14 octubre 2006

Los amigos de los vascos

(Palabra de vasco. Santiago González. Ed. Espasa, 2004)

El premio Sabino Arana 2000 en su modalidad “amigo de los vascos” se concedió a Francesco Cossiga, uno de los personajes más turbios de la política italiana en la segunda mitad del siglo XX. Subsecretario de Defensa en gobiernos de Aldo Moro, Leone y Mariano Rumor, ha sido ministro en varias ocasiones, presidente del Consejo de Ministros, presidente del Senado y presidente de la República.

Cossiga era ministro del Interior en un gabinete de Andreotti en 1977 cuando ordenó cargar contra una manifestación convocada por el Partido Radical de Marco Panella. Los disparos policiales acabaron con la vida de la manfestante Giorgiana Masi. Contra la versión de Cossiga, negando tajantemente que la policía hubiera usado armas de fuego, el Partido Radical mostró una filmación en la que se veía a un agente uniformado disparando reiteradamente contra la multitud.

Ha sido, probablemente, el más duro de los ministros del Interior que ha tenido Italia. No solo duro. Él fue el autor del reglamento de la Red Gladio en 1966 y autorizó la captación de militares para dicha organización clandestina, cuando era subsecretario de Defensa. Él fue el artífice del endurecimiento legislativo para limitar la libertad de manifestación y para prolongar la detención preventiva de los seis a los once años.

Él era ministro del Interior aquel 16 de marzo de 1978, en que las Brigadas Rojas secuestraron a Aldo Moro, presidente de la Democracia Cristiana, correligionario y amigo de Cossiga e impulsor de la participación de los comunistas italianos en el Gobierno de la DC que se iba a constituir aquel mismo día. El ministro del Interior, futuro propagandista del diálogo a favor del plan Ibarretxe, debía de estar entonces más próximo a Guzmán el Bueno o al coronel Moscardó. Su actitud y la actividad del Ministerio del Interior estuvieron entre la intransigencia y la más grosera negligencia. En la calle Licinio Calvo, a cien metros de la calle Fani, en la que se produjo el secuestro, la Policía encontró en tres días diferentes los tres coches empleados por el comando secuestrador: el primero, el mismo día 16; el segundo, cuarenta y ocho horas más tarde y el tercero, el día 19. Leonardo Sciaccia destacaba el hecho notable de la detención policial de un sospechoso a quien un juez puso en libertad por falta de pruebas:

“Hay que destacar como grosero error de “gramática policial el que un sospechoso, al que se sospecha de un delito como es el secuestro de persona, sea inmediatamente detenido en vez de ser sometido a sagaz vigilancia y espiados sus pasos”[1].

Quince años después del asesinato de Moro, el fiscal calabrés Agostino Córdova afirmó que “desde el secuestro de Moro a la caída de Leone, a la desintegración de la Democracia Cristiana, nada había sucedido en Italia sino por decisión de una tríada de poderes, CIA, Mafia y Masonería”.[2]. Córdova se había hecho con el listado de los miembros de la Logia secreta P-2, en la que había una representación muy lucida de la tríada mencionada por el juez. Políticos como el amigo de los vascos, Francesco Cossiga, Giulio Andreotti y Betino Craxi, los tres con un papel destacado en la tragedia de Aldo Moro, aparecían en desprejuiciada mezcolanza con generales y responsables de los servicios secretos, mafiosos como el capo de capos Totó Riina y Stefano Bontade; obispos y cardenales y personajes relevantes de la política norteamericana como Henry Kissinger y George Bush padre.

El fiscal reabrió el caso Moro e hizo diligencias para interrogar a Kissinger y otros personajes de la Administración norteamericana y contrastar con ellos la versión de un encuentro mantenido en la embajada italiana en EEUU entre Moro, Kissinger y Bush, en la que Moro fue supuestamente amenazado si perseveraba en su intención de incorporar al gobierno al Partido Comunista.[3]

Córdova fue apartado del caso y ascendido a presidente de la Fiscalía de Nápoles y el caso Moro volvió a vía muerta. No es descartable la posibilidad de que Cossiga, que dimitió como ministro del Interior el día siguiente del asesinato y que ya había permanecido apartado una temporada de la política por haber visto su nombre asociado a escándalos, fuera obligado a dimitir como presidente de la República en 1992 como consecuencia de las informaciones que unos meses más tarde iba a hacer públicas Agostino Córdova.

