Hacer aguas
Pie de lienzo.-José Luis hace entrega de las aguas canarias a Paulino Rivero. Al fondo, un cayuco.
Santiago González
Lamento de corazón decepcionar a mis seguidores si los tuviese, pero como el deber de los periodistas es decir la verdad, quiero echarla de la boca: Es comprensible, aunque deplorable, que el PP se haya visto obligado a romper su acuerdo de Gobierno con Coalición Canaria. Tras examinar los hechos con algún detenimiento debo decir que estoy bastante de acuerdo con el pacto presupuestario por el que el presidente cede a Canarias las aguas archipelágicas, que son las delimitadas por las islas del archipiélago, como su propio nombre indica. Lo normal es que Zapatero negocie asuntos de su interés pagando a los nacionalistas con el dinero o la soberanía del común. ¿Cómo oponerse a que por una vez les pague con algo que no es nuestro, como las aguas internacionales? Alguien le hará ver que las aguas jurisdiccionales españolas en Canarias alcanzan 12 millas a partir de cada isla, pero, ay, entre varias de ellas dos a dos, hay más de 24, y esas aguas son internacionales.
Si el ministro Bermejo no conocía bien los límites de las autonomías y se fue a cazar a Andalucía con la licencia de Castilla-La Mancha, por qué iba a conocer el presidente que lo nombró los límites entre las aguas españolas y las internacionales. Al fin y al cabo, las carreteras suelen indicar con un cartel las lindes autonómicas, pero ya me dirán donde se encuentran los mojones en la mar salada. Son ‘una raya en el agua’, título genérico de la columna que diariamente escribe mi admirado Ignacio Camacho.
Tengamos también en cuenta que el presidente no es un rudo lobo de mar, sino un hombre de León “y los de la montaña somos muy duros”, según confesión propia. Nada tiene que hacerse perdonar en punto a bravura, pero el mar, la mar, no es el mismo medio y requiere otras destrezas. Recuérdese aquella ocasión en que, por no atender las advertencias de su escolta, precisamente en aguas canarias, se echó a la mar en un bote para pescar y tuvo que ser rescatado por la Guardia Civil.
No es muy relevante. Cuando el Gobierno sea apercibido de este contradiós, dirá que eso de las aguas canarias es un simple purparler, una mera denominación para andar por casa. Por otra parte, ya le había cedido a Gibraltar aguas españolas, que es donde la Royal Navy hostiga a la Guardia Civil, y, si puede darle a Caruana lo que es nuestro, ¿por qué no va a darle a Paulino Rivero lo que no es de nadie? Y si la cosa cuela, aprovechando que a ambas orillas del Atlántico hay liderazgos progresistas, ¿por qué no un acuerdo con Obama para privatizarse el ‘Mare Tenebrosum’ y llamarle ‘Mare Nostrum’?
En ‘Hermano Lobo’, estimulante revista de humor dentro de lo que cabía, que era mucho, incluso bajo el franquismo, escribía en los primeros años setenta Emilio de la Cruz Aguilar, que bajo su personaje de Albert Macarra, firmaba una magnífica sección escrita en cheli, ‘Las Cassettes Mc Macarra’. En una de ellas, sobre el conflicto pesquero entre Marruecos y España, se refería a “lasaguasorinale d’Aspaña’. Yo ya estoy curado de espanto y lo voy comprendiendo todo, presidente, pero la verdad, creía que cambiarle el agua al canario era otra cosa.
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