Visto el desarrollo de la Cumbre de Washington es preciso concluir que los esfuerzos Zapatero en el G-20+x han sido una inversión productiva. Es verdad que este concierto ha sido dirigido por un pato cojo, que esto, sin el presidente electo pierde mucho y que, según hemos sabido por Le Figaro, el factótum Sarkozy determinó la fecha de la misma en función de una cuestión tan doméstica como silenciar al PSF, que celebraba congreso en Reims. Ha convertido en su primer aliado al antiguo admirador de su rival, que en año y medio ha pasado de "Ségoléne, siempre estaré a vuestro lado" a Nicolás, “te daré lo que me pidas” a cambio de la silla.
Si se toman la molestia de repasar las fotos del encuentro entre Zapatero y Bush comprobarán que no se conoce un duo de milicia tan bien avenido desde el que formaron Rick Blaine y el capitán Renault al final de Casablanca. Éste también puede ser el comienzo de una hermosa amistad, aunque no irá más allá del 20 de enero por exigencias del guión.
Antes de Washington, el presidente y su equipo pensaban que estábamos en la Champions: los que más goles metíamos y los que menos encajábamos; insistir en que a esto, en toda tierra de garbanzos se le llamaba ‘crisis’, era una prueba de antipatriotismo; la vicepresidenta exhortaba el 5 de febrero a los trabajadores de Ford en Almusafes para encarecerles que no hicieran «demasiado caso a los cantos apocalípticos de algunos sectores» sobre la situación económica en España, pues usan «algunos datos coyunturales» para intentar hacer creer que ésta «no va bien». Fue también antes de prever un crecimiento del PIB del 1,1% al hacer los presupuestos.
Los resultados de la cumbre están embarullados, pero los dos partidos más votados aquí se han apresurado a arrimar el ascua del G-22+el realquilado checo a su sardina partidista. El número 2 del PSOE explicó ayer que de "Washington ha salido más Estado, más transparencia, más regulación, más cautelas, más fiscalización. Aquí las tesis estadounidenses de más mercado y menos Estado se han acabado. Ha salido lo contrario". En definitiva, el mundo es un poco más socialdemócrata que ayer y un poco menos que en la próxima cumbre de abril. Fuimos luz de Trento con Aznar y antorcha de la Libertad con Zapatero. “Vuelvo a ver la temblorosa luz de España”, dijo María Zambrano a su regreso del exilio. Qué tiene que ver con socialdemocracia y transparencia una inyección de liquidez a los bancos, que, en opinión del presidente, se transformará “rápidamente y de forma clara en más crédito”, aunque él ya se teme que estas ayudas no repercutirán de un día para otro en la vida de las empresas y los ciudadanos. También piensa el presidente que el tiempo de la repercusión deber acortarse al máximo. Parecen buenos deseos, teniendo en cuenta que los 50.000 millones de dinero contante (los otros 100.000 millones son avales) coincide hasta el último euro con los vencimientos que dichos bancos tienen en un plazo inferior a un año.
Por si esto fuera poco, el ministro Sebastián ha destacado el liderazgo de Gordon Brown y Zapatero en la Cumbre, "junto a Sarkozy, que yo creo que está deseando pasarse al bando socialdemócrata e, incluso, más a la izquierda". Aquí tenemos una oportunidad de futuro: Bastaría con ofrecerle a Sarkozy el cargo que deja vacante Llamazares al frente de Izquierda Unida. Los dos son bajitos, pero el francés parece más Superratón, “supervitaminado y mineralizado”. Tendríamos un aliado fiel dentro y una amiga al frente de la República francesa. Por dar ideas que no quede.
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