24 noviembre 2010



La oscuridad
Santiago González
Al contrario de lo que pudiera parecer a los legos, quienes sufren cerca de sí la explosión de una bomba no ven un fogonazo, sino justamente oscuridad. Los dos testigos del atentado contra la casa cuartel de Legutiano en el que murió el sargento Juan Manuel Piñuel, eran agentes de la Guardia Civil y matrimonio, y lo declararon así ayer, en la primera jornada de la vista contra los presuntos asesinos.

“De repente vi la oscuridad y pensaba que había muerto”, dijo él. “Primero fue la oscuridad y luego el sonido de la explosión”, corroboró ella, con voz aún temblorosa y en un estado de nervios que no ha cesado desde la madrugada del 14 de mayo de 2008. El sargento Piñuel trataba de hacer una llamada de emergencia a la Central Operativa cuando murió aplastado entre los cascotes de lo que fue la sala de comunicaciones del cuartel.

El sargento Piñuel era la tercera víctima de ETA en la localidad. La primera se produjo el 12 de octubre de 1975, cuando Legutiano aún era Villarreal de Álava. Un taxista de Mondragón llamado Germán Aguirre fue contratado por un cliente para que lo llevara a Villarreal, donde el viajero y sus cómplices le dispararon ocho tiros y abandonaron su cuerpo y el taxi a quinientos metros escasos del cuartel de la Guardia Civil.

El 18 de agosto de 1986, el coronel José Mª Picatoste, que era muy conocido en la localidad, ya Legutiano, salió del restaurante Astola, donde había ido a tomar café, después de una comida en familia. Dos etarras, que le esperaban tomando un refresco en la barra, salieron tras él y le dispararon en el momento de subir a su vehículo.

La abogada defensora del procesado Aitor Cotano es la dirigente Batasuna y letrada de la defensa de Arnaldo Otegi, Jone Goirizelaia, lo que da pie a un par de reflexiones adicionales: los presuntos asesinos de Piñuel gozan de cierta relevancia política y social en la Izquierda Abertzale, a juzgar por el nivel de la asistencia letrada de que gozan. Batasuna no debe de tener mucho ascendiente sobre ETA: si ni siquiera consiguen que se ahorren los desplantes al tribunal, ¿cómo se las arreglarán para convencerles de que depongan las armas?

El atentado de Legutiano se produjo 16 meses y medio después de la explosión de la T-4. Hoy, dos años después de la barbarie, el atentado es una tragedia íntima para la familia de Piñuel y para sus compañeros supervivientes del atentado. Los restos de la casa cuartel, reducida al estado de ruina, fueron demolidos un mes más tarde.

Aunque los has testigos no han podido todavía recuperarse de las secuelas del atentado, ya se oyen voces en los aledaños del Gobierno que confían en la evolución que, según ellos, está desarrollándose en el interior de Batasuna. No se ha oído una sola palabra dicha en público por los dirigentes abertzales contra ETA, pese a lo cual creen que condenarán a ETA, si esta no para y este gesto bastará para legalizarles.  La oscuridad como metáfora del mal, el miedo, la ignorancia. Deberían conocer un precedente que no significó gran cosa. Al día siguiente del asesinato del coronel Picatoste, hace 311 asesinatos, un concejal de Herri Batasuna en Legutiano, José Enrique Martínez de Sarriá, apoyó la moción del Ayuntamiento en la que se consideraba a la víctima “un hombre de bien” y se condenaba su asesinato.

19 noviembre 2010



De profundis
Santiago González
Ver a Zapatero en actuación parlamentaria tiene algo de estupefaciente. En todas sus comparecencias hay una voluntad de estilo, que el presidente toma de su género de comparecencia preferido: el mitin. Nadie espera rigor, profundidad ni finura analítica en el orador de un mitin. Nadie le reprochará demagogia o que se le vaya la mano en la sal gorda. Hay un rito que congrega al oficiante y a su público en una comunión de emociones. “En el mitin lo importante no son los discursos sino los aplausos”, confesó hace tres años a su biógrafo De Toro.