Desde entonces, Francesco Cossiga, nombrado senador vitalicio, se ha convertido en un personaje atrabiliario y excéntrico, sin ninguna influencia en la política italiana, que emplea buena parte de su tiempo en interpelaciones extravagantes al Gobierno, en escribir largas cartas de denuncia pública contra José María Aznar, por la actitud de éste contra sus amigos nacionalistas, envía interminables comunicados a los medios de comunicación que muy raramente le publican para dar a conocer sus opiniones sobre los asuntos más variopintos. En 2001 mantuvo una polémica pública con Bill Gates a propósito del mal funcionamiento del programa Microsoft XP Home en el ordenador personal del senador vitalicio.

Agostino Cordova no se libró de sus extravagancias, tal como detalla la sentencia que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos emitió el 8 de enero de 2003 en el asunto “Cordova contra Italia”, a propósito del atentado contra el honor y la reputación del demandante, cometido por el senador vitalicio Francesco Cossiga. El Tribunal declara probado que:

“ En agosto de 1993, el señor Cossiga dirigió un telefax y dos cartas al demandanteen los que declaraba ceder gratuitamente los derechos de autor sobre las comunicaciones escritas, telefónicas y verbales que habían mantenido, comprendidos los fines de su explotación teatral y cinematográfica, a título de modesta contribución para los gastos que debería afrontar con motivo de su traslado de Palmi a Nápoles. El señor Cossiga anunciaba al demandante en otra carta que iba a enviarle un caballito de madera y un triciclo “ para las diversiones a las que tiene usted, en mi opinión, derecho a entregarse ”. El señor Cossiga envió, efectivamente al demandante el caballito de madera y el triciclo, añadiendo a estos objetos un juego de detectives llamado “ Super Cluedo; el paquete estaba acompañado de una nota redactada así : “ diviértase, querido fiscal ! Cordialmente, S. Cossiga. ”[4]

El Tribunal consideró que el Senado, al declarar improcedente el suplicatorio para el procesamiento de Cossiga, había contrariado la letra y el espíritu de la Constitución italiana en su artículo 68 y al artículo 6º de la Convención europea y condena a Italia a compensar económicamente al Fiscal Córdova y al pago de las costas.

Es a este Francesco Cossiga a quien la Fundación Sabino Arana seleccionaba como amigo de los vascos, al tiempo que expresaba los méritos que concurrían en el premiado para recibir el galardón:

“Se ha querido reconocer su compromiso en la resolución del conflicto vasco, quien (sic) ha demostrado siempre su cariño hacia Euskadi desde una trayectoria surgida desde el europeísmo y el humanismo cristiano. Sus intentos por hacer posible un proceso de normalización y pacificación en Euskal Herria le hacen acreedor a este galardón.”

Aprovechando el viaje que hizo para recoger el premio “Amigo de los vascos”, el Gobierno vasco le otorgó el premio “Lagun Onari”, que le fue entregado en Ajuria Enea durante un acto al que asistieron todos los consejeros de Ibarretxe.

El lehendakari pidió perdón en nombre del pueblo vasco al ex presidente italiano por "los insultos" de "un minoría muy minoritaria" de la sociedad, en referencia al PP.

El presidente vasco se refería a las declaraciones de Carlos Iturgaiz, que utilizó términos como "troglodita y brontosaurio" para calificar al ex presidente italiano. Cossiga, que había identificado previamente a Aznar con el franquismo, respondió a estas palabras llamando a Iturgaiz "vasco renegado" y "joven servil hacia Madrid" .

“Una persona con su trayectoria política y ética de compromiso democrático no puede ser insultada en ninguna parte del mundo. Quiero que sepa que aquellos que han intentado descalificarle son una minoría muy minoritaria en la sociedad vasca. Los vascos y vascas no somos así, somos un pueblo que realmente le aprecia".

Ibarretxe siguió diciendo que la sociedad vasca le considera "un auténtico amigo" y tiene en cuenta la "especial inquietud" que Cossiga ha demostrado a lo largo de su vida hacia "lo vasco". El lehendakari citó como ejemplo que "con tan sólo ocho años se mostró especialmente afectado por el fusilamiento de sacerdotes vascos".

"Posteriormente se mostró a lo largo de su vida afectado e interesado por el bombardeo de Gernika, la primera ciudad mártir, y a partir de los 19 años de edad, con su joven afiliación a la Democracia Cristiana, comenzó a contemplar una relación cada vez más normalizada con el Gobierno Vasco en el exilio".

Ibarretxe destacó que Cossiga ha defendido siempre el diálogo como instrumento para evitar enfrentamientos, algo que "merece especial atención" debido a la situación que atraviesa en estos momentos Euskadi.

