco primeros gabinetes, el último de los cuales se creó en 1951.

La finalidad de la medida, según el auto, es que: “tan pronto conste la acreditación oficial del deceso y apuntada ya indiciariamente, su presunta participación, se declarará extinguida ésta por fallecimiento”. Inconvenientes de escribir con prisas. Es de suponer que lo que se extingue con el delito es la responsabilidad del finado, no su participación, presunta o probada en la fechoría. ¿Participaron Franco y los suyos en algún delito? En más de uno, pero su participación es un hecho que no se extingue con su fallecimiento. De eso se ocupan los historiadores, no los jueces.

Es mejor distinguir los ámbitos. Hace muchos años, un periódico de ideario católico, tituló en primera un domingo de Pascua: “Cristo ha resucitado”. Eduardo Sotillos, periodista de raza que por aquel entonces dirigía en Bilbao un periódico de vida efímera, echó un vistazo a la portada y dijo en tono admirado: “¡Coño, pues es noticia!”

Los límites entre la vida terrenal y la perdurable ya no son gruesas lápidas, sino frágiles membranas permeables. Aun en el caso que acabo de citar, ¿qué suponía aquel peñasco que tapaba la entrada de la tumba alquilada a José de Arimatea? Apenas nada. Te presentabas allí cualquier domingo con unas flores y te la encontrabas vacía. Es lo que le pasa, mutatis mutandis, al juez Garzón con sus justiciables.

Quizá pudiera el magistrado invocar la vida perdurable como un espacio adicional para su concepto del Derecho. Así podría, no sólo imputar, sino procesar a Franco, declarándolo en rebeldía.

El auto del titular del Juzgado número 5 de la Audiencia Nacional invoca casos históricos de la Justicia concebida como escarmiento. El ejemplar proceso de Nuremberg para ajustar cuentas a los responsables de la 2ª Guerra Mundial, (los nazis vencidos) por ejemplo. La Comisión Multinacional de Responsabilidades de París en 1919, para hacer lo propio con los culpables (también vencidos) de la 1ª Guerra Mundial: el káiser Guillermo II y los suyos. “La conciencia del pueblo exige una sanción” cita Garzón a dicha comisión. La conciencia del pueblo como fuente del Derecho está a medio camino entre el ‘volkgeist’ (espíritu del pueblo) que informa los nacionalismos, incluidos los fascismos del siglo XX y el espíritu de Andrei Vyshinski, fiscal general de la URSS que instruyó los procesos de Moscú, una de esas ocasiones históricas en que “la conciencia del pueblo exigía sanciones”. La conciencia del Pueblo es la fuente de la ‘justicia popular’ que invocan todos los grupos terroristas.

La Fiscalía se ha opuesto con razones contundentes: los delitos están amnistiados en 1977, igual que los crímenes de ETA y, en todo caso, Garzón no pinta nada en estas instrucciones, tal como admite él mismo implícitamente al escribir que “la exhumación (de las fosas) deberá hacerse, en todo caso, bajo la supervisión y dirección de la autoridad judicial en cuya jurisdicción se encuentre el lugar”.

Mientas el juez Baltasar Garzón levanta los pilares de esta su causa general, 2,5 millones de casos tienen al borde del colapso a la Justicia española, incluyendo en ellos algunos de sus sumarios, que, no se sabe la razón, siguen durmiendo el sueño de los justos. Es sólo un dato. O dos millones y medio.

15 octubre 2008




La unidad era esto
Santiago González

Fernando de los Ríos, que era un socialista de antes, viajó a Moscú en 1920, con vistas a una eventual integración de su partido en la Tercera Internacional. Durante una reunión con Lenin, preguntó que cuando se iba a implantar la libertad en la Unión Soviética. Lenin no debió de entender muy bien la pregunta y replicó: “libertad, ¿para qué?” A lo que el socialista andaluz respondió con una tautología muy razonable: “libertad para ser libres”. La adhesión se frustró y un grupo de socialistas descontentos se escindió del PSOE para fundar el PCE al año siguiente. Fue así, queridos y queridas, como nació el comunismo español.

El presidente del Gobierno invoca siempre que tiene ocasión la unidad con el partido de la oposición. La doctrina clásica del parlamentarismo no prescribe la unidad, sino la división de poderes; no el totalitarismo, sino el partidismo. Unidad, ¿para qué? habría que preguntar y aquí Zapatero parafrasearía a su ilustre correligionario rondeño: “Unidad para estar juntos”.

Hay ocasiones en las que es muy conveniente la unidad. Por ejemplo, en las políticas de Estado. La lucha contra el terrorismo, la política exterior, la enseñanza y el mapa autonómico, por poner cuatro ejemplos. El acuerdo básico en estos asuntos garantiza la continuidad del Estado a salvo de las alternancias en el Gobierno. Es el acuerdo entre los partidos el que define la unidad, no los contratos de adhesión a ciegas, los cheques sin fondos o los actos de confianza. La democracia tiene sus cimientos en la desconfianza. La ley, la justicia, el parlamento, los partidos políticos, el derecho, son expresiones de la desconfianza antigua entre los hombres. De ahí esa costumbre de firmar contratos. El antecesor de Zapatero, Joaquín Almunia, explicó bien la cuestión tras una entrevista con Aznar en La Moncloa , el 1 de octubre de 1998: (La unidad )«es coincidir, pero la coincidencia debe basarse en posiciones asumibles por todos, no en planteamientos hechos por unos y seguidos por otros. Esa no sería forma de llegar a un auténtico consenso.»

