03 mayo 2008

del País Vasco


Narcisismo lingüístico

Santiago González

“Que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha”, escribió San Mateo en su best seller y aunque él se refería explícitamente a la práctica de la caridad, se conoce que la temprana prédica del Evangelio en estas tierras ha contribuido a extender la máxima a la práctica totalidad de la vida cotidiana. Así ha ocurrido, por ejemplo, en el Gobierno vasco, donde el Consejo Asesor del Euskera, organismo dependiende de la Consejería de Cultura, ha elaborado una ponencia, Bases para la Política Lingüística del Siglo XXI, que viene a poner en cuestión la práctica de la normalización del euskera desarrollada por el Departamento de Educación.

Aclaremos que Cultura es una consejería gestionada por el PNV, mientras Educación está encomendada a los cuidados de Eusko Alkartasuna, que ha puesto al frente del negociado a Tontxu Campos (ya se sabe la afición, quizá desmesurada, que aquí tenemos por los hipocorísticos chirenes). Ninguna novedad. Desde que el partido-guía empezó a compartir gobiernos tras la escisión de EA en 1.986, se ha quitado de encima la patata caliente de la Educación siempre que ha podido. O sea, seimpre. Durante sus coaliciones con los socialistas, gestionaron la cartera José Ramón Recalde y Fernando Buesa. El resto del tiempo se la encomendó a Eusko Alkartasuna, que ha tenido al frente de la misma a Inaxio Oliveri, Sabin Intxaurraga (en un visto y no visto, porque hubo que hacer crisis de Gobierno para acomodar a Madrazo) Anjeles (sik) Iztueta y Tontxu Campos.

El caso es que Campos impuso por decreto el pasado mes de octubre una reforma educativa, el curriculum vasco, que liquidaba el sistema de enseñanza vigente hasta la fecha, basado en los modelos lingüísticos. Estos, en opinión de la autoridad educativa, no garantizaban un dominio suficiente del euskera a los alumnos al término de la ESO y era preciso sustituirlo por un nuevo modelo que tuviera el euskera como lengua vehicular, el idioma en el que se imparte el conocimiento en el sistema educativo vasco.

El razonamiento o así debe de ser muy simple: si los escolares no saben euskera, procedamos por el reputado método de la inmersión. “La lengua es el ADN de Cataluña”, dijo Maragall, en frase que resume como ninguna otra el fetichismo nacionalista respecto a la lengua, que toma por objeto de deseo último lo que debería ser una herramienta privilegiada para la transmisión y adquisición de conocimientos. Al fondo, el narcisismo de la identidad. Es evidente que tal proceder contribuirá a extender la ignorancia entre unos escolares condenados a educarse en el idioma que peor conocen, por mucho que se le llame “la lengua propia”, tan impropiamente, ay.

Las mismas autoridades educativas trampearon cuando se trataba de obtener mejores resultados en las pruebas para el Informe Pisa: a pesar de que más de la mitad de los alumnos evaluados pertenecían al modelo D, el Departamento que dirige Tontxu Campos examinó en castellano al 86,4% del total.

A pesar de que el número de alumnos que superan la selectividad en euskera supera ya al de los que lo hacen en castellano, el final de los estudios universitarios no registra progreso alguno, según las estadísticas de la propia UPV. A pesar de los esfuerzos presupuestarios y de la presión sociolingüística, los progresos son para entusiasmos contenidos. En el curso 1996/1997 se leyeron en Euskadi 231 tesis doctorales. La tabla especifica que 21 de ellas estaban escritas en euskera y una en inglés. A falta de mayores precisiones es de suponer que las 219 restantes fueron redactadas en “otras lenguas”, una de las cuales era con bastante seguridad el castellano. Once cursos después, en el correspondiente a 2007/2008, el número total de tesis leídas fue de 229. El progreso de las tesis elaboradas en la ‘lengua propia’ fue realmente modesto: 22, una más que once años antes, mientras las tesis en inglés pasaron en el mismo periodo de una a 33.

Aquí tienen un motivo para la reflexión los encargados de pastorear a nuestros hijos hacia el analfabetismo. Otro, son las sensatas palabras escritas por Luis de Villasante hace ya muchos años contra la imposición lingüística: “es absolutamente necesario que Euskaltzaindia y el euskera se mantengan al margen de las opciones políticas. Me perdonarán los nacionalistas si les hago una consideración: si aman de verdad el euskera y Euskal Herria, que no los liguen a su ideología. Y eso, por el bien de eso que aman. Hay que estar ciego para no ver los daños y riesgos de ligar ambas cosas. De ligar euskera y nacionalismo se sigue entre otras cosas que los vascos que no aceptan esa ideología, rechacen el euskera. Con este comportamiento, finalmente, lo que es de todos se convierte en algo de un partido.”

No hay comentarios: