19 junio 2009




Zp, función discreta

Santiago González

Uno de los problemas epistemológicos de Zapatero es de origen matemático. Él no concibe la vida como una función continua, sino discreta, no como una línea, sino como una serie de puntos o impactos en el ánimo de los electores. El paro son los puntos con que la Encuesta de Población Activa representa cada mes el número de desempleados. Asumido el impacto de los cuatro millones, los datos de la próxima EPA serán negativos si el número de nuevos parados es mayor que en meses anteriores. Si es menor será una desaceleración, un punto de inflexión que abonará un discreto optimismo gubernamental.

Si el número total de parados disminuye, se interpretará el dato en sí mismo, sin relacionarlo con el comportamiento estacional de la variable o con su carácter efímero. Veo brotes verdes, dijo Salgado tres semanas antes de las elecciones. Una vez pasado el impacto (y los comicios) ya se puede hablar de la función continua. Decreceremos el 3,6% del PIB este año y aun en 2010 tendremos crecimiento negativo. Tendremos un déficit del 10% y llegaremos a 2012 con cuatro millones de parados.

Una perspectiva como ésta no le parece pavorosa al presidente del Gobierno. Hasta 2012 quedan 30 impactos de la EPA. Si el número de parados no aumenta, quiere decir que “lo más duro de la crisis ha pasado ya”. Hasta 2012 no vamos a tener un crecimiento superior a ese 2% que es el umbral de creación de empleo en la ineficiente economía española, si las previsiones del Gobierno no fallan, que hasta ahora lo han hecho todas.

No habrá más oleadas de la EPA que nos abrumen con 200.000 nuevos parados. Hemos tocado fondo y esa es una noticia que no justifica todavía la sonrisa institucional. Felipe González, que piensa en función continua y se sincera más fuera del mitin, advierte de que podemos reptar por el suelo durante los próximos diez años.

Se equivoca el presidente al creer que ha descontado ya a esos cuatro millones de parados. Cada uno será un problema mayor durante los próximos tres años. Esa contabilidad que amortiza con tanta rapidez los datos negativos recuerda uno de sus argumentos preferidos en lo que a él le pareció un proceso de paz: llevamos dos años y medio, tres, tres años y medio sin muertos. Pilar Ruiz Albizu, la madre de los Pagaza, le explicó cómo llevan las víctimas su contabilidad, la función continua de la sangre: “para muchos de nosotros son tres, o cinco, o diez, o veinte años con «muertos (…) para mí hoy son 1340 días sin mi hijo.”

Es, ya digo, un problema epistemológico. El presidente da una pista sobre el mismo en la increíble biografía que le escribió Suso de Toro, un libro imprescindible para acercarse a la ontología presidencial. Le abrió los ojos un pastor que se encontró a orillas del río Cueño: «me dijo: “Soy pastor, no he podido estudiar, pero se acordará de una cosa que le voy a decir (…) Las cosas que se aprenden sin estudiar no se olvidan”. Lo he repetido muchas veces».

Que un sencillo pastor tome por conocimiento las habilidades psicomotrices básicas: alimentarse, caminar, andar en bici, nadar o copular, tiene un pasar. Que lo haga el presidente del Gobierno es un problema.


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