Entre colegas
Santiago González
En una cosa sí tiene razón la ministra de AAEE: sin datos no debe haber pronunciamientos. No es que no haya datos: es que son incompatibles. Parece fuera de duda que entre los muertos en el asalto marroquí al campamento Gdeim Izik, había un ciudadano español, pero los números de la operación son tan elásticos como las palabras. Las dos organizaciones saharauis, portavoces privilegiadas tras el apagón informativo decretado por Marruecos, el blindaje moral de su causa y el NS/NC del Gobierno español, cifraban las víctimas saharauis en 12 y 39, respectivamente. El ministro del Interior, Tahib Cherkaoui considera que son 10 los muertos, y todos propios. Los agentes del CNI dejan el número de saharauis muertos en dos, aunque cifran los detenidos en varios cientos, mientras para el ministro marroquí apenas llegan al centenar.
Interior sintonizó con Exteriores, tras la entrevista de los dos ministros del ramo, que comparecieron ante los medios de comunicación con hora y media de diferencia. De la comparecencia de Rubalcaba parece deducirse que confía en la claridad y sinceridad de su homólogo marroquí. Imagínense lo que habría sido esto con el terrible Mohamed Oufkir, ministro de lo mismo en lugar de Cherkaoui, que es un pan bendito. Éste le ha explicado que sus policías iban sin armas a rescatar a una población civil secuestrada por milicias armadas, formadas por oportunistas, personas con antecedentes penales y contrabandistas. Su colega le ha creído, aunque él no mandaría nunca a guardias desarmados a rescatar a nadie secuestrado por ETA, un suponer. También es extraño que una semana después de los hechos no tengan más datos, qué sé yo, de la Embajada, el CNI, algún espía por libre. Pero no deberían arregostarse en el círculo virtuoso de no poder opinar por carecer de datos y no pedir los datos con urgencia para poder opinar.
Ha llovido bastante, incluso en Marruecos, desde aquel 14 de noviembre de 1976, en que Felipe González prometió “acompañaros en vuestra lucha hasta la victoria final”. Luego no hizo nada, y se preocupó, como todos, de mantener una relación especial con la monarquía alauita. Es verdad que ningún Gobierno español ha hecho nada por el Polisario y que los otros siempre fueron partidarios de Marruecos. Hasta que llegó Zapatero a la Cumbre Hispano-Marroquí de 2007, donde dijo que el Plan Baker estaba superado.
Ahora, ha cundido la desorientación, y también la ignorancia. Y somos partidarios de la autodeterminación y de lo que acuerden las partes en la ONU, el ministro de la Presidencia dijo que el Sáhara era parte del núcleo duro de la soberanía de Marruecos; el propio vicepresidente y portavoz Rubalcaba habó de “los sucesos ocurridos en Marruecos” y el número 3 del PSOE sale a dar doctrina sin saber en qué año fue la Marcha Verde, a pesar de tener edad para ello y un servicio de documentación al que podría haber recurrido.
¿Marruecos es un mal menor ante la amenaza islamista? Puede, aunque no debería ser coartada para justificar humillaciones. Tiene razón la ministra: “condenar sin pruebas la acción de Marruecos tendría consecuencias”. Hacerlo con pruebas o hacerse los distraídos, también.
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