El presidente tiene clasificados a sus antagonistas. Hay dos de oposición: Rajoy y la estrella solitaria de UPyD, algún ejemplo de responsabilidad, como Erkoreka, a quien elogia hasta abrumarlo y mediopensionistas a los que agradece el tono y dirige alguna crítica menor. 

La lidia siempre es la misma en el mismo tercio electoral: Rajoy no arrima el hombro ni hace propuestas, y al contrario que él, solo tiene interés en el poder, pero va a perder las elecciones como todas las anteriores. Rosa Díez es una diputada de 350, debería ser más humilde, como si no fuera una voz entera de la soberanía popular cuyo escaño, por cierto, está apoyado por más ciudadanos que los seis del PNV que le han salvado la legislatura.

Es difícil rebatir a alguien que te imputa con voluntad de injuria sus características personales básicas y que, además, está en todas las posiciones al mismo tiempo.
“¿Saben porqué es fácil (criticar)? Porque no cuesta ningún esfuerzo. Lo que cuesta esfuerzo es profundizar, es proponer ideas.” Lo sostuvo ayer con la misma convicción con la que contaba su encuentro juvenil con un sencillo pastor que le hizo una revelación: “no he podido estudiar, pero se acordará de una cosa que le voy a decir: ‘las cosas que se aprenden sin estudiar no se olvidan’. Lo he repetido muchas veces.”

En  él todo es flexible: el lenguaje, los conceptos, su lugar en el espacio y el tiempo y los límites de su propia personalidad. No es sólo ubicuidad, también goza de ucronía y practica la alteridad. Los hechos no son tan importantes como su relato.

Rozó el surrealismo al reprochar a la diputada de ICV la perversión de considerar que la reforma es un recorte. “En los primeros años de la transición, la reforma (democrática) era un avance y se veía siempre con un color positivo y con una perspectiva positiva”. El presidente era muy joven entonces y debió de pedirle las precisiones históricas a Marcelino Iglesias. La reforma la sustentaba en solitario UCD; lo que entonces se llamaba la oposición democrática abogaba por la ruptura. La Ley para la Reforma Política  fue sometida a referéndum el 15 de diciembre de 1976. Pidió el ‘sí’ UCD. El PSOE, PCE, PSP, CDC, PNV, ID y los demás abogaron por la abstención. Hubo un 77,8% de participación (94,17% de votos afirmativos). La oposición trató de disimular orwellianamente su derrota y llamó ‘ruptura pactada’ a la reforma. El único partido que veía la reforma “con un color positivo”, UCD, está hoy disuelto junto a los restos de Alianza Popular en el PP.

El sueño de la memoria histórica tenía que llevar a esto. Ayer, el presidente del Gobierno llamó ‘superficial’ al jefe de la Oposición.

17 noviembre 2010


Entre colegas
Santiago González
En una cosa sí tiene razón la ministra de AAEE: sin datos no debe haber pronunciamientos. No es que no haya datos: es que son incompatibles. Parece fuera de duda que entre los muertos en el asalto marroquí al campamento Gdeim Izik, había un ciudadano español, pero los números de la operación son tan elásticos como las palabras. Las dos organizaciones saharauis, portavoces privilegiadas tras el apagón informativo decretado por Marruecos, el blindaje moral de su causa y el NS/NC del Gobierno español, cifraban las víctimas saharauis en 12 y 39, respectivamente. El ministro del Interior, Tahib Cherkaoui considera que son 10 los muertos, y todos propios. Los agentes del CNI dejan el número de saharauis muertos en dos, aunque cifran los detenidos en varios cientos, mientras para el ministro marroquí apenas llegan al centenar.

