17 abril 2010

Víctimas a la carta

Santiago González


En el desarrollo futuro del Plan de Convivencia Democrática y Deslegitimación de la Violencia, el Gobierno vasco estudia la forma de introducir las víctima en el sistema educativo. Se trata de que el Gobierno ofrezca en un futuro próximo a los centros escolares un catálogo de víctimas de la violencia, con el fin de que elijan la que les parezca idónea para dar testimonio a los alumnos. Las víctimas serán seleccionadas entre las que hayan superado el duelo y quieran compartir un mensaje de perdón y reconciliación, apuntaba la consejera de Educación, Isabel Celáa. La dirección de los colegios podrá pedir una víctima de ETA, de los GAL o de los grupos de extrema derecha.


¿Es ésta una buena idea? En 'Plácido', Berlanga y Azcona ya planteaban el factor aleatorio en la campaña de Navidad 'Siente un pobre a su mesa', que organizaban las fuerza vivas de una pequeña capital de provincia. Como en el franquismo no se podía elegir, era por sorteo: “¿Y a usted que le ha tocado, pobre del asilo o uno de la calle?”, se preguntaban unas a otras aquellas buenas gentes.


Peliaguda cuestión ésta. Cabe pensar si las víctimas son equiparables a estos efectos. No se trata de relativizar el crimen y creer que algunos asesinos son mejores que otros. “Sólo el que mata es la categoría/ que dejo fuera de mi sentimiento” escribió Neruda, ni que unas víctimas de la muerte a mano airada merezcan menos lágrimas de los suyos que las otras, ni de que la justicia debe hacerse sobre todos los victimarios como forma de reparación.


Enrique Múgica lo formuló con lucidez y sin hipocresías, tras el asesinato de su hermano Fernando: “es verdad que todos los muertos son iguales porque todos los muertos son llorados, sean quienes fueren, por sus familias y por sus amigos. Pero que un ser humano, antes de morir puede ser corroído por el odio y la violencia, o ser un ser humano de paz y tolerancia, tal y como era mi hermano”.


Los colegios deberían limitarse a pedir su participación en el programa y tendría que ser responsabilidad de la autoridad educativa enviar a la persona adecuada. La equiparación de los terrorismos para combatirlos ideológicamente no parece adecuada. ETA no es el GAL, ni los grupos ultras, ni siquiera el Grapo. ETA sigue siendo una amenaza de presente y de futuro para nuestra convivencia. ETA es la única organización terrorista que genera adhesiones sociales significativas y constituyen referentes asociativos, fenómeno que no se dan en otros grupos terroristas. Sería de mucho interés tratar el GAL en las escuelas para explicar a los niños la importancia de la Ley, pero no para equipararlo a ETA.

Para educar en la paz a nuestros hijos sería mejor reconocer la verdad profunda de uno de los 'Epitaphs of the war', de Rudyard Kipling, felizmente adaptado a lo nuestro por Jon Juaristi: “Nuestros padres mintieron, eso es todo”. Hace poco incidía en la misma idea un excelente artículo de Joseba Arregi: La pregunta es si el proyecto político que ha exigido más de ochocientos asesinatos puede ser el proyecto de futuro para la sociedad vasca, aunque se defienda ahora sin violencia. Si los asesinatos han pasado por el proyecto político que los causó sin romperlo ni mancharlo.”

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