Hay ocasiones en que un gobierno puede pactar su política económica. Esto suele hacerse cuando la gravedad de la situación requiere medidas excepcionales. Así ocurrió en octubre de 1977, con la firma de los Pactos de La Moncloa. Así podría ser en esta ocasión si el presidente reconociera finalmente que la crisis es grave y requiere acuerdos extraordinarios. Pero eso exige algo más de transparencia que esos decretos modelo tinta de calamar. Y también control, un poco de desconfianza. ¿Por qué vamos a dar a los bancos ese dineral sin preguntar qué van a hacer con él, tal como proponía Solbes el viernes? Apliquémosles la misma desconfianza que ellos a nosotros cuando nos daban préstamos. Y si la situación no es grave, el Gobierno adopta las disposiciones que le apetece y la oposición se opone o no, según.

Está fuera de lugar esa consigna rescatada del acervo popular por Pepe Blanco, la vice de la Vega y Leire Pajín: “arrimar el hombro”. ¿Se imagina a cualquiera de los tres conminando al PNV, CiU, BNG y tutti quanti a que “arrimen el hombro a los presupuestos”? No, tienen que comprar los apoyos y, como lo saben, se limitan a regatear en vez de salpicar con moralina. Si todavía quedara algo de chispa en el laboratorio de agit-prop de Pepe Blanco acuñarían expresiones más afortunadas para exigir la colaboración de la derecha. Por ejemplo, “tirar del carro”, que quiere decir lo mismo y permite atribuir a los dirigentes del PP una cierta cualidad de semovientes.

13 octubre 2008

Aula de Cultura de El Correo

Lenguas y lenguaraces

El Gobierno vasco aprobó hace casi exactamente un año, el 16 de octubre de 2007, el ‘currículo vasco’, una alternativa al actual sistema educativo basado en los modelos lingüísticos. La razón para el cambio era la insatisfacción de las autoridades porque los modelos no garantizaban que los escolares terminaran la ESO con el nivel de competencia en euskera que a ellas les parecía el adecuado.

¿Qué hacer? Se preguntaron entonces y no encontraron mejor respuesta que la siguiente: Puesto que el sistema no garantiza el aprendizaje del euskera, hagamos de él la lengua principal de la enseñanza, es decir, la lengua vehicular, aquella que sirve para la transmisión del saber.

He aquí un error extraordinario: si el sistema no sirve para que aprendan la lengua en grado suficiente, hagamos que estudien en dicha lengua. El precio es condenar a generaciones de escolares al analfabetismo práctico, al imponerles como lengua de aprendizaje aquella en la que son menos competentes. Esos escolares tendrán, inevitablemente, una limitación básica para acceder al conocimiento.

El asunto tiene una segunda y radical injusticia en lo que supone de desigualdad social. Es evidente que los niños de familias euskaldunes tienen, a igualdad de cociente intelectual y de esfuerzo, una ventaja inapreciable para el aprendizaje sobre sus compañeros no bilingües: el conocimiento del idioma en que se imparte la asignatura.

La tercera consecuencia negativa ha sido una vulneración de los derechos laborales del profesorado que no tiene otros precedentes que la purga de los maestros no adictos en los comienzos de la dictadura franquista. Cientos de profesores han sido obligados a cambiar de puesto de trabajo por carecer del perfil lingüístico adecuado, trasladados y, en última instancia privados de sus empleos.

Hay otra cuestión previa: la libertad de elección, un derecho básico de los ciudadanos. Es el derecho de las personas a ser educadas o a educar a sus hijos en su lengua materna o en otra, si ese es su deseo. Volveremos sobre esta idea más adelante.

Sucede que la política lingüística es el banco de pruebas de los nacionalistas para sus ensoñaciones melancólicas. La quimera de “vivir las 24 horas del día en euskera” y el error de tomar como esencia vital lo que es, básicamente, una herramienta de comunicación, llevan en los casos más graves a formulaciones imposibles como la de Pasqual Maragall cuando dijo, ya como presidente de la Generalitat que “La lengua es el ADN de Cataluña”.

No es sólo un disparate. Esta mezcla inestable y explosiva de reivindicación, irredentismo, ideología sazonada con apelaciones a la biología, son el cóctel molotov del peor nacionalismo:

Todo parte de algunos errores básicos del imaginario nacionalista que deberíamos aclarar: Los territorios no tienen lenguas, las lenguas no tienen derechos, los ciudadanos no tienen raíces.

En efecto, quienes tienen y hablan las lenguas, son los ciudadanos; los titulares de derechos no son las lenguas, sino sus hablantes y estos no tienen raíces que les sujeten a los territorios o las lenguas, sino pies que les permiten trasladarse de un territorio a otro.

Se ha comentado muy a menudo el error sabiniano al escoger el nombre de su patria, Euskadi. Jon Juaristi explicaba en el bucle melancólico que los sufijos –ti o –di eran de naturaleza vegetal, (Lizardi, urkidi, pagadi, gorostidi, aristi) equivalentes al sufijo castellano –eda (alameda, avellaneda, pereda, manzaneda, etc.) y que Euskadi significaría algo así como ‘bosque de euskos’. Después de todo, quizá no fuese tanto un error como un concepto básico incapaz de asumir la libertad de los ciudadanos.

Los derechos de las lenguas...¿Tienen las lenguas derecho a decidir? ¿Puede una lengua dictaminar quiénes de entre sus hablantes son dignos de expresarse en ella? Esta posibilidad habría podido ahorrar al español la vergüenza de ser calificado por Arzalluz como “la lengua de Franco”. Otrosí pregunto: si la lengua propia de Galicia es el gallego, ¿por qué la lengua de Franco ha de ser el castellano?

Hay un quinto rasgo en esta política lingüística: es también, en última instancia, una palanca que permite situar a los hijos propios mejor que a los de fuera. Una garantía del éxito profesional y social, algo que nos redima de aquella denuncia en forma de obra teatral que escribió Sabino Arana. “De fuera vendrá…” se titulaba.
Vayamos con un caso práctico que ilustrará lo que digo:

El 6 de diciembre de 2007 publicaba El Correo una noticia curiosa, que revela hasta qué punto esta sinrazón es conocida por las autoridades educativas:
“El Gobierno vasco decidió que el 86,4% de los alumnos que fueron examinados para su evaluación en el Informe PISA hicieran las pruebas en castellano con el fin de obtener los mejores resultados posibles.”

