El corazón y los asuntos
Santiago González
En todo abrazo de Vergara hay algo de pax romana a muy corto plazo y un preludio de nuevas carlistadas, está en la historia. Después de la reunión que ayer mantuvo el Comité Nacional del PP, la cosa fue como en Vergara, pero sin abrazos. El Espartero ganador fue Rajoy y perdieron Esperanza Aguirre, que subrayó su derrota con la espantada, y Gallardón cuyo peón de brega hizo nuevos méritos ayer para la sanción que a buen seguro le caerá hoy. Rajoy estuvo enérgico, tuvo recados claros para todos y advertencias difíciles de soslayar: las listas electorales para las legislativas, las autonómicas y las municipales, las hace el Comité Nacional, dijo con la intención de que le entendieran todos.
El espectáculo de las cuitas del PP es fascinante. Se cuestiona siempre al líder, menos en los lugares idóneos: el Congreso de Valencia y el Comité Nacional de ayer, que se resolvieron entre unanimidades. No se acierta a ver que a poco más de dos años de unas nuevas generales, haya quien se plantee seriamente cambiar de caballo para ganar a los socialistas. Mariano Rajoy ya no está en posición tan vulnerable como ante el Congreso de julio de 2008. Aquella justa la ganó por incomparecencia y después ha tenido algunos triunfos objetivos más: las elecciones europeas frente a Zapatero, recuperar la mayoría absoluta y la Xunta de Galicia para su partido y mantener decorosamente el tipo y ser pieza fundamental del cambio en la sociedad vasca, éstos son hechos. Y lo de ayer.
Rato, la gran esperanza (dicho sea sin ánimo de señalar) blanca de Caja Madrid simboliza la victoria de Rajoy y supone un respiro para los clientes de la entidad. Fue un gran vicepresidente económico y no lo hacía mal en el FMI, antes de su espantada. No estaría de más una explicación sobre aquello, y quizá la expresión de una voluntad de permanencia de al menos un mandato en este puesto. Los titulares de cuentas de ahorro y planes de pensiones valoramos mucho el talento de quien nos lo gestiona, pero también apreciamos mucho la constancia.
Los banqueros y hombres de negocios en general, tienen almas de poeta, que en algunos casos les hicieron militar en la política antes de centrarse en asuntos de provecho. Ahí están los vascos, gentes que pasaron por el Gobierno autonómico, mayormente en el lado nacionalista, antes de ocupar cargos relevantes de la banca: Pedro Luis Uriarte, Juan Urrutia y Alfonso Basagoiti fueron a la cúpula del BBVA. El mismo camino siguió Mario Fernández, vicelehendakari de Garaikoetxea que acaba de recalar en la presidencia de la BBK.
¿Están tomando posiciones para desembarcar en el EBB a hora que el partido-guía apura la copa amarga de la oposición? No parece muy probable. Ahí está la hoja ruta que escribió el poeta: “Voy de mi corazón a mis asuntos”. Si Miguel Hernández hubiese invertido los términos del recorrido habría desgraciado la métrica y la rima en el intento.
Ésta ha sido, probablemente, la última oportunidad para que la oposición se reorganice y ponga más empeño ante los casos de corrupción. Sus votantes, que son muchos y fieles, habrían agradecido que el tiempo dedicado a broncas intestinas lo hubieran aprovechado en discutir la alternativa.
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