Encarecer la solución
Santiago González
Las noticias de ayer sobre el ‘Alakrana’ revelan que sus secuestradores son gentes competentes en su oficio. Los tres marineros son españoles como era de esperar: un vasco y dos gallegos. Llevar a tierra a tres o cuatro rehenes de Ghana o bien un surtido de nacionalidades, integrado por un senegalés, un malayo y un costamarfileño, no ejercería el mismo poder de presión. Tienen mucho menos valor de cambio.
Ayer, los piratas permitieron a sus víctimas comunicarse con sus familias y mientras éstas hablaban, dispararon tiros al aire y una granada al agua para añadir ambiente sonoro al relato de sus de penalidades. Objetivo conseguido: los familiares han respondido cabalmente como familiares y responsabilizan al Gobierno. El Ejecutivo se siente débil ante los secuestradores. Los errores cometidos con anterioridad, la satisfacción por lo que se llamó “el final feliz” del secuestro del ‘Playa de Bakio’, convencieron a aquella tropa de que da mejor resultado secuestrar atuneros españoles que yates franceses. La apresurada intervención de Garzón, reclamando la entrega de los dos piratas detenidos, tampoco ha estado mal: hemos hecho el ridículo con las pruebas y contrapruebas para determinar la edad del piratilla y hemos dado una baza fantástica a los negociadores: en el mejor de los casos, la no devolución de los detenidos encarecerá el rescate. En el peor, que sea, como dicen, una condición necesaria, nuestro ridículo y humillación alcanzarán dimensiones internacionales.
El Gobierno tiene una papeleta difícil y debe resolverla como sepa. Tal vez llamando a la oposición para afrontar la crisis por si vienen mal dadas. La oposición debería responder afirmativamente a esa llamada. Es una ocasión para revisar la hemeroteca y algunas afirmaciones ‘buenistas’ de nuestra izquierda sobre ‘las causas de los piratas’, pobres pescadores esquilmados que dejaron la red para coger el lanzagranadas. ¿Venid que yo os haré pescadores de hombres?
Es la misma izquierda que hizo consigna del grito reivindicativo de Emiliano Zapata: “La tierra para el que la trabaja”. Es verdad que nuestros Ayuntamientos han reformulado el grito en aras de la síntesis, de la unidad de los hombres, las tierras y las instituciones locales de España. Todos los concejales de Urbanismo, de izquierdas y derechas, saben hoy que la tierra es en realidad para quien la recalifica. Pero, ¿cómo se conjuga que el suelo sea para quien lo labra o lo declara urbano, mientras la mar sea de quien la tiene más cerca? ¿La divina providencia como fuente de la propiedad? Debe de ser efecto de la compartimentación entre el Medio Rural y el Marino. Perdonen ustedes que no me extienda sobre los piratas como esforzados defensores del Medio Ambiente, pero no hay espacio en un entero para tanto medio.
Que el Gobierno tenga suerte, la va a necesitar. Tal vez deba reconsiderar su negativa a poner infantes de Marina en los pesqueros. Después de todo, siempre será más lógico que las armas de guerra las usen los soldados a tener que autorizárselas a los particulares para ahorrar a nuestro Ejército la tarea de defender los intereses españoles en el Océano Índico.
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