Como saben, el Informe PISA es un informe que con periodicidad trienal compara el estado de los sistemas educativos en los países miembros de la OCDE.
El IVEI (Instituto Vasco de Evaluación e Investigación) había notado que los escolares del modelo D de familias no euskaldunes, obtenían peores calificaciones que si se examinaban en euskera que en su lengua materna, cosa natural.
Se examinaron 3.929 alumnos, 2003 de los cuales pertenecían al modelo D, pero sólo 535 fueron examinados en euskera. Es decir que las tres cuartas partes de los alumnos del modelo D tienen rendimientos por debajo de sus posibilidades y la causa de ello es su escolarización en una lengua distinta de la materna.

A ver cómo salimos del paso, piensan. Y en lugar de escolarizarles en la lengua que mejor conocen, les examinan en castellano para dar el pego en los informes. Y cuando deciden modificar el sistema es para añadir a esta desventaja a los escolares de los antiguos modelos A y B. Es extraordinario.

La subordinación de la racionalidad y la utilidad social a la sentimentalidad nacionalista acabará siendo un problema grave para la convivencia. Pero, contra lo que parecen creer quienes impulsan estas prácticas, es también una contraindicación para la imagen del euskera. Solo una política lingüística orientada hacia el interés social puede hacer de la extensión del euskera una aspiración desprovista de adherencias políticas indeseables y, por tanto, universalmente aceptada.

La semana pasada hemos visto algo de esto. Como saben ustedes, el secretario general de los socialistas vascos comenzó a estudiar euskera durante la legislatura anterior, cuando fue designado por su partido candidato a lehendakari. Hace unos días, el PSE celebró una reunión de carácter preelectoral con personas del mundo del euskera.

La semana pasada, el partido-guía convocaba una rueda de prensa para descalificar a los socialistas vascos. El presidente del BBB, mi viejo amigo Andoni Ortuzar, calificó la reunión euskaltzale de
"puestas en escena preelectorales” y exigió al PSE que “retire el maquillaje político", para mostrar "su verdadera cara en todo lo relacionado con la lengua vasca”.

Al descalificar al oponente por la lengua, el burukide está condenado a tener razón: O bien los socialistas no se preocupan por el euskera o cuando muestran la preocupación que se les exige, es pura cosmética, electoralismo, y más vale que enseñen la otra cara para que podamos partírsela (metafóricamente hablando) como veníamos haciendo hasta ahora.

Quiero hacer aquí una acotación. El presidente del BBB es un euskaldunberri que no se puso a estudiar euskera en serio hasta que le nombraron director general de EITB. El lehendakari Ibarretxe tenía más de 40 años cuando acometió el mismo esfuerzo y lo hizo en el momento en que su partido lo propuso como candidato a lehendakari. Exactamente igual que Patxi López.

El que fuera presidente de la Academia de la Lengua Vasca, Luis Villasante, dirigió, hace ya bastantes años, unas sabias advertencias a los nacionalistas en el sentido que comentamos aquí hoy, que la incorporación de la política a la lengua, convierte a ésta en un artefacto:

“Es absolutamente necesario que Euskaltzaindia y el euskera se mantengan al margen de las opciones políticas. Me perdonarán los nacionalistas si les hago una consideración: si aman de verdad el euskera y Euskal Herria que no los liguen a su ideología. Y eso, por el bien de eso que aman. Hay que estar ciego para no ver los riesgos de ligar ambas cosas. De ligar euskera y nacionalismo, se sigue entre otras cosas que los vascos que no aceptan esa ideología, rechacen el euskera. Con este comportamiento, finalmente, lo que es de todos, se convierte en algo de un partido.”
Voy a poner un ejemplo que resume extraordinariamente bien esta cuestión: un desprecio de la utilidad social que es causa de rechazo del euskera:

Este papel que tengo aquí es una copia del BOPV correspondiente al 9 de noviembre de 2006. Se trata del “Baremo de méritos de la categoría de médico” para todos aquellos profesionales que quieran obtener plaza de tales en el Servicio Vasco de Salud – Osakidetza.

Imaginemos un caso hipotético: un estudiante de Medicina. Durante los seis años que dura su carrera ha obtenido cinco matrículas de honor en cada curso. Eso basta para considerarlo un estudiante brillante y para pensar, con un alto grado de probabilidades, que será un profesional muy competente.

Si nuestro héroe imaginario quiere ser médico de Osakidetza, su currículum académico será valorado con 0,2 puntos por cada matrícula. Es decir, 6 puntos. Céteris páribus, un estudiante mediocre que ha apurado convocatorias y repetido curso, pero es euskaldun y puede acreditar el PL1, tendrá por ello 8 puntos, es decir, le madrugará la plaza al anterior.

El Perfil Lingüístico 2 está baremado con 16 puntos.

Haber sido catedrático en una Facultad de Medicina acredita 1,2 puntos. Cada ponencia presentada en un Congreso Internacional vale 0,2 puntos.

O sea, que el de las matrículas de honor, después de ser catedrático en una Facultad y haber participado como ponente en congresos internacionales, consiguiendo el máximo de puntuación por cada uno de los tres conceptos,
Alguien, en suma, con el currículum de Ramón y Cajal obtendría un máximo de 12,5 puntos para sentar plaza en Osakidetza. Nada que hacer frente al del PL2, que tiene 16 sólo por hablar euskera con título de la Escuela de Idiomas. ¿Qué tendrá la Escuela de Idiomas que no tenga la Facultad de Medicina, si de formar médicos se trata?¿tendríamos que ir a buscar buenos traductores a la Facultad de Ciencias Químicas?

