07 mayo 2007

Primera comparecencia de Nicolás Sarkozy como presidente de la República Francesa


Mis queridos compatriotas: Al dirigirme a vosotros esta noche, en un momento excepcional, como es fácil comprender, en la vida de una persona, siento una inmensa emoción.

Desde mi más tierna infancia siento el indecible orgullo de pertenecer a una gran, vieja y bella nación, Francia. Una Francia a la que quiero como se quiere a los seres queridos que lo dieron todo por nosotros. Pues bien, ahora me toca a mí darlo todo por Francia.

Esta noche, mi recuerdo va quiero decirles que me hicieron el mayor honor que se me puede hacer, al juzgarme digno de presidir el destino de Francia.

Mi recuerdo va a todos los que me acompañaron en esta campaña. Quiero expresarles mi gratitud y mi afecto.

Mi recuerdo va a la señora Royal. Quiero decirle que siento respeto por ella y por sus ideas, en las que tantos franceses se han visto reflejados.

Mi recuerdo va a todos los franceses que no me votaron. Quiero decirles que, por encima de la lucha política, por encima de las divergencias de opinión, para mí solo hay una Francia. Quiero decirles que seré el Presidente de todos los franceses, que hablaré en nombre de cada uno de ellos. Quiero decirles que esta noche no se celebra la victoria de una Francia contra la otra. Para mí, esta noche, sólo se celebra una victoria, la victoria de la democracia, la victoria de los valores que nos unen, la victoria del ideal que nos integra. Mi prioridad será poner todos los medios para que los franceses sigan teniendo ganas de hablarse, de entenderse y de trabajar unidos.

El pueblo francés se ha expresado. Y ha optado por romper con las ideas, con los hábitos y con los comportamientos del pasado. Quiero rehabilitar el trabajo, la autoridad, la moral, el respeto y el mérito. Quiero concederle el honor que se merece a la nación y a la identidad nacional. Quiero devolverle a los franceses el orgullo de serlo. Quiero terminar con el arrepentimiento, que es una forma de odio hacia uno mismo. Quiero acabar con la confrontación de las memorias, que alimenta el odio en los demás.

El pueblo francés optó por el cambio. Un cambio que pondré en marcha, porque ése es el mandato que recibí del pueblo y porque Francia lo necesita. Pero lo pondré en marcha con todos los franceses. Y lo pondré en marcha con un espíritu de unión y de fraternidad. Haré el cambio sin que nadie se sienta excluido y marginado. Lo haré con la voluntad de que cada persona pueda encontrar su sitio en nuestra República, que cada persona se sienta en ella reconocido y respetado en su dignidad de ciudadano y en su dignidad de persona. A todos los que rompió la vida, tienen que saber que no serán abandonados, que serán ayudados, que serán socorridos. Esas personas que sienten que, hagan lo que hagan, no podrán salir adelante tienen que estar seguros de que no serán abandonados y que tendrán las mismas oportunidades que los demás.

Hago un llamamiento a todos los franceses por encima de los partidos, de las creencias, de los orígenes, para que se unan conmigo y, entre todos, volvamos a poner a Francia en marcha.

Llamo a todos y cada uno a que no se dejen encerrar en la intolerancia y en el sectarismo, sino que se abran a los demás, a los que tienen ideas diferentes, a los que tienen otras convicciones.

Quiero lanzar un llamamiento a nuestros socios europeos, a aquellos a los que está ligado nuestro destino, para decirles que he sido europeo toda mi vida, que creo en la construcción europea y que, esta noche, Francia ha vuelto a Europa.

Pero también les invito a escuchar la voz de los pueblos que quieren ser protegidos. Les invito a no permanecer sordos a la cólera de los pueblos que perciben la Unión Europea no como una protección sino como un caballo de Troya de todas las amenazas que encierran las transformaciones del mundo.

Quiero lanzar un llamamiento a nuestros amigos americanos, para decirles que pueden contar con nuestra amistad. Una amistad que se forjó en las tragedias de la Historia que hemos afrontado juntos. Quiero decirles que Francia estará siempre a su lado, cuando la necesiten. Pero también quiero decirles que la amistad es aceptar que los amigos puedan pensar de forma diferente y que una gran nación como Estados Unidos tiene el deber de no obstaculizar la lucha contra el calentamiento global, más bien al contrario debe ponerse en cabeza contra él, porque está en juego el destino de toda la humanidad.

Quiero lanzar un llamamiento a todos los pueblos del Mediterráneo, para decirles que es en el Mediterráneo donde pasa todo y que tenemos que superar todos los odios para dejar sitio a un gran sueño de paz y de civilización. Quiero decirles que ha llegado el tiempo de construir juntos una Unión Mediterránea que sea puente de unión entre Europa y África.

Quiero lanzar a todos los africanos una llamamiento fraterno, para decirles que queremos ayudarles a vencer a la enfermedad, al hambre y a la pobreza, para que puedan vivir en paz. Quiero decirles que decidiremos juntos una política de inmigración controlada y una política de desarrollo ambiciosa.

Quiero hacer un llamamiento a todos los que en el mundo creen en los valores de la tolerancia, de la libertad, de la democracia y del humanismo. A todos los que son perseguidos por las tiranías y por las dictaduras. A todos los niños y a todas las mujeres martirizadas en el mundo, para decirles que Francia estará siempre a su lado y que pueden contar con ella.

Mis queridos compatriotas, vamos a escribir juntos una nueva página de nuestra historia. Y estoy seguro de que será una página grande y bella. Y desde el fondo del corazón esta noche os digo:

¡Viva La República!

¡Viva Francia!

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