Interior sintonizó con Exteriores, tras la entrevista de los dos ministros del ramo, que comparecieron ante los medios de comunicación con hora y media de diferencia. De la comparecencia de Rubalcaba parece deducirse que confía en la claridad y sinceridad de su homólogo marroquí. Imagínense lo que habría sido esto con el terrible Mohamed Oufkir, ministro de lo mismo en lugar de Cherkaoui, que es un pan bendito. Éste le ha explicado que sus policías iban sin armas a rescatar a una población civil secuestrada por milicias armadas, formadas por oportunistas, personas con antecedentes penales y contrabandistas. Su colega le ha creído, aunque él no mandaría nunca a guardias desarmados a rescatar a nadie secuestrado por ETA, un suponer. También es extraño que una semana después de los hechos no tengan más datos, qué sé yo, de la Embajada, el CNI, algún espía por libre. Pero no deberían arregostarse en el círculo virtuoso de no poder opinar por carecer de datos y no pedir los datos con urgencia para poder opinar.

Ha llovido bastante, incluso en Marruecos, desde aquel 14 de noviembre de 1976, en que Felipe González prometió “acompañaros en vuestra lucha hasta la victoria final”. Luego no hizo nada, y se preocupó, como todos, de mantener una relación especial con la monarquía alauita. Es verdad que ningún Gobierno español ha hecho nada por el Polisario y que los otros siempre fueron partidarios de Marruecos. Hasta que llegó Zapatero a la Cumbre Hispano-Marroquí de 2007, donde dijo que el Plan Baker estaba superado.

Ahora, ha cundido la desorientación, y también la ignorancia. Y somos partidarios de la autodeterminación y de lo que acuerden las partes en la ONU, el ministro de la Presidencia dijo que el Sáhara era parte del núcleo duro de la soberanía de Marruecos; el propio vicepresidente y portavoz Rubalcaba habó de “los sucesos ocurridos en Marruecos” y el número 3 del PSOE sale a dar doctrina sin saber en qué año fue la Marcha Verde, a pesar de tener edad para ello y un servicio de documentación al que podría haber recurrido.

¿Marruecos es un mal menor ante la amenaza islamista? Puede, aunque no debería ser coartada para justificar humillaciones. Tiene razón la ministra: “condenar sin pruebas la acción de Marruecos tendría consecuencias”. Hacerlo con pruebas o hacerse los distraídos, también.

15 noviembre 2010

El tío Pepe y el escribidor

Santiago González

Recreaba Mario Vargas Llosa en ‘La tía Julia y el escribidor’ sus amores juveniles con su madura tía Julia, contando en capítulos alternos el caso portentoso de Pedro Camacho, escribidor de folletines para la emisora en que el joven Varguitas trabaja y trata de convertirse en un escritor serio. Camacho era una variante de don Quijote: de tanto escribir y tan poco leer se le fue secando el seso y sus criaturas, desembridadas de una razón que las gobernara, acababan saltando de un folletín a otro, incluso habiendo fallecido unas semanas antes, en una precuela literaria de la mismísima resurrección de la carne.

En días como éstos, Pepe Montilla tiene que sentir parecido espanto al de Varguitas, al notar que los discursos mitineros de sus guest stars parecen escritos por un Pedro Camacho enloquecido que le recitan unos argumentos equivocados de tiempo y de lugar. El lector estará avisado por las encuestas y por su propio sentido común que a Montilla lo van a hacer papilla los votantes el próximo día 28; que su adversario, el convergente Mas no sabe si su victoria vendrá con mayoría suficiente para gobernar o tendrá que hacerlo en compañía de otros. ¿Con quiénes? Nada se puede saber hasta que termine el escrutinio, pero ya está demostrado que en este punto no se la hace ascos a nada y se atenderá a lo que indiquen las sagradas reglas de la aritmética: se optará por lo que sume y se desecharán las opciones restantes. Si la aritmética no proporcionara resultados fijos, el escribidor cambiaría de disciplina para apuntarse a la geometría variable.

No sabremos si Montilla mantendrá su promesa de no reconstruir el tripartito. Desgraciadamente, las matemáticas carecen de la elasticidad que tienen las palabras. Los números y las cuatro reglas conforman una realidad en la que no cabe la metáfora y no le van a dar ocasión. Está pues, CiU. Si puede gobernar con ERC lo hará, pero el montillazo que va a pegarse la Esquerra lo presenta como improbable.

