19 junio 2008


Un balneario en Valencia

Santiago González

Las vueltas que da la vida. Hace sólo mes y medio nadie habría apostado porque Rajoy llegara vivo (políticamente hablando) al Congreso que se inaugura hoy. Recuerden el ambiente de hace mes y medio: un día el plante de María San Gil, otro, la devolución del carné de Ortega Lara; unas declaraciones de Esperanza Aguirre por aquí, otras de su segundo; un posado de Juan Costa en las Ventas; otro epistolar de Elorriaga en carta abierta, todos conspiradores inocuos, grandes maestros en amagar y no dar, como el valentón del canónico estrambote de Cervantes en el célebre soneto: “Y luego, incontinente,/ caló el chapeo, requirió la espada,/ miró al soslayo, fuese, y no hubo nada”. Si hay alguien en su partido que aún no se ha dado cuenta, cabe responderle lo mismo que la burguesita empeñada en convencer a su marido en un concierto que el director de la orquesta era Von Karajan. El hombre replicaba pacientemente que no podía ser, que el gran director estaba muerto desde 1989 y ella insistía: “Pues yo juraría que se mueve”.

Lo que se prometía sarracina se ha resuelto en balneario. El nombramiento de María Dolores de Cospedal ha gustado a casi todos: a Esperanza Aguirre, (muy buena noticia) a Gallardón (magnífica elección) al anfitrión Camps, (un equipazo preparado) a todo el mundo. Es mujer, condición no irrelevante en su designación. Hay equilibrio en los nombramientos que ayer dio a conocer Rajoy: paridad de género y un ten con ten entre continuidad y renovación, sin que la dosis de lo último sea desconcertante: tanto Cospedal como González Pons son personas jóvenes, aunque con trayectoria; él en la Generalitat valenciana y ella, en la Comunidad de Madrid y al frente del partido en Castilla-La Mancha.

Soltera y madre en la vida era una expresión de uso corriente para señalar una desgracia que, afortunadamente, ha caído en desuso. Cospedal eligió ser madre soltera mediante fecundación in vitro, lo que viene a equilibrar un poco el reto plusmarquista de Zapatero. Es verdad que el record presidencial es triple: ha establecido la paridad en el Consejo de Ministros (y Ministras), ha nombrado a la primera ministra que pare al pie del cañón, por decirlo con metáfora pertinente y a la ministra más joven de la historia. A cambio, Rajoy se adelanta al partido del Gobierno al nombrar a una mujer como número dos del PP, hecho que nunca antes había sucedido en ninguno de los dos grandes partidos. En otros sí; el Partido Comunista tuvo muchos años como secretaria general primero, y como presidenta después, a Dolores Ibarruri. Más cerca de nuestro tiempo, Eusko Alkartasuna eligió a Begoña Errasti para suceder a Carlos Garaikoetxea en la Presidencia del partido y Rosa Díez es presidenta y fundadora de Unión, Progreso y Democracia.

Es muy probable que no le guste a Rouco. El nuevamente presidente de la Conferencia Episcopal ya había expresado su falta de entusiasmo por el matrimonio civil de Soraya Sáenz de Santamaría y es de suponer que en lo tocante a la maternidad de la nueva secretaria general tampoco sea partidario de las fantasías ni de las autosuficiencias. Pero esto le viene bien a la imagen de Rajoy y a la del partido. Es más: no es improbable que a partir de ahora, los currícula de los populares incorporen detalles como estos: master en la London School of Economics, casada por lo civil; un doctorado en el M.I.T. y un matrimonio por lo municipal; abogado-economista por la Universidad de Deusto y apóstata. O viceversa, depende de lo que interese destacar.

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