No puede decirse que esta actitud impulse la causa del euskera, sea lo que sea lo que signifique esto. Lo van a entender fácilmente. Supongan que tienen que ser intervenidos quirúrgicamente. En el momento de entrar en el quirófano, el anestesista y el cirujano le hablan en euskera. Déjenme que fuerce el supuesto hasta el absurdo: ¿No preferirían que ambos fueran analfabetos en euskera? Estando así las cosas, sería una garantía de que han conseguido su plaza por otros merecimientos profesionales que son más de interés para el supuesto que les propongo.

“Las lenguas están hechas para entenderse”, dijo el presidente del Gobierno en el Congreso el 8 de marzo de 2005, con una de esas frases que son como las pompas de jabón: aparentes, transparentes e irisadas. Basta con mirarlas un instante. Hacen plop! y desaparecen, dejando en su lugar una gota de agua. Rafael Sánchez Ferlosio habló del asunto en una carta que publicó ABC cuatro días más tarde:

Con el semantema «lengua» el plural no admite más que un valor distributivo, y al decir, como él ha dicho, «las lenguas están hechas para entenderse» no cabe otra interpretación correcta que la de «cada una de ellas para entenderse sus hablantes entre sí»; nunca «para entenderse una lengua con otra», lo que es palmariamente falso: el latín no está hecho para entenderse con el griego. Cuando hablantes griegos y romanos hubiesen querido entenderse, o bien habrían recurrido, para comunicaciones muy elementales, al lenguaje de los gestos (…) o bien a un intérprete que supiese ambas lenguas, o bien a una tercera lengua por ambos conocida.
O sea, la lengua franca o koiné, que es la manera de decir común en griego sin que se alborote el gallinero. Los redactores de la Biblia conocían la falsedad del razonamiento: Si las lenguas están hechas para entenderse, cuantas más lenguas hablemos, mejor nos entenderemos.

Esto no era así desde la Torre de Babel, basta con asomarse al Génesis:
"Y descendió el Señor a ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de Adán, y dijo: ‘He aquí, el pueblo es uno solo y todos tienen un mismo lenguaje. Y han empezado esta fábrica y no desistirán de sus ideas hasta llevarlas a cabo. ¡Ea pues!: descendamos, y confundamos allí mismo su lengua, de manera que el uno no entienda el habla del otro’.

Y de esta suerte los esparció el Señor desde aquel lugar por toda la faz de la Tierra, y dejaron de edificar la ciudad. De donde se le dio a ésta el nombre de Babel o confusión, porque allí fue confundido el lenguaje de toda la Tierra: y desde allí los esparció el Señor por todas la regiones".

Hay qué ver. Miles de años para convertir una maldición bíblica en una conquista democrática y una expresión de pluralismo enriquecedor cuyo efecto más inmediato es mejorar la comunicación entre los pueblos.

¿Puede un consejero del Gobierno vasco entenderse con un chino cantonés? Podría ser si el chino hubiera estudiado euskera y el consejero también lo hablase, pero sería mucha coincidencia. El número de consejeros del Gobierno Vasco pasados y presentes capaces de expresarse con fluidez en chino es estadísticamente irrelevante.
Si el chino es propietario de restaurante o de bazar se expresará en un castellano suficiente para que se entiendan. Si se trata de un chino que vive en Zurich, lo más probable es que tengan que entenderse en inglés, en caso de que el sailburu lo hable.

Si el interlocutor de nuestro héroe fuera británico, la cosa estaría más clara. Los ingleses tienen la sorprendente creencia de que ellos no necesitan hablar ninguna de las lenguas cooficiales de España. De hecho, ni siquiera se creen en la obligación de aprender español. Piensan, con razón, que ya aprenderemos nosotros inglés, por la cuenta que nos tiene. Como en el ejemplo de Ferlosio del griego y el romano, o se recurre a intérprete o a la koiné, la lengua franca o común, dicho sea con perdón.

La cuestión lingüística se está convirtiendo en los últimos tiempos en un problema político de nuestro presente y parece que puede agravarse en adelante. Esto es un hecho tanto más notable, cuando no existía hasta hace cuatro o cinco años. No es un problema social, de momento, no supone dificultades para la convivencia por ahora, pero sí es objeto de discriminación para muchos ciudadanos por parte de los poderes públicos.

Hace cuatro meses, un grupo de intelectuales escribió un texto, que llamaron: “Manifiesto por la lengua común”, que fue ampliamente difundido por un periódico, el diario EL MUNDO.
Era un manifiesto bastante sensato.
-Partía de la consideración de todas las lenguas oficiales como igualmente españolas y merecedoras de protección institucional, y subrayaba que solo una es común a todos los españoles y puede suponérsele a cualquier ciudadano.
-Establecía que son los ciudadanos los que tienen derechos lingüísticos, no los territorios, ni mucho menos, las lenguas mismas.
-Se mostraba respeto por el impulso al bilingüismo en las CA, aunque se matizaba sí al estímulo, no a la imposición.
Y los abajo firmantes reclamaban al Parlamento español una norma legal que estableciera:
-El derecho de todos los ciudadanos a ser educados en lengua castellana o española, fuera cual fuese su lengua materna.
-En las Autonomías bilingües, los ciudadanos tienen derecho a ser atendidos en cualquiera de las dos lenguas oficiales. Eso quiere decir que habrá un número suficiente de funcionarios bilingües, no que todos deban serlo.
-Es recomendable que la rotulación sea bilingüe, pero no obligatorio para los particulares
-Los representantes políticos usarán la lengua común en sus funciones que desborden el marco autonómico. En los parlamentos autonómicos podrán emplearse indistintamente las dos lenguas oficiales.