Mas podría gobernar con apoyo del PP contra algún arreglo menor, probablemente de carácter municipal. Zapatero y Rubalcaba le emplazaban este fin de semana a no gobernar con el PP. Exige que no se mezcle con los parias de Cataluña a Mas, ese estadista, quien dio el placet a Patxi López para investirse lehendakari precisamente con el apoyo de la casta impura. Llegado el caso, afearán a Rajoy que pacte con los nacionalistas.

Fines de semana como estos son los que proporcionan la medida exacta de la tragedia de Montilla. Los suyos vienen a enterrarle. Ni Rubalcaba ni Zapatero le echan una mano contra su adversario electoral, sino a pelear por lo suyo. ¿Vas a pactar con el catalanófobo de Rajoy, pudiendo hacerlo con nosotros, que somos catalanistas? Él es culpable de que el Constitucional os arrugara un poco el Estatut. Este fin de semana, Zapatero y su hombre orquesta parecían personajes de los folletines del escribidor, recitando su papel en el territorio y el tiempo inadecuados. Ese doble equívoco es, precisamente, el que sustenta la tragedia, tal como la definió Caro Baroja en ‘El laberinto vasco’: “una falta de adaptación al espacio y al tiempo en que se vive”.

13 noviembre 2010

Más metáforas, es la paz



Santiago González
Habría que proponer a ‘El Follonero’ para un premio Ondas de la paz o algo parecido. El reportero de La Sexta ha sido el único que ha construido dos piezas de autor con otras tantas entrevistas realizadas a los protagonistas  de este tiempo: Arnaldo Otegi (15-6-2009) y Jesús Eguiguren (8-11-2010). Hasta aquí llegó la banalidad del tiempo en que vivimos. Habíamos visto a una ministra de Igualdad dejarse llevar por él hasta una tienda de lencería y ayudar al showman a escoger unas bragas para una amiga, y mostrar a la cámara la pantalla de su móvil con el número de Rubalcaba (20 de enero de 2009).

La política no es una cosa seria, de acuerdo, pero alguien tendría que haberle explicado que “este asunto humano,/ con nombres, apellidos y lamentos”, no debe sustanciarse en programas de varietés. ¿Cómo no extrañarnos de que se trate un asunto tan grave como el terrorismo, 858 asesinatos solo en el haber de ETA, en formato tan liviano? Llegados a este punto podría parecer normal que la presidenta de la AVT y la esposa de Jesús Eguiguren se enzarzasen en una gresca muy poco edificante en la sala de la Audiencia en la que el testigo favorable a Otegi acababa de declarar lo poco que le permitió el juez. “Cuando nos maten, no vengáis a llorar”, dijo una víctima potencial del terrorismo a una que lo era de verdad, desde que el 11 de marzo de 2004 perdió a su hija en los trenes de Atocha. “A nosotros ya nos habéis matado”, replicó ésta. Duelo de metáforas.

Angeles Pedraza acusaba al presidente del PSE de ser “cómplice de los batasunos”. El ministro del Interior, que en días como estos polemiza con todo lo que se mueve, replicó que se está “linchando” a Jesús Eguiguren, más metáforas. Evidentemente, el socialista no es cómplice, solo testigo de la defensa, y no está siendo linchado, sino que es objeto de crítica política. ¿Deberían inhibirse las críticas a un político porque “es un hombre bueno”, como dice el lehendakari?

Evidentemente, no. A la vista de las consecuencias, los primeros críticos deberían ser sus compañeros de partido. ¿Cómo puede Zapatero exhortar a la prudencia general, si no se la impone a sus propios cuadros?¿Cómo puede pretender Rubalcaba que su política antiterrorista sea comprendida, si el personal recibe estos contramensajes?

