18 noviembre 2006

Liberty Valance en la Comunidad Autónoma Vasca
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José Luis Castrillón

Siempre me he interrogado sobre el por qué de que el cine clásico me afectase tanto, sobre la razón por la cual me causaba tan hondas emoción, tan gratificante satisfacción, tanto desasosiego y tanto sano desconcierto al que debía de enfrentarme . La respuesta es que en él está casi todo. Es un instrumento perfecto para analizarte a ti mismo con sinceridad, para saber entender las sociedades en las que vivimos, para comprender nuestros enfrentamientos, y nuestros vínculos más profundos.

Ahí tenemos por ejemplo El hombre que mató a Liberty Valance. Cojánla de sus videotecas y si no la tienen procúrensela y véanla. Es uno de los mejores relatos que nunca se han filmado. Y es uno de los mejores textos para reflexionar sobre lo que sucede en el País Vasco (me niego, como verán a decir conflicto). Fíjense: Allí está el terrorista que disfruta derramando sangre ajena y que tiene a la población amedrentada en una serie de actos que van desde el atraco, el intento de asesinato hasta la pura kale borroka que practica con sus secuaces cuando entran en el pueblo a tiros, quemando establecimientos y periódicos. Bueno cosas comunes a muchas películas del oeste. Pero hay más, mucho más.

Hay un sheriff cobarde y temeroso, al que le da de lado la ley, al que su miedo y la poca confianza en esa ley que está obligado a representar le impiden tomar cualquier medida contra Valance, ¿No les recuerda algo a la Ertzaintza? Ese cuerpo policial que casi siempre está donde no tiene que estar. Tenemos también en la película un periodista valiente que no se calla, cuyo amor por la libertad de expresión es tan grande que por él es capaz de arriesgar su propia vida, de esos por aquí también hay alguno. Existen, por supuesto, aquellos que creen que el país es suyo y que si no ordenan directamente las acciones de Valance, al menos siempre se aprovechan de ellas, al menos no se arropan siempre detrás de las banderas ¿o sí? Existen unos inmigrantes (los Jorgensen) que están satisfechos de ser reconocidos como miembros de la comunidad y de poder votar libremente. Frente a los intentos de Valance de que las elecciones sean manipuladas por el miedo, ellos a pesar de su fuerte acento extranjero acuden a votar orgullosos, son ciudadanos iguales a todos.

Y, por supuesto existe también una solución. Recordemos que a Valance le abate una bala, pero lo que en realidad sufre es un fuego cruzado. Por un lado la ley que valientemente da la cara frente a él en la figura de Jason Stoddard (James Stewart), alguien que quiere que en ese territorio dominado por el miedo reine el imperio de la ley, un abogado y político honrado. Sé que hay pocos pero son como oro contra el terror. Pero su acto sería estúpido, suicida si por otro lado no estuviera la violencia necesaria para abatir a Valance. La violencia que hace que la ley se sostenga en pie, oculto y casi proscrito, sin reconocimiento alguno por parte de los que luego disfrutan de la libertad de un país sin miedo Tom Doniphon (John Wayne) es quién siempre está allí para frenar los actos de los violentos y para abatir finalmente a Valance. ¿No les recuerda algo a esos Cuerpos de Seguridad del Estado obligados a ocultarse tras su pasamontañas, intentando pasar desapercibidos para sus propios vecinos, nunca reconocidos?

El final de Valance solo puede ser ese, y creo que en esa forma. ¿Quién se sentaría a negociar con él? Lo único que tiene que ofrecer es el dejar de seguir matando y sus demandas serían, como él, absolutamente locas. Su final solo puede ser el que alguien neutral, investido de un cierto poder de análisis de la situación le de la vuelta en el suelo y diga como dice el médico: Muerto.

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