He querido hacer este breve resumen para contraponerlo con las cosas que se han dicho contra el manifiesto, que han tenido un rasgo común: la falta de argumentación y el exceso de consignas. Y de sectarismo. Ha habido gentes que han negado o retirado su firma a posteriori por ser una campaña apoyada por un periódico determinado.
No importa que en el primer párrafo, los autores hayan dejado claro que su desazón no es cultural:
“Nuestro idioma goza de una pujanza envidiable y creciente en el mundo, sólo superada por el chino y el inglés, sino de una inquietud estrictamente política: se refiere a su papel como lengua principal de comunicación etc. etc.”
Tampoco importa que, a continuación, el citado manifiesto explique con razonable precisión que:
Todos los ciudadanos tienen derecho a ser educados en lengua castellana, sea cual fuere su lengua materna. Las lenguas cooficiales autonómicas deben figurar en los planes de estudio de sus respectivas comunidades en diversos grados de oferta, pero nunca como lengua vehicular exclusiva. En cualquier caso, siempre debe quedar garantizado a todos los alumnos el conocimiento final de la lengua común.
Quédense con los conceptos básicos:
A) el castellano goza de una envidiable pujanza.
B) Todos los alumnos tienen derecho a educarse en lengua castellana.
¿No les parece que son relativamente asequibles? Pues al parecer, no. Un montón de personalidades, intelectuales, profesores, articulistas y profesionales pluridisciplinares varios han entendido que el manifiesto dice:
A) Que el castellano o español está en peligro
B) Que los escolares no aprenden la lengua castellana.
Vamos a ver algunos casos eximios: La ministra de Educación, Mercedes Cabrera, dijo un par de días después de la publicación del manifiesto:
"Yo no tengo que apoyar nada, sólo tengo que decir lo que me corresponde como ministra de Educación y nada me hace dudar sobre la enseñanza del castellano en España"
Inmediatamente después, la consejera de Cultura del Gobierno balear, Bárbara Galmés:
"El uso social del castellano no corre peligro".
El pasado 27 de agosto aparecían en la prensa escrita unas declaraciones de Jordi Pujol sobre el asunto que nos ocupa. Decía:
No es cierto que el español esté perseguido en Cataluña. No hay ni un niño de seis años que no hable castellano. Y en los exámenes del final de ciclo el conocimiento del castellano es algo mayor que el del catalán. Le invito a usted misma, como una obligación patriótica y cívica, a salir a la calle en Barcelona y hablar con cualquier niño que se encuentre. Que en Cataluña se persigue al español es mentira. Repito, salga a la calle y compruébelo.
Si hubiera querido responder a lo que se le preguntaba realmente y al texto real del manifiesto, debería haber dicho:
"No es cierto que la lengua española esté marginada como lengua de aprendizaje en el sistema escolar de Cataluña. No hay ni un niño de seis años que no estudie en castellano, si esa es la voluntad de sus padres. Le invito a usted misma, como una obligación patriótica y cívica (sic) a salir a la calle en Barcelona y hablar con cualquier padre o madre que se encuentre. Encuéntreme uno solo que pueda quejarse de que en Cataluña no consigue educar a sus hijos en lengua castellana.

El presidente del Gobierno sí se atrevió a decir eso. Fue en abril de 2006, en una entrevista periodística:

“Aunque haya un solo caso (de padres que no puedan educar a sus hijos en castellano) hay que intervenir”

El pasado 28 de septiembre se manifestaron en Barcelona entre 4.000 y 5.000 personas, según la Generalitat y según los organizadores, respectivamente.
Se trata de un caso extraordinario, en el que una serie de ciudadanos se dirigen a su Gobierno, en este caso la Generalitat de Cataluña en petición, no de un privilegio, sino de que se cumpla la Ley. Exactamente la Ley de Política Lingüística, 1/98, elaborada por Jordi Pujol en los buenos viejos tiempos de la mayoría absoluta y aprobada por el Parlament de Cataluña el 7 de enero de 1998, que en su artículo 21.2 dice:

21.2.-"Los niños tienen derecho a recibir la primera enseñanza en su lengua habitual, ya sea ésta el catalán o el castellano. La Administración ha de garantizar este derecho y poner los medios necesarios para hacerlo efectivo. Los padres o tutores lo pueden ejercer en nombre de sus hijos instando a que se aplique."

Emilio Pérez Touriño, también lamentó que el líder de los populares gallegos, Alberto Núñez Feijóo, «calle como un muerto» cuando «circulan manifiestos contra la lengua gallega».
La ministra de Defensa, Carme Chacón, también confunde las preposiciones. Da por hecho que en Cataluña se enseña 'el' catalán y es partidaria de que también se imaparta la enseñanza del castellano, del euskera y del gallego.
Sostiene Chacón que la lengua ha sido "un segmento de convivencia como ningún otro en Cataluña". Y sostiene más:

"Un empresario, si puede contratar a un chico que habla castellano y habla catalán y a un chico que sólo habla castellano, pues contrata al que habla castellano y catalán".

Todos los jóvenes al finalizar la educación general obligatoria conocían el catalán y el castellano "al margen de lo que se hablara" en cada casa, y estaban preparados para "acceder por supuesto a todos los puestos de la Administración pública y trabajar en cualquier lugar".

¿Cuál es la función de la Educación para la ministra de Defensa? Enseñar la lengua. ¿Cuál es el pasaporte a la clase dirigente en Cataluña? El conocimiento del catalán. ¿Cree la ministra que los empresarios catalanes no preguntarán a quienes aspiran a un puesto de trabajo: "Y usted, además de hablar catalán y castellano, ¿qué más sabe hacer? Es que yo necesito un analista financiero". Es probable que incluso en la Generalitat necesiten funcionarios con saberes y habilidades específicas.
Todo el PSOE, constituido en Congreso, aprobó en julio una ponencia en la que se afirma que el castellano no está en peligro. Josep Lluis Carod Rovira les dio la razón unos días más tarde:

No es serio defender que el español está amenazado.

En efecto, el Partido Socialista aprobó en su primer día de Congreso una resolución titulada "El pluralismo lingüístico en España: Defensa del modelo constitucional", un catalogo de falacias de las que voy a destacar tres:

Ese bilingüismo [el del modelo educativo catalán] es el que garantiza la igualdad plena de derechos ciudadanos.