Al final de la entrevista, Eguiguren hace una defensa de su presidente por su implicación en la negociación de 2006: “estuvo a punto de perder las elecciones… Le dijeron con la bomba aquella que se había equivocado…” Es que se había equivocado, como él mismo; ahí está la hemeroteca de aquel 29 de diciembre. Así lo admitió Zapatero en el Congreso. Ahora parece que Eguiguren quiera recuperar la razón que no le asistió en el anterior ‘proceso’ y se dispone a empedrar de nuevo el camino del fracaso, a tratar de empujar los hechos con palabras imprecisas. Y han alterado el relato: fue ETA la que se equivocó. Su debilidad actual viene de entonces. Si tal creyeran, nuestro hombre debería volver a sentarse frente a Josu Ternera. Un par de procesos más y están perdidos, aunque el resultado para el equilibrio emocional de Eguiguren podría ser fatal. Qué gran película habría hecho con estos materiales la Cavani.

10 noviembre 2010


Dilemas morales
Santiago González
“¿Cree que el presidente del Gobierno autorizaba estas acciones que eran terrorismo de Estado?”, preguntó Sáenz de Buruaga al ex secretario de Estado para la Seguridad, Rafael Vera. Respuesta del entrevistado: “el presidente del Gobierno estaba en estas cuestiones relacionadas con la gobernabilidad del país”.

Cuestiones relacionadas con la gobernabilidad del país. El crimen como una de las bellas artes. Mientras, Felipe repetía en Cartagena de Indias que el conflicto moral de volar a la dirección de ETA dura “hasta hoy, es decir, que prevalece”. Él optó por la virtud, negándose a dar la orden, pero no sabe si hizo bien. No es creíble. Las dudas tuvieron que disipársele el 29 de marzo de 1992, cuando el entonces coronel Galindo llamó a su director general, Luis Roldán, que aún no había posado en gayumbos de topos rojos para ‘Interviú’, y le dijo: “¡bingo!” La cúpula de ETA, volatilizable dos años antes, había sido detenida en una operación irreprochablemente democrática. Era el temible colectivo Artapalo, integrado por Pakito Mujika Garmendia, José Luis Alvarez Santacristina, Txelis y JM Arregi Erostarbe, Fiti. Desde que a FG le presentaron la duda moral en bandeja, esa cúpula había sufrido la baja de José J. Zabaleta, Waldo, detenido el 23 de septiembre de 1990, y la incorporación de Mujika Garmendia.

Cualquiera en su lugar habría pensado: “menos mal que rechacé la idea”. La naturaleza humana disipa las dudas morales cuando alcanzamos lo útil al mismo tiempo que lo agradable. Por otra parte, un  atentado no habría tenido probablemente efectos definitivos y sí daños colaterales en las relaciones con Francia y ‘Pakito’ habría recompuesto la cúpula. Como hemos visto hasta fechas muy recientes, el cargo de ‘número uno de ETA’ se transmite por endoso, como el del Pirata Roberts en ‘La Princesa Prometida’.

Se pueden comprender los dilemas morales, como el que debió plantearse el presidente en 1983, cuando faltaban 48 horas para el asesinato anunciado del capitán Martín Barrios y ‘alguien’ ordenó a un inspector y tres geos secuestrar  al etarra Larretxea para impedir la consumación del crimen. Fracasaron.

No quisiera estar en sus zapatos, pensé entonces. Si la oferta se hubiese producido a comienzos de 1989, el mismo que se planteaba matar a los terroristas, negociaba con ellos en Argel, aunque allí no se planteó ninguna cuestión política. Un gobernante democrático no debería tener estas incertidumbres morales, pero si las tiene, -no todo el mundo es Guzmán el Bueno-no debe compartirlas con la peña, son las servidumbres del poder. ¿Se pueden hacer trampas? No se debe, pero si las haces y te pillan, no puedes pedir que siga la partida como si tal cosa. Te comes el marrón como un caballero, dimites y aceptas disciplinadamente comparecer ante la Justicia.

