Garzón se guarece
Santiago González
El fiscal del Tribunal de La Haya, Luis Moreno Ocampo, ha ofrecido a Baltasar Garzón una plaza de consultor en la Corte Penal Internacional que el juez se ha apresurado a aceptar. Es de suponer que vamos a asistir a una formalización del fichaje rapidísima. Tiene que estar nombrado antes de una semana con el fin de abortar la suspensión de funciones que el CGPJ iba a acordar contra él después de que el juez Varela abra la vista oral de la primera de las tres causas que le aguardan. Garzón dejará ese día el servicio activo para estar en situación de servicios especiales. Como es obvio, no tiene sentido suspender a nadie en unas funciones que no ejerce.
El contratador tenía una obligación moral. El segundo de los procesos que aguardan a Garzón le vino de su mano en cierto modo. Fue Moreno Ocampo quien le habló de organizar un curso en la Universidad de NY y le presentó a James D. Fernández. No le dio ninguna pista sobre Botín, es cierto, pero, ¿cómo no sentirse responsable del infortunio de un amigo? Ah, si yo no le hubiese dicho aquel día en Harvard…
“El mundo necesita jueces como Garzón, que se enfrenten al poder”, declaró solemnemente Luis Moreno hace seis meses. Tal vez sea ésta una caracterización del superjuez que extrañe un poco a quienes han seguido su carrera y les haya chocado que el titular del Juzgado número cinco de la Audiencia Nacional se haya dado tanta prisa para instruir el caso Gürtel y tan poca para el caso Faisán.
Eso es porque no se han fijado bien en que en nuestro país, el poder de verdad, la responsabilidad de gobernar los asuntos públicos, no es tanto del Gobierno como de la oposición. La mano que mece la cuna es la mano que mueve el mundo. ¿Qué no diremos de la oposición que arrima el hombro o tira del carro, según esté detrás o delante del vehículo? ¿De quién es la culpa de todo? De la oposición, que ni mece la cuna, ni arrima el hombro, ni tira del carro.
El insobornable juez declaraba a la prensa amiga hace tres semanas: “Ahora y así no me puedo ir”. Hermosa declaración de principios. ‘Ahora’, dicho el 19 de abril, es un adverbio de tiempo muy preciso: no quiere decir “dentro de tres semanas”. ‘Así’ es adverbio de modo que entonces no incluía una plaza en el Tribunal de La Haya. Jacques Vergès definió dos estrategias clásicas de la defensa en los procesos políticos: la de connivencia, de quien acepta las reglas del juego, y la de ruptura, en la que el procesado niega legitimidad a sus juzgadores y aprovecha el juicio como plataforma propagandística. Entre ambas, Garzón ha elegido una intermedia: evitar la suspensión el día 19. No servirá para detener sus procesos, pero a corto plazo fortalece su posición a la sombra internacional del fiscal Moreno Ocampo. De usar este nuevo argumento para negar legitimidad al Tribunal Supremo ya se encargarán sus partidarios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario