Santiago González
De Juana Chaos inició una huelga de hambre a punto de cumplir 51 años. Perseveró en ella 63 días, justo hasta que la Fiscalía de la Audiencia Nacional rebajó la pena que le pedía por dos delitos de amenazas vertidas en sendos artículos de periódico. Un mes más tarde, tras ser condenado a 12 años y medio, que el Tribunal Supremo redujo a tres, inició otra, que mantuvo 115 días, hasta que el Gobierno le concedió el régimen de prisión atenuada.
Las huelgas de hambre de Iñaki de Juana constituyen uno de esos portentos que anunciaba la revista Bizkaitarra a comienzos del siglo XX, anunciando el buen material de los hijos de la tierra: “Es la raza vasca, por convicción de su positiva superioridad física, una de las más saturadas de ese sano espíritu de lucha, de competencia, sintetizado por los sajones con la palabra ‘struggle’” (borroka). Hay que aclarar que De Juana Chaos como vasco, sería más una vecindad administrativa que una raza en sentido estricto, (su padre era mirandés y su madre había nacido en Tetuán) pero ahora las cosas han cambiado mucho y la raza o el sexo ya no son un capricho aleatorio, un accidente de la fecundación, sino una manifestación de la voluntad.
Bueno, pues a sus 51, después de dos huelgas de hambre tan largas, De Juana cumplió el débito preconyugal con su novia de pie y en la ducha de su habitación en el hospital 12 de Octubre. Ahí queda eso. Comparemos su caso con el del activista del IRA, Bobby Sands, un deportista de 27 años que murió el 5 de mayo de 1981, tras una huelga de hambre de 66 días. Es cierto que hay una predisposición genética: nunca se ha visto a un vasco de raza morir de hambre por propia voluntad. Por otra parte, es generalmente admitido que la veteranía es un grado y De Juana Chaos tiene mucha práctica en esta clase de huelgas, que ha declarado una decena de veces; la primera de ellas, el 12 de agosto de 1987, siete meses después de su detención. Ésta es, en cualquier caso, una prueba evidente de que nuestros terroristas tienen más struggle.
Su último plante se debe a razones inmobiliarias. Al tener conocimiento de que la Fiscalía investiga si él y su mujer incurrieron en el delito de alzamiento de bienes con el piso de su madre, Iñaki de Juana ha vuelto a lo que mejor domina: la huelga de hambre. Tal vez no se da cuenta de que las cosas han cambiado mucho. El Gobierno estaba negociando con ETA y pensaba que él era un hombre de interés para la organización terrorista. Tal vez él creyó entonces en la explicación que dio el ministro del Interior el 1 de marzo de 2007, para explicar su prisión atenuada por razones de humanidad. Y por imperativo legal: "(Es un) mandato constitucional preservar la vida de quienes están en prisión". En esta ocasión, el ministro de Justicia ha respondido igual que Margaret Thatcher a Bobby Sands y a los nueve que le siguieron hasta la muerte en 1981: “es una decisión suya”.
Ayer mismo, la AVT pedía a Rubalcaba una orden de alejamiento para que las tres víctimas de ETA que viven en su calle no tengan que cruzarse con él. No es probable que el Gobierno pueda hacerlo, salvo que el terrorista incurra en menosprecio de las víctimas al cruzarse con alguna de ellas. El embargo del piso que persigue el fiscal no es más que una solución teórica. En la práctica se resolvería de idéntica manera que la subasta de la cristalería de Kandido Azpiazu en Azpeitia. El piso se lo quedará Irati Aranzábal, sin que nadie se atreva a superar su puja. La kandidiasis es enfermedad muy contagiosa que se propaga con sobrentendidos en la sociedad vasca.
Las huelgas de hambre de Iñaki de Juana constituyen uno de esos portentos que anunciaba la revista Bizkaitarra a comienzos del siglo XX, anunciando el buen material de los hijos de la tierra: “Es la raza vasca, por convicción de su positiva superioridad física, una de las más saturadas de ese sano espíritu de lucha, de competencia, sintetizado por los sajones con la palabra ‘struggle’” (borroka). Hay que aclarar que De Juana Chaos como vasco, sería más una vecindad administrativa que una raza en sentido estricto, (su padre era mirandés y su madre había nacido en Tetuán) pero ahora las cosas han cambiado mucho y la raza o el sexo ya no son un capricho aleatorio, un accidente de la fecundación, sino una manifestación de la voluntad.
Bueno, pues a sus 51, después de dos huelgas de hambre tan largas, De Juana cumplió el débito preconyugal con su novia de pie y en la ducha de su habitación en el hospital 12 de Octubre. Ahí queda eso. Comparemos su caso con el del activista del IRA, Bobby Sands, un deportista de 27 años que murió el 5 de mayo de 1981, tras una huelga de hambre de 66 días. Es cierto que hay una predisposición genética: nunca se ha visto a un vasco de raza morir de hambre por propia voluntad. Por otra parte, es generalmente admitido que la veteranía es un grado y De Juana Chaos tiene mucha práctica en esta clase de huelgas, que ha declarado una decena de veces; la primera de ellas, el 12 de agosto de 1987, siete meses después de su detención. Ésta es, en cualquier caso, una prueba evidente de que nuestros terroristas tienen más struggle.
Su último plante se debe a razones inmobiliarias. Al tener conocimiento de que la Fiscalía investiga si él y su mujer incurrieron en el delito de alzamiento de bienes con el piso de su madre, Iñaki de Juana ha vuelto a lo que mejor domina: la huelga de hambre. Tal vez no se da cuenta de que las cosas han cambiado mucho. El Gobierno estaba negociando con ETA y pensaba que él era un hombre de interés para la organización terrorista. Tal vez él creyó entonces en la explicación que dio el ministro del Interior el 1 de marzo de 2007, para explicar su prisión atenuada por razones de humanidad. Y por imperativo legal: "(Es un) mandato constitucional preservar la vida de quienes están en prisión". En esta ocasión, el ministro de Justicia ha respondido igual que Margaret Thatcher a Bobby Sands y a los nueve que le siguieron hasta la muerte en 1981: “es una decisión suya”.
Ayer mismo, la AVT pedía a Rubalcaba una orden de alejamiento para que las tres víctimas de ETA que viven en su calle no tengan que cruzarse con él. No es probable que el Gobierno pueda hacerlo, salvo que el terrorista incurra en menosprecio de las víctimas al cruzarse con alguna de ellas. El embargo del piso que persigue el fiscal no es más que una solución teórica. En la práctica se resolvería de idéntica manera que la subasta de la cristalería de Kandido Azpiazu en Azpeitia. El piso se lo quedará Irati Aranzábal, sin que nadie se atreva a superar su puja. La kandidiasis es enfermedad muy contagiosa que se propaga con sobrentendidos en la sociedad vasca.
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