29 julio 2006


Muertes paralelas

Santiago González

Tal día como hoy de 1940 fue fusilado en la tapia del cementerio de la Almudena (entonces cementerio del Este) Julián Zugazagoitia Mendieta, diputado, director de 'El Socialista' y ministro de la Gobernación con Juan Negrín entre 1937 y 1938. Exiliado en París, fue detenido por la Gestapo en la misma redada que el presidente de la Generalitat, Lluís Companys. Ambos fueron entregados a Franco y fusilados, Companys en Barcelona, el 15 de octubre y Zugazagoitia en Madrid, 25 días después. Perdonará que insista en los detalles, presidente, pero es que no he tenido noticia de que la señora De la Vega o ministro alguno vaya a presidir hoy en memoria de su correligionario acto parecido al de Montjuic. El PSC editó entonces 10.000 carteles con foto del president, el puño y la rosa y la leyenda «Lluis Companys, un president d'esquerres».
Seguramente, lo único sensato que ha hecho Carod en su vida política es mosquearse por el abuso en la apropiación de la imagen del fundador de Esquerra. Zugazagoitia, no ha merecido un esfuerzo semejante por parte del PSC o del PSE. En 1991 se creó en Euskadi una fundación, que ya no registra actividad, dedicada a su memoria. Hoy, en este impresentable 'revival' guerracivilista, Companys desplaza a Zugazagoitia en la memoria antifranquista del socialismo realmente existente.
Lástima. No se entiende la razón. Zugazagoitia fue una persona decente. En octubre del 36, con el Gobierno de Largo Caballero huído en Valencia, él prefirió quedarse en Madrid. A quienes le instaban a marcharse, respondía: «¿con qué argumentos le digo a un compañero que mi vida vale más que la suya?» Franco fusiló a Companys por presidente de la Generalitat, no por haber sido un republicano ejemplar. Maragall debió homenajear al catalán Batet i Mestre, el general que detuvo a Companys por golpista al proclamar unilateralmente el Estat Catalá. Batet, capitán general de Burgos, fusilado en el 36 por oponerse al alzamiento militar, encarnaba mejor que Companys los valores republicanos. «Un bel morir tutta la vita onora» escribió Petrarca. Por eso no se entiende que hayan prometido ustedes devolver a ERC el honor del president Companys. Ser fusilado es, esencialmente, una putada. Te quitan todo lo que tienes y lo que podrías llegar a tener, decía Clint Eastwood en 'Sin perdón' . Pero ser fusilado o encarcelado por Franco no era una deshonra. Nunca pasó por las cabezas de Mario Onaindía y Teo Uriarte la idea de pedir que se les devolviera el honor perdido por las tres penas de muerte que les impuso un consejo de guerra franquista. No imagino a Ramón Rubial pidiendo la anulación de los procesos que lo mantuvieron en la cárcel tantos años. La memoria antifranquista como antídoto de la verdad. Eso es 'alzheimer', presidente.
EL CORREO, 9/11/2004

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