En ningún caso se ha dejado de garantizar el conocimiento del castellano. Ningún niño o niña de Catalunya desconoce la lengua común.

Estas otras lenguas, también españolas y por lo tanto, patrimonio de todos, necesitan en paralelo una proyección y una protección. No tiene sentido pensar que el castellano debe defenderse de ellas.

Igualdad plena de derechos a los niños escolarizados en una lengua que no es la propia. Esto es Orwell: “guerra es paz. Libertad es esclavitud. Ignorancia es fuerza.

Respecto al segundo punto, ¿quién le puede poner puertas al campo?¿Quién podría desconocer la lengua común? El español se ha abierto paso en Internet y en los Estados Unidos. Ni siquiera Carod Rovira podría conseguir desconocerla. El lema "Vivir las 24 horas del día en euskera" (o en catalán) es una estupidez notable. Nadie puede vivir así. Aunque se niegue a salir de casa y su familia padezca la misma discapacidad intelectual. El problema es que los ciudadanos que salgan mañana de los sistemas educativos catalán y vasco no serán iguales. Evidentemente, habrán adquirido más conocimientos aquellos cuya lengua materna fuese el catalán o el vasco.

"No tiene sentido pensar que el castellano debe defenderse de ellas (las lenguas cooficiales)" dice el papel en el tercer punto que he seleccionado. Extraordinaria prosopopeya, cuando no simple tontería. Las lenguas no luchan unas con otras, no atacan, no se defienden, no son acosadas, perseguidas, ni se sienten amenazadas, no están enfermas, ni mueren, por más que en un abuso de la metáfora haya lenguas a las que llamamos muertas. Quienes sí se han muerto son sus hablantes. Las lenguas no tienen derechos, ni hipotecas, no les afecta el euríbor, ni padecen migrañas, alopecia o disfunción eréctil.

Parecen éstas ideas bastante simples como para no ser asimiladas por gentes que han cursado, en el peor de los casos, estudios de nivel medio. Sí lo entendieron, el portero de la selección española de fútbol, Iker Casillas, que firmó el Manifiesto y explicó sus razones para ello:
"Me adhiero porque no quiero que ni un sólo niño en mi país no tenga derecho a educarse en nuestro idioma común"

De eso se trataba, justamente. También lo entendió Kirmen Uribe, un escritor euskaldun, nacido hace 38 años en Ondárroa, que, entrevistado en la Última de El País y preguntado al respecto, dijo:
"Leí el famoso Manifiesto por la lengua común y creo que no se entendió bien. Creó demasiados rechazos en vez de plantearlo como la preocupación de muchos padres que quieren que sus hijos estudien en castellano. Una preocupación real y por tanto muy a tener en cuenta".

¿Es posible que lo que no alcanzaron a entender el presidente y la vicepresidenta del Gobierno, las ministras de Educación y Defensa, un surtido de responsables de Política Lingüística en distintas Comunidades Autónomas, la Federación de Asociaciones de Escritores de Galeusca, el Congreso del PSOE, Carod Rovira, Alfredo Bryce Echenique y una decena de gentes de variadas actividades profesionales que han dejado testimonio de su incomprensión en sendas tribunas periodísticas, sólo haya sido entendido por un escritor de Ondarroa y un futbolista profesional?

Así parece. Sin embargo, aquellos de ustedes que sean votantes del Partido Popular tampoco se regocijen en exceso con las ocurrencias del adversario político.

Alicia Sánchez Camacho, presidenta del PP en Cataluña, también se apuntó gozosamente a la confusión de las preposiciones y, después de explicar dicho texto en los términos que no son, explicó su no razón el 17 de julio, en una entrevista en La Vanguardia:
"Yo he defendido, defiendo y defenderé el derecho a usar y a aprender el castellano en Cataluña, pero no firmaré el manifiesto, no es necesario"
.

Necesario, necesario… Tampoco es necesaria en sentido estricto su presencia en la vida política catalana o española, por poner un ejemplo.

Mariano Rajoy declaró este verano que su partido presentará una propuesta en el Congreso para garantizar que los españoles puedan expresarse en español, si así lo desean, porque:

"Las personas tienen que tener derecho a hablar el idioma que mejor les parezca y yo soy partidario en eso de la libertad y del ejercicio de los derechos individuales".

El presidente del PP había anunciado dos meses antes que su partido suscribía el Manifiesto por la lengua común. Desde que fue presentado el Manifiesto por la Lengua Común, que había recogido hasta aquel momento 136.555 firmas de apoyo. El partido de la oposición, que obtuvo el 9 de marzo pasado 10.169.973 votos, se adhirió sentimentalmente al texto, pero no aportó ni una sola firma. Hagamos números: en el muy improbable supuesto de que todos los firmantes hubiesen votado al PP el 9 de marzo, el manifiesto habría sido apoyado por el 1,34% de dichos votantes.

El último disparate que he podido detectar sobre este asunto, lo escribió un hombre que hasta hace muy poco tenía todo mi afecto personal y mi respeto intelectual, el profesor Gregorio Peces-Barba. Bueno, el afecto personal no se lo he retirado.

En una tribuna publicada el pasado 4 de octubre en El País, titulada “Buen sentido y debate lingüístico”, partía de una observación improbable para llegar a ningún resultado interesante:
Si bien las expresiones ‘lengua común’ y ‘lengua propia’ podrían ser razonables en un contexto no conflictivo, no lo son aquí y ahora, donde lengua común y lengua propia son conceptos que se disparan contra el diferente, apreciación en la que no carece del todo de razón.

Lo malo es que propone este lugar de encuentro. que el castellano sea el vehículo único de comunicación en las comunidades no bilingües y las lenguas autonómicas sean “formas de comunicación vehiculares de la educación” en las comunidades bilingües, si bien habría que contemplar alguna excepción para los transeúntes.

