Spoon River
Santiago González
Zapatero firmó ayer el pacto que anhelaba con los nacionalistas vascos, algo más sólido y duradero que un acuerdo para aliviar las urgencias en el pajar del Congreso. No sé si tanto como el amor verdadero, pero sí una relación estable, aunque también haya tenido que pagar para conseguirla. Eso no quita para que el amancebamiento tenga un nombre perfectamente honorable: “Acuerdo por la estabilidad política, económica e institucional de Euskadi”, se llama la sentencia en un alarde de neoparla orwelliana: su primer efecto es la crisis política e institucional. El Gobierno ha acordado 20 transferencias y no lo ha hecho con el receptor de las mismas, el Ejecutivo autonómico, que para mayor surrealismo era un Gobierno amigo. Ha preferido chamarilear con el partido de la oposición, lo cual constituye una falta grave de respeto a las instituciones y abre una crisis política para el Gobierno del cambio. Ayer, con el pacto de legislatura, se redactó un anexo con el acta de defunción para el Gobierno de Patxi López; ya habrá tiempo de ponerle fecha y de escribir un sentido epitafio, un ‘spoon river’ airoso.
No es equitativo. Con estos, el PNV ha aprobado seis presupuestos a José Luis Rodríguez Zapatero. El PSE de López colaboró lealmente, apoyando los presupuestos a Ibarretxe entre 2006 y 2009. En el último ejercicio citado, los jeltzales también exigieron el traspaso de las competencias en I+D+i, un papelón para la ministra del ramo, que se enteró por los papeles. En 2010 el coste fue el blindaje de las normas fiscales de las Diputaciones y el bloqueo de la transferencia que Patxi López esperaba el 1 de enero. La competencia tuvo que esperar a que la renegociara y se la apuntara el PNV.
Eta gero, hau, pero ya se sabe que los apoyos pasan; sólo los blindajes permanecen. El partido-guía de los vascos siempre ha sido muy desprejuiciado en materia de alianzas. Arzalluz lo explicaba como sigue: “No tenemos reparos en ir con la izquierda o con la derecha. Así fue la generación anterior y así somos la actual, salvo algunos acomplejados, generalmente los de cartera más gruesa, que van de progres por la vida”.
Así lo hicieron entre el 96 y el 2000 con el PP, lo cual no ha impedido que la historia oficial culpe a Aznar de que el PNV se echara al monte en el 98. Ahora le toca al PSE cuyo portavoz se muestra muy ufano porque el Gobierno hermano les tiene informados de lo que pacta con el PNV y de que éste acepte implícitamente la vía estatutaria. Al principio de todo esto, el PSE era un adepto de la vía Maragall. Véase el resultado de las conversaciones de ZP con el Urkullu catalán: primero fue la cabeza del Bautista y el mes que viene, más: la derrota del PSC.
Este Gobierno vasco era el único éxito que podía presentar Zapatero en los últimos tiempos, pero se lo ha tenido que comer para llegar a 2011. Al final de ‘Go West!’, los hermanos Marx comienzan a alimentar la caldera del tren con la madera que arrancan de los vagones: soleras, mobiliario, mamparas y techos. “¡Traed madera!”, grita Zapatero al mando de la locomotora. Hay que llegar como sea. Es una metáfora perfecta del ejercicio del poder para este presidente del Gobierno. No le importa haber dejado el tren reducido a astillas, lo importante es que la locomotora avance. Todavía quedan las traviesas, que el ministro de Fomento y Pajín deben de tener perfectamente cuantificadas. Lo que pasa, presidente, es que si quemamos las traviesas que tenemos por delante, ¿no habrá peligro de que descarrilemos? “He dicho que como sea.”
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