El GAL era asunto amortizado y no es probable que pase factura electoral al PSOE, aunque emborrona mucho su discurso. El día que nos ajusten las cuentas los mercados, nadie se va a distraer con este asunto. ¿Por qué desenterrarlo, entonces? Cabe la posibilidad de que FG se quedara emocionalmente ante la cárcel de Guadalajara, ya vacía, como apunta Arcadi Espada; que en estas horas casi finales de ETA, le haya dado un pronto vanidoso y exhibicionista: “yo pude hacerlo (si no hubiese tenido escrúpulos morales)” o que haya querido compartir un peso moral que lo reconcome desde entonces, pero que debe seguir llevando él en solitario. El poder, la soledad, el frío y el último teléfono.














05 noviembre 2010


Un desorden aleatorio
Santiago González
Después de la Identidad de Género, había que abordar el orden de los apellidos. No podíamos tolerar que tantos ciudadanos vivieran prisioneros en apellidos equivocados. Hagamos normal lo que a nivel de calle es simplemente normal, como dijo Adolfo Suárez. Se acabó el infame tuneado de los apellidos, la elipsis de los Pérez,  Rodríguez, González y demás linajes de masas. Se acabaron los guiones dos en uno. El propio padre del presidente del Gobierno puso uno para retener el apellido del padre fusilado, su tercero, pegado al de su madre, su segundo: Rodríguez García-Lozano. Franco lo hizo a la brava con su nieto, porque el BOE era suyo.
Se acabó la preposición de pertenencia, Pérez de Villarreal, de rancia estirpe alavesa. Ahora, también por razón de identidad, Villarreal ha pasado a llamarse Legutiano. En punto a tronío no hay color, pero queda como más vasca, váyase lo uno por lo otro.

Ya estuvo cumbre el Gobierno al maltraducir ‘gender’ por ‘género’ en lugar de ‘sexo’ y, sobre todo, al intentar sustituir en 2006 el término ‘padres’ por ‘progenitor A’ y ‘progenitor B’, según el ‘género’ de cada cual. Lástima que entre esa A y esa B persistía la prelación alfabética a favor del padre, salvo que las letras se asignaran por sorteo en el interior del matrimonio. En 1999, Aznar había reformado la Ley para que los padres pudiesen cambiar el orden de los apellidos a sus niños. Por defecto, se imponía el habitual paterno-materno. Ahora el orden (o el desorden) de los apellidos será alfabético, salvo acuerdo entre los progenitores. Eso sí, el orden decidido para el mayor de los hijos se impondrá a los demás, hasta que sean mayores de edad y adopten los apellidos que más convengan a la identidad de sus sueños. No es descartable que los segundones se levanten contra la tiranía de la gerontocracia y acabemos reformando la ley para que cada cual se apellide como quiera desde su bautizo laico.

Es para solucionar los conflictos, argumentan, cuando en realidad es abrirles la puerta. El problema no es el cambio, sino el desorden. ¿Qué será de la memoria histórica con hermanos de apellidos diferentes e imprevisibles? ¿Cómo rastrearán los hechos los historiadores del futuro? Tendrán que ser expertos en combinatoria.

En ‘Una noche en Casablanca’, el personaje de Groucho Marx es nombrado gerente de un hotel. Su segunda orden es cambia rlos números de todas las habitaciones. “Pero los clientes se van a equivocar de cuarto. Piense en la confusión”, a lo que él responde: “y usted piense en la diversión”.

Comprenderán que en esto, un González no elidido esté por encima de toda sospecha y merezca presunción de objetividad. Si hubiera tenido hijas, que no es el caso, no podría angustiarme el temor a la desaparición del apellido ni la preocupación de conservar memoria toponímica. Es de agradecer que nuestra casta gobernante haya planteado el asalto final al patriarcado, aunque en estos días uno hubiese preferido que los esfuerzos unidos del progresismo y el hembrismo patrios (o matrios) se hubieran empleado en el intento de obligar a Ahmadineyad a anular la pena de muerte impuesta a Shakineh Ashtiani. Es una lástima que no puedan estar en todo.