27 mayo 2009

La familia sostenible

Santiago González

Había que dejar claro a la peña que después de las derechas habían llegado los derechos, después de la hiel la miel, sustituir el afán de sevicia por el de servicio, en fin, ese delicado juego de paronomasias que constituye la esencia del pensamiento Zapatero, infalible guía taxonómica para distinguir entre los que sólo piensan en sí mismos y quienes se deben a los demás.

Para fijar las diferencias, el Consejo de Ministros y ministras aprobó el 18 de febrero de 2005 un Código de Buen Gobierno que recogía este catálogo de principios éticos que guían a los buenos socialistas: “objetividad, integridad, neutralidad, responsabilidad, credibilidad, imparcialidad, confidencialidad, dedicación al servicio público, transparencia, ejemplaridad, austeridad, accesibilidad, eficacia, honradez, y promoción del entorno cultural y medioambiental y de la igualdad entre hombres y mujeres”. (Art. 1º. Principios básicos) 

¿Y todo eso para qué? Para la satisfacción de los intereses generales de los ciudadanos y el interés común, “al margen de cualquier otro factor que exprese posiciones personales, familiares, corporativas, clientelares o cualesquiera otras que puedan colisionar con este principio”. Esto en el artículo 2.2, y en el 2.3 más de lo mismo.

Verbigracia, lo de Chaves. Estaba obligado a inhibirse, porque así lo dispone el artículo 7.1 de la Ley 3/2005 de 8 de abril de Incompatibilidades de Altos Cargos