31 julio 2010





Causas y efectos
Santiago González
Se mató mucho en el verano de hace diez años. De ahí que en estos dos meses recordemos los asesinatos de hace una década: el concejal Martín Carpena, Juan Mari Jáuregui, el subteniente Casanova, Irene Fernández y José Ángel de Jesús, los dos guardias de Sallent de Gállego, Juan Mari Korta y Manuel Indiano. Hay más aniversarios. Ayer mismo, el primero de los dos guardias civiles asesinados en Palma de Mallorca, Carlos Sáeenz de Tejada y Diego Salvá Lezaun.
No faltará quien argumente que se cumple un año sin un solo asesinato de ETA en España, dato cierto, aunque no debe suponer alivio el pensar que el pasado mes de marzo ‘nuestros’ terroristas asesinaron a un gendarme francés, Jean Serge Nérin, cerca de París. Esta contabilidad tuvo mucha vigencia en tiempos de la negociación.”Tres años sin muertos”, se decía en junio de 2006, a lo que esa mujer extraordinaria que es la madre de los Pagaza replicó con una verdad simple e inamovible: “yo llevo tres años con uno”.
 Este mismo jueves, el director de la Oficina de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo del Gobierno Zapatero hizo un pronóstico optimista: ETA está muy debilitada por la “cada vez más amplia sensibilidad del pueblo vasco”y “por el esfuerzo sincero del presidente” de buscar la paz a través de la negociación, lo que al parecer, ha debilitado a la organización terrorista.Es una variante de aquella aplastante seguridad mostrada por el líder máximo hace cinco años (El Correo, 9 de abril de 2005). El primer factor que abonaba su optimismo era que los ciudadanos vascos estaban crecientemente cansados de la violencia. El segundo era: “debo confesar que el final de la violencia se ha convertido en mi gran empeño como presidente y todos los días dedico un tiempo a este problema”. Así las cosas es evidente que el fracaso del ‘proceso de paz’ no fue tal, sino un éxito a plazo fijo, porque los terroristas no estuvieron a la altura y demostraron su nula educación al no corresponder como debían a la generosa oferta del presidente del Gobierno.
Vayamos por partes. El punto más alto del rechazo ciudadano a ETA se produjo, también en Euskadi, entre los días 12 y 14 de julio de 1997, al correrse la noticia de que habían encontrado el cuerpo de Miguel Ángel Blanco agonizante en las afueras de Lasarte. Nunca ha vuelto a verse nada parecido. ¿Quiere esto decir que los ciudadanos vascos sean complacientes con el terrorismo? No, como le pasaba al aldeano del chiste respecto al pecado, ellos no son partidarios, pero no es su desagrado lo que ha debilitado a ETA, sino el fin de la impunidad.
Por otra parte, ETA estaba ya muy debilitada al final del Aznarato, gracias, sobre todo, al Pacto Anntiterrorista y a la Ley de Partidos. Los socialistas deberían recordar que el primero fue una propuesta de Zapatero y que ellos son coautores de la segunda. Es verdad que el pacto no sobrevivió a las conversaciones entre Eguiguren y Otegi y que la Ley de Partidos tiene 43 grandes excepciones en los pueblos en los que gobierna ANV. Lo que no se entiende es que, en vez de agarrarse a estas medias verdades que les favorecen, se esfuercen en poner en pie teorías tan poco sostenibles, debe de ser un vicio.

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