"Usted ha defendido siempre que la victoria en esta vida es siempre una derrota a medio plazo si no se superan las causas que entre unos y otros hacen que disputemos en los momentos actuales. Hay que ganar todos y para ganar todos tenemos que hablar, tenemos que dialogar".

No parece que Cossiga se sintiera incómodo con el retrato de hombre dialogante y ético que había dibujado su anfitrión. A la hora de corresponder, tampoco demostró estar muy al tanto sobre la naturaleza de los sentimientos que aquel Gobierno que le condecoraba mantenía hacia la corona. Por eso, aprovechó la ocasión y la palabra para enviar un "saludo afectuoso" al Rey Juan Carlos I, al que calificó de "soberano bueno, prudente y sabio", que con su saber hacer ha permitido garantizar la transición del estado autoritario del franquismo a una "iluminada" Monarquía Constitucional. "Estoy seguro de que él sabrá estar unido a vosotros por un pacto de lealtad y será el garante de vuestra libertad y de vuestro proceso de desarrollo".

Tampoco en el teatro Arriaga de Bilbao, donde se celebró el acto de entrega de los premios Sabino Arana, demostró ser un conocedor de la vida, la obra y las opiniones del personaje cuyo retrato acababa de recibir en una moneda de oro:

Es para mi un honor recibir un premio de una Fundación dedicada a un gran patriota y a un alma grande, que creyó en los valores nacionales y católicos de su gente y que los defendió y los amparó en contra del centralismo liberal, anticristiano y masónico. La imputación de racismo y de xenofobia dirigida a Sabino Arana es no sólo una manifestación de ignorancia, sino también una profesión de sectarismo. ¿Somos racistas y xenófobos nosotros los italianos que hemos querido la unidad de nuestra nación en contra de un príncipe alemán que nos consideraba como una simple expresión geográfica? ¿Fueron racistas y xenófobos los croatas y los eslovenos que reivindicaron su propia identidad en contra del comunismo centralizador de Belgrado? ¿Fueron xenófobos y racistas los bohemos, los moravos y los eslovacos que afirmaban, contra el centralismo de Viena, su propia identidad cultural? ¿Eran xenófobos y racistas Cesare Battisti y Guglielmo Oberdan, mártires de la independencia nacional italiana, ahorcados por el gobierno de Viena?

¿O, tal vez, no sean más racistas y xenófobos que los que aman el españolismo totalizador, que quisiera reducir la riqueza cultural, nacional e histórica de la monarquía de Juan Carlos a un barrio de Madrid? ¡Pero, vamos! ¡Por lo menos seamos serios y honestos, si no logramos ser modestos y democráticos, cristiano-sociales y europeos! [5]

En noviembre de 2002, al hacerse pública la pastoral de la Conferencia Episcopal Española “Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias”, el senador vitalicio arremetió contra los obispos, con algunos argumentos históricos de notable excentricidad:

“Y duele ver como la Conferencia Episcopal de España condena el terrorismo de ETA y silencia el terrorismo franquista contra los vascos, contra los catalanes y contra los republicanos españoles que llevó a la masacre de decenas y decenas de miles de personas tras la victoria fascista en España: y ello en estos días en que se descubren las fosas comunes en las cuales fueron arrojados y escondidos los cuerpos de los asesinados por la Policía del Régimen franquista y cuando sale a la luz el horrible crimen de aquellos niños y niñas que fueron arrebatados a sus familias en una locura ética de eugenética político ideológica y confiados, en aras de una llamada educación sana, a familias de credo franquista en contra de los principios más elementales, no digo ya de ética cristiana, sino del puro derecho natural. (…)Y lo hago con el mismo espíritu con el que he condenado la temeraria propuesta de algunos obispos de España de promover el proceso de beatificación de Isabel de Castilla injustamente llamada “la Católica” cuya política antijudía inició en España el doloroso camino que llevó a tierras de exilio a muchos, camino cuya etapa final serían las cámaras de gas y los hornos crematorios de Auschwitz! Porque quizá sin la política antihebraica de Isabel de Castilla la humanidad no estaría manchada con los horrores de la Shoah.”

