07 febrero 2009

Un desayuno en Madrid

Santiago González

Iñigo Urkullu desayunó ayer en Madrid ante las fuerzas vivas de la política y el periodismo de la capital para decirles un par de cosas de interés. No se siente orgulloso de la que la bandera española ondee en el exterior del Parlamento vasco. Él se siente vasco, sólo vasco y sostiene que en Euskadi “hay un sentimiento mayoritario que es la suma de los que se sienten sólo vascos o más vascos que españoles”. Euskadi, concebida como una adición sentimental acaba transformándose en adicción, si me permiten la paronomasia.

Euskadi es una adición de adicciones para Urkullu. Trimestralmente, con la periodicidad de las estaciones, la Presidencia del Gobierno vasco se dedica a sexarnos sentimentalmente para preguntarnos si nos sentimos: a) únicamente vascos (25%) b) más vascos que españoles (15%) c) mitad y mitad (36%) d) más españoles que vascos (4%) y e) únicamente españoles (7%). Los porcentajes entre paréntesis corresponden a los resultados del Sociómetro de octubre.

El sondeo nunca pregunta si “nos sabemos” españoles. Sin aspavientos ni alardes, porque la vida nos hizo así, porque cuando vamos a pedir el DNI o el pasaporte nos dan un documento en el que pone España, nuestra carta de ciudadanía. Si esto fuera una adicción, a uno le gustaría ser estadounidense; neoyorquino, no de Kansas, y ya, dentro de Nueva York, de Manhattan, no del Bronx. Los cubanos que quieren ser españoles son legión, aunque a Urkullu y a Madrazo no les quepa en la cabeza. Otra maravilla de la lógica: gracias a la Ley de Memoria Histórica van a poder hacer como antifranquistas de tercera generación lo que no podían ni soñar como anticastristas de primera.

La formulación del presidente del EBB constituye un imposible lógico, una aporía, al agrupar ‘únicamente vascos’ con ‘más vascos que españoles’. Los nacionalistas se sienten vascos, sólo vascos, como Urkullu. Sumar sus adicciones a las de quienes se sienten españoles al 42% es como sumar quebrados sin reducirlos a común denominador.

Por otra parte, si se agrupan esas dos categorías en ‘predominantemente vascos’, ha de concluirse que son minoría frente a los no predominantemente vascos (60%, si se incluyen los ns/nc; 47% en caso contrario). El nacionalismo no puede presuponérsele a nadie, como el valor a los soldados en el Ejército de antes de Chacón. Hagan un experimento de sociología recreativa e imaginen a la Junta de Extremadura preguntando cada trimestre a la parroquia si se sienten ‘únicamente extremeños’ o ‘únicamente españoles’ para que comprendan cabalmente el dislate.

Se sienten vascos, pero se saben españoles. Por eso estaba Urkullu desayunando en Madrid, pese a que allí no hay votos para las próximas elecciones. Por eso se han pasado la vida descalificando por ‘español’ a Patxi López: “no sería un lehendakari, sino un delegado del Gobierno” ¿recuerdan? ¿Recuerdan las acusaciones de ser los portavoces de ‘Madrid’? Pues ayer, hablando de la momentáneamente frustrada fusión de las Cajas de Ahorros vascas, dijo que si hubiera sido por la dirección del PSOE, la fusión se habría producido. El nacionalismo tiene el don de la perspectiva, como los retratos cubistas de Picasso, que muestran la cara y el culo al mismo tiempo. López es español, pero no lo suficiente.


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