Realmente impresionante. Uno de los padres de la Constitución, presidente del Congreso, catedrático de Filosofía del Derecho, rector de Universidad… y nos sale con esto. Me recuerda la perplejidad de un labrador de mi pueblo que le decía a su hijo, próximo a recibir las órdenes sacerdotales:
“Hijo mío, cinco cursos de Latín, tres de Filosofía y cuatro de Teología y ni siquiera sabes aparejar la burra”.


Es muy notable pedir que en las comunidades no bilingües, o sea, aquellas en las que solo se habla castellano, sea el castellano la lengua de la enseñanza. Hombre, también pudiera ser que cualquier día exigiera ERC que si el Gobierno quiere aprobar sus presupuestos, declare que el catalán es la única lengua oficial de la comunidad de Extremadura, pongamos por caso. Pero no parece que tal propuesta tenga posibilidad alguna de prosperar.

La otra parte de lo que nuestro hombre considera la solución moderada, es sencillamente, el plan de Montilla y el nacionalismo para Cataluña y el que el Gobierno vasco tiene para Euskadi. Es verdad que a finales de septiembre, coincidiendo con el Debate de Política General, el PNV hizo pública su oposición al currículo vasco. El hecho de que no hubiera dicho una palabra en el año transcurrido desde que se aprobó en Consejo de Gobierno hace pensar que se trata sólo de una moratoria. Estamos en precampaña, el PNV muestra fatiga electoral en las encuestas y no quiere dar bazas al PSE para que les desaloje de Ajuria Enea.

Pero el artículo de Peces Barba tiene un punto de mucho interés y es el considerar los sintagmas ‘lengua común’ y ‘lengua propia’ como simétricos y equidistantes del espacio de la moderación que él reclama.

No son disparates equivalentes. El castellano o español es la lengua común de todos los españoles, incluidos, para que no queden dudas, todos los gallegos, catalanes y vascos. Es, repitámoslo, la ‘koiné’, término de origen griego que quiere decir exactamente ‘común’. Imaginemos a un catalán y un vasco tratando de comunicarse en sus respectivas lenguas autonómicas. Sería posible que éste comprendiese a aquél por la similitud del catalán con castellano, pero sería bastante improbable que el catalán entendiese al vasco y lo más seguro es que ambos pasaran a expresarse en castellano, porque las lenguas están hechas para que se entiendan entre sí sus respectivos hablantes, como decía Sánchez Ferlosio en el ejemplo que les ponía antes.

Examinemos el otro platillo de la balanza que usa Peces-Barba. La lengua propia. ¿Qué quiere decir ‘propia’? Pues como en este país cultivamos con tanto mimo las paradojas, con ‘lengua propia’ queremos señalar la que nos resulta más extraña.

El pasado mes de julio, exactamente el día 13, la prensa vasca publicaba dos artículos sobre este asunto. El autor del primero decía:

Mi lengua es el castellano. En ella aprendí a expresarme, a través de ella me formé y en torno a ella he establecido mis principales relaciones de convivencia. Pero, dicho esto, no puedo dejar de añadir que, respecto de aquella otra que llaman 'propia' de mi país, mantengo dos sentimientos tan arraigados que nunca he podido ni querido erradicar. El primero es de añoranza. El segundo, de culpa nunca del todo expiada.


No entremos en el cenagoso territorio de la culpa, que esos son terrenos más propios para el psicoanálisis. Pero sí es interesante la añoranza que manifiesta el autor por una lengua que nunca habló.

¿Se puede sentir nostalgia de lo que nunca se tuvo? Iñaki Viar y Jon Juaristi escribieron hace casi 20 años un artículo en el diario El País, bajo el título El nacionalismo vasco, entre el duelo y la melancolía, idea que Juaristi desarrolló posteriormente con fortuna en El bucle melancólico. A partir de los conceptos freudianos en torno al sentimiento por la pérdida del objeto amado, los autores planteaban exactamente esta cuestión como la clave de la sentimentalidad nacionalista a la que me refería antes: duelo y melancolía por la pérdida de algo que no se ha tenido nunca.

Dos días después, un catedrático de la UPV que ejerce como asesor del lehendakari Ibarretxe, insistía en parecidos mantras con un artículo cuyo título era una impresionante declaración de principios sobre el tema:
El derecho a conocer la propia lengua

¿Podemos desconocer la lengua que nos es propia? Sí, en la medida que sólo somos capaces de expresarnos con fluidez y solvencia en la lengua que consideramos 'extraña'. Ya he contado antes que el jefe del autor, sin ir más lejos, se pasó los primeros 41 años de su vida expresándose en una lengua extraña, el castellano. Fue en 1998, cuando su partido lo designó como candidato a lehendakari, cuando empezó a aprender su lengua propia, que es, naturalmente, el euskera.

Hay casos más notables. El presidente de la Generalitat que impulsa la inmersión escolar en catalán fue acusado por el diputado Felip Puig de no ser “capaz de hablar la lengua propia con propiedad”.

Parece grotesco llamar lengua propia de Montilla a la que el president no sabe hablar con propiedad. ¿Son suficientes los 37 años que lleva en Cataluña para aprender el catalán? Así, a ojo, es tiempo más que sobrado para que cualquiera convierta en lengua propia el chino cantonés. O el euskera. Cuanto más una lengua romance como el catalán. Cabe pensar que el honorable no ha puesto mucho empeño y pretende que el interés lo pongan otros, obligando a la inmersión lingüística a todos los niños en edad escolar, sea cual sea su lengua materna.

“Estoy dispuesto a recibir lecciones de catalán, pero no de catalanidad”, respondió el president a la crítica de Puig, una pamema propia de un tiempo en el que gobiernan los becarios. La presidencia de un Gobierno, aunque sea autonómico, no es un master. Si el catalán es la lengua propia de Cataluña, según el Estatut –otro logro del PSC-debería llevarlo aprendido al cargo.