Intervenciones como las precedentes, justifican la irónica semblanza que de él hizo Jean François Revel a mediados de 2000:

Es cierto que, como Jefe de Gobierno y como Jefe de Estado, Cossiga nos había dejado el recuerdo de un equilibrio mental relativamente intermitente. Multiplicaba iniciativas verbales inquietantes. Pero oír a un demócrata-cristiano, heredero de la doctrina de Alcide de Gasperi, Robert Schumann y Konrad Adenanuer, proclamar, ocho años después del hundimiento de la URSS, que en el "Manifiesto Comunista" de 1848 se encuentran las verdaderas soluciones del paro, y de otras plagas "causadas por el capitalismo", lleva a preguntarse si no se debería suprimir la enseñanza de la Historia". Pág. 155.

Una página web que recoge las adhesiones internacionales a un manifiesto contra la ilegalización de Batasuna contó con la firma de Francesco Cossiga. Su nombre levantó ronchas entre los militantes del movimiento alternativo. Uno de ellos describía así su rechazo:

La firma de Francesco Cossiga en un manifiesto en contra de la "ilegalización de las ideas" es una auténtica burla a la memoria histórica. Para quien no lo sepa, Cossiga era el jefe de la policía en el año 77, cuando los policías tiraban a matar en las manifestaciones del movimiento. Era ministro del Interior cuando la policía asesinó fríamente al compañero Francesco LoRusso. Su nombre se pintaba entonces con K y con una doble SS para subrayar su actitud fascista: de hecho un mes después de que su policía asesinase a LoRusso, Cossiga suspendió el derecho a manifestarse públicamente. Cossiga forma parte de las peores pesadillas del movimiento antagonista italiano, de los llamados años de plomo, de las leyes de excepción recuperadas de la época fascista, de la suspensión total de garantías. Cossiga era el ministro del Interior cuando el secuestro y posterior asesinato de Aldo Moro, y hay muchas hipótesis que lo relacionan en negligencia y una turbia conspiración para permitir que las BR acabasen con la vida de Moro (el propio Moro así lo presintió y lo dejó escrito en alguna de sus cartas). [6]

El ex presidente italiano Francesco Cossiga es una prueba viviente de cómo la condición de “amigo de los vascos”se parece a algunas tradiciones autóctonas y al cemento rápido: fragua con mucha rapidez. Si con Suárez se pasó de la enemistad al afecto en meses, a Cossiga le bastó también muy poco tiempo desde la indiferencia al premio doble, “Amigo de los vascos 2000” y “Lagun Onari”. En contra de lo manifestado por Ibarretxe, la relación del senador vitalicio con sus amigos vascos no existió hasta junio de 1998, según lo manifestado por Xabier Arzalluz en noviembre de aquel año:

Arzalluz, al ser preguntado por qué se había ofrecido Francesco Cossiga, ha indicado que "eso es lo que yo me pregunto". El dirigente nacionalista ha revelado que el político italiano se ofreció a intervenir en el mes de junio de 1998, cuando ambos coincidieron en un acto político organizado en Cataluña por Unió Democrática.

"Nada más verme, me vino. Yo no le reconocí. Le había visto una vez en el Quirinal, cuando era presidente de Italia y nos recibió a toda una tribu europea. Me vino derecho: "¿Cómo puede ser que Vds. no hayan terminado todavía con el fenómeno de ETA?". Dígaselo Vd. a Aznar, le dije. "Sí, porque eso sólo termina en una mesa de negociaciones y le digo yo que he sido ministro del Interior en tiempos muy duros y fui un ministro muy duro"[7].

Cossiga le contó a Arzalluz que el terrorismo italiano "era muy diferente, porque era contra el Estado liberal y el sistema y no había punto de diálogo", mientras que veía el caso vasco "como Irlanda".

"Fue una especie de echárseme encima, un abordaje. Quería venir aquí, quería respaldarnos. De Madrid le debieron de dar una carga porque era periodo electoral y como ex jefe de Estado debía de guardar las distancias. Retrasó el viaje y va a venir la semana que viene"[8].



[1] Leonardo Sciaccia: El caso Moro. Editorial Argos Vergara, 1979. Págs. 153 y 154.

[2] Santiago Fernández Ardanaz: La sombra alargada del ‘caso Moro’. El Correo, 16 de marzo de 2003.

[3] Ibídem.

[4] Tribunal Europeo de los Derechos Humanos. Sentencia en el caso “Cordova contra Italia”. Demanda nº 40877/98.

[5] Discurso de Francesco Cossiga el 28-1-01, tras recoger el premio Sabino Arana 2000, en la categoría de “Amigo de los vascos”.

[6] www.Euskal Herria.indymedia.org

[7] Despacho de Vasco Press, 12 de noviembre de 1998.

[8] Ibídem.

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