El asunto ausente
Santiago González
Allá cuando el bajofranquismo, Forges publicó un chiste en Hermano Lobo, en el que un jerarca del régimen anunciaba: “Aquí, las cosas claras. Llamaremos al pan, ‘zusf’ y al vino, ‘frolo’”. El 15 de abril de 2004, durante su primer discurso de investidura como presidente del Gobierno, Zapatero invocó tres veces la palabra ‘transparencia’: para recordar que era un compromiso, anunciar que iba a “implantar la máxima transparencia en la gestión de lo público” y anunciar una Ley sobre los medios del comunicación públicos con la que “avanzaremos claramente en la transparencia del ejercicio del poder público”.
Bastaría cambiar al subsecretario franquista por el secretario general del PSOE para actualizar el viejo chiste: Vamos a implantar la máxima transparencia en la gestión de lo público: Por eso, llamamos ‘crecimiento débil’ a la crisis, ‘el recurso’ al agua, y al trasvase, ‘transferencia’. No es que acepten los trasvases de agua, no. “Mientras yo sea presidente”, había prometido Zapatero. Lo que sí aceptan, son “aquellas transferencias del recurso del agua a través de las infraestructuras hidráulicas necesarias que sean viables económica, sostenibles medioambientalmente y que sean aceptadas socialmente”. Y pensar que los romanos a todo eso lo llamaban ‘acueductos’. Qué simpleza, hay que joderse.
En sus ‘Vidas paralelas’ tuvo a bien Plutarco contar que Alcibiades era dueño de un hermoso perro que le había costado carísimo y admiraba a los atenienses. Un buen día, “le cortó la cola, que era bellísima. Reprendiéronselo sus amigos, diciéndole que todos lo criticaban por lo hecho con el perro, y él, riéndose, respondió: “eso es lo que yo quiero, que los atenienses hablen de esto, para que no digan de mí cosas peores”.
Zapatero ha dado unos vistosos recortes a la cola del perro en el 37º Congreso del PSOE: la paridad en la Ejecutiva, el ascenso de la joven Pajín a la Secretaría de Organización –otro record- y un surtido variado de laicismo, aborto y eutanasia, para ver si pica el PP o, al menos, se cabrea Rouco. El Congreso ha contenido dentro de los límites de lo razonable las propuestas maximalistas de las bases. No así con la descabellada resolución sobre la inmersión lingüística en las lenguas cooficiales. ¿Podrá Patxi López defenderla como candidato a lehendakari? Pero aun los ciudadanos que estamos de acuerdo con las primeras cuestiones, no hablamos en casa ni en el bar sobre el insoportable bodegón de crucifijo y evangelios, frente al que los ministros juran o prometen.
Hablamos de otras cosas. Ayer conocíamos que el salario medio ha descendido en términos reales un 0,7% en 2006, la segunda mayor caída entre los 30 países más desarrollados del mundo. Es un dato que se suma a la caída del índice de producción industrial, al desplome de las matriculaciones de coches, del índice del comercio minorista, de la confianza de los inversores y la de los consumidores, al record de la inflación y a la destrucción de empleo. La escalada del Euribor va a hacer que 120.000 familias españolas dejen de pagar sus hipotecas hasta el final de año. Es cierto que el precio del petróleo y la crisis de las hipotecas subprime que están en el origen del desastre son factores exógenos, pero también lo es que las consecuencias están siendo peores para la economía española que para las de nuestro entorno.
Fue un asunto ausente en las discusiones congresuales, pero el secretario general lo rozó en su discurso final, para afirmarse en la superioridad moral del socialismo: nosotros nos preocupamos, ellos se regodean.
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