07 octubre 2007

Barcelona se volcó en la boda de la infanta Crístina con Iñaki

200.000 personas siguieron el enlace en la calle y 1.000 millones pudieron verlo por televisión

05/10/1997

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Barcelona lució espléndida y la boda fue perfecta. La infanta Cristina de Borbón, hija menor de los reyes de España, don Juan Carlos y doña Sofí, contrajo ayer matrimonio con Iñaki Urdangarín en un día radiante y en medio del clamor popular. El sí de la novia en el interior de la catedral se amplificó en la calle en una prolongada exclamación de júbilo. Más de 200.000 personas se agolparon a lo largo del recorrido nupcial para contemplar a los novios y su cortejo mientras el resto de la ciudad se recluía ante el televisor. Las calles vacías, los mercados sin colas y el escaso tráfico delataban que la ciudad vivía un gran acontecimiento.

Era la segunda boda de la familia real española, tras el enlace en Sevilla de la Infanta Elena con Jaime de Marichalar. El programa se cumplió con precisión, y, poco antes de las once de la mañana, el Rey llegó con la Infanta a la puerta de la catedral. Precedido de la Reina y del príncipe Felipe, don Juan Carlos acompañó a su hija hasta el altar ante los representantes de 40 casas reales, de todas las instituciones del Estado, del cuerpo diplomático y numerosas personalidades de la sociedad civil.Pese a la solemnidad de la ceremonia, retransmitida a 1.000 millones de telespectadores, ni los novios ni la familia real ocultaron su emoción. En su homilía, el cardenal Ricard Maria Carles transmitió a los novios palabras cálidas, pero, en un contexto que se parecía mucho a un cuento de hadas, el arzobispo de Barcelona no quiso eludir la realidad: ante un auditorío repleto de personas adineradas y responsables políticos, pidió a los novios que, no olviden que todavía hay demasiados pobres a causa de un reparto injusto de la riqueza.

Los novios respondieron con serenidad a las preguntas rituales, y el Rey, visiblemente emocionado, dio el consentimiento a su hija para que diera el "sí, quiero" a Iñaki Urdangarín. Al redoble de campanas le siguió el clamor de la multitud, que llegó hasta el interior de la catedral. Contra lo previsto, los novios hicieron todo el recorrido hasta el palacio de Pedralbes en coche descubierto.

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