Ibarretxe aprendió a definir la lengua propia con algo más de sutileza:

El euskera es una de las principales señas de identidad de esta sociedad, nuestra lengua propia, no porque sea la única que tenemos, sino porque nuestro pueblo es el único que la tiene, una seña de identidad positiva, un elemento de integración y cohesión.

Es más ingenioso, pero falaz. Si aceptamos esta definición de lengua propia, habremos de aceptar que la lengua de Cataluña, la propia, no es el catalán, sino el aranés, porque el catalán se habla en otras comunidades, como Baleares o el Pasís Valenciano. Emilio Guevara negaba el concepto de una lengua propia (única) para Euskadi:

“Este pueblo tiene dos lenguas propias, si seguimos manejando este calificativo. Porque si el castellano es la lengua que se habla en este pueblo desde hace siglos y que es realmente la lengua materna de la gran mayoría de los vascos no se puede negar el carácter de lengua propia que tiene el castellano en este país. Este país se diferencia de los otros no sólo por tener como lengua propia el euskera, sino porque tiene dos lenguas propias, una que se comparte con otros pueblos, que es el castellano, y otra que es la originaria, que efectivamente hay que preservar, mantener y recuperar y equiparar a la otra.”

Era casi inevitable que en esta carrera de originalidades, el abuso de lengua propia contagiara el concepto de lengua materna, que alguien se pasara en la frenada y fue Alicia Sánchez Camacho en la ya citada entrevista de La Vanguardia:

"En esta tierra conviven con normalidad dos lenguas. Algunos, como es mi caso, tenemos el castellano como lengua materna y le damos a nuestros hijos otra lengua materna, que es el catalán."
Lo cantaba aproximadamente Antonio Machín:
Yo no puedo comprender/ cómo se pueden tener/ dos lenguas maternas a la vez/ y no estar loco. Y no estar loco.

En la primavera de 1992 se produjeron unas conversaciones entre el PNV y Herri Batasuna en un hotel de Bilbao. La delegación del PNV estaba integrada por Joseba Egibar, Juan Mª Ollora y Gorka Agirre y en el otro bando formaban Floren Aoiz,, Iñigo Iruin y Jon Idigoras
.
El bando abertzale se empeñó en que el diálogo fuese en euskera, aunque había un problema. Seguramente porque había un problema. Los seis comensales tenían una lengua común, que hablaban los seis, y una lengua propia, que sólo comprendían y hablaban cinco. El sexto, Juan Mª Ollora, únicamente era capaz de expresarse en ‘la lengua extraña’, que es la que mejor habla en Euskadi la inmensa mayoría de los bilingües.

La cosa transcurrió así: hablaba el portavoz de Batasuna y esperaba a que Gorka Agirre tradujera al español sus palabras con el fin de que fuesen entendidas por Ollora. Éste respondía, naturalmente en castellano, mientras Aoiz miraba al infinito y ponía cara de mí no comprender en espera de que Egibar tradujese las palabras de su compañero al euskera para darse por enterado.

Así estamos, entre lenguas fieramente humanas y lenguaraces que , o bien se sirven de ellas de manera ventajista o las usan con el único carácter instrumental que les reconocen: como piedra para descalabrar al adversario. Creo que los nacionalismos y el partido a quien los españoles confiaron la tarea de gobernar el pasado mes de marzo deberían pensar por qué empieza a ser un problema de convivencia lo que antes no lo era.

Ganaríamos mucho terreno si los nacionalistas empezaran por desacralizar la lengua, quitarle ese exceso de sentido del que hablaba Jon Juaristi en ‘El bucle melancólico’ y su carácter autorreferente:

“Para qué sirve la lengua nacionalista sino para enseñar y difundir la lengua nacionalista, negando al mismo tiempo en obsesiva simetría la lengua del otro?”


Esta no es una particularidad de los nacionalismos españoles. Hace casi 70 años un periodista irlandés llamado Brian O’Nolan firmó una deliciosa novelita con el seudónimo Flann O’Brian, que un amigo me ha prestado este mismo fin de semana. Se titula ‘La boca pobre’, que es una frase hecha en gaélico para denotar lo que llamamos ‘victimismo’.

Les voy a leer un párrafo, en el que el presidente de una Asociación gaelicista abogaba por imponer la lengua celta, el gaélico, como lengua propia de la nueva Irlanda:

"¡Gaélicos! -dijo-, mi corazón gaélico se llena de alegría al estar hoy aquí dirigiéndome a vosotros en gaélico en esta fiesta gaélica en el centro del territorio gaélico. Dejadme decir que soy gaélico. Soy gaélico de pies a cabeza, gaélico por los cuatro costados. Asimismo, todos vosotros sois verdaderos gaélicos. Todos nosotros somos gaélicos de puro linaje gaélico. Quien es gaélico, siempre será gaélico. Yo nunca he pronunciado (ni vosotros tampoco) una sola palabra que no sea gaélica desde el día en que nací, y lo que es más: todo lo que he dicho, ha versado sobre el tema de la lengua gaélica.

Si somos verdaderos gaélicos, es necesario que nos ocupemos siempre de la cuestión del gaélico y de la gaelicidad. De nada sirve saber gaélico si lo empleamos para conversar de cosas que no son gaélicas. Quienes hablan en gaélico pero no se ocupan de la cuestión de la lengua, no son verdaderamente gaélicos en el fondo; personas así no benefician nada al gaelicismo, pues lo único que hacen es burlarse del gaélico e insultar a la gente gaélica.

No hay nada en este mundo tan hermoso y tan gaélico como los verdaderos gaélicos verdaderamente gaélicos que hablan en verdadero gaélico sobre la gaélica lengua gaélica.

¡Por tanto proclamo gaélicamente inaugurada esta fiesta! ¡Arriba los gaélicos! ¡Larga vida a nuestra lengua gaélica!"

Nada más por mi parte. Buenas noches gaélicas a todos ustedes. Y a todas, naturalmente.

Bilbao, 13 de octubre de 2008