25 octubre 2010


Estilo de portavoz
Santiago González
Rosa Díez cuenta una anécdota muy definitoria del hombre fuerte del Gobierno. El 23 de julio de 2000, tras la elección de Zapatero en el 35º Congreso del PSOE, dos miembros del equipo del candidato Bono, coinciden a la salida. Son Alejandro Cercas y Rubalcaba. “Hemos perdido”, dice el primero resignadamente. “Habrás perdido tú. Yo, no”, le responde el otro muy entero.

Su estreno como nuevo, -ma non troppo,-portavoz, tuvo un argumento relevante en la impresentable especulación del alcalde de Valladolid sobre “los morritos” de la señora Pajín. El regidor, “insoportablemente sexista, machista”, al decir del vice, le llevó a la siguiente reflexión: “hay algo en la genética del PP que rechina…”

Vayamos por partes. Siempre he creído que De la Vega ha sido una vicepresidenta sobrevalorada, especialmente en una de sus funciones primordiales, la coordinación del Gobierno. Los ejecutivos de Zapatero han sido un caos en el que unos ministros contradecían a otros y todos ellos, empezando por el primus inter pares, a sí mismos. En eso va a mejorar con el par Rubalcaba-Jáuregui. Pero si hay algo que no  necesitábamos era un portavoz-azote de la oposición. De la Vega, en su papel de señora Danvers del Manderley monclovita, era una especialista, con insultos como ‘viles’, ‘mezquinos’ e ‘indecentes’, delicadamente vertidos desde su sonrisa conmiserativa.

Y lo de la genética. Zapatero, Blanco y Tomás Gómez ya se habían referido al ADN y al código genético de los socialistas con metáfora perversa. En la historia de las ideas políticas sólo ha habido un movimiento que ha relacionado las ideas con la biología y los comportamientos humanos con la sangre, la raza y la genética: el nazismo. Es la más desdichada formulación identitaria y la piedra angular de los totalitarismos: la que adjudica a nuestro ser todas las virtudes y al ser de los otros todos los defectos.

Es un absurdo, claro, una expresión de la doble vara de medir. Un ejemplo: El presidente del Congreso, José Bono, dijo de la presidenta de la Comunidad de Madrid: “Esperanza besa de día y muerde de noche”. Un caso práctico: Tal vez el sexismo y el machismo del tal León de la Riva habrían parecido soportables a Rubalcaba bajo una formulación del acervo cultural propio: “Lo que le pasa a la señora o señorita Leire (© Alfonso Guerra) es que está mal follada (© Martín López, concejal del PSC en Barcelona sobre la periodista Mónica Terribas)”.

Una secuencia reveladora de Cabaret, dejando a un lado la eléctrica escena de la cervecería en la que el joven nazi hace cantar a la parroquia Tomorrow belongs to me, (canción que ha inspirado a Ibarretxe el título de sus memorias, Geroa gurea da), es el diálogo en el que la dueña de la pensión en la que vive Liza Minelli pregunta a herr Ludwig, su huésped nazi: “Si todos los judíos son banqueros, ¿cómo pueden ser comunistas también?”, a lo que él responde en una muestra de lo que tantos años después ha definido el estilo Rubalcaba: “Sutiles, son muy sutiles, fräulein Kost. Si no pueden destruirnos de una forma, lo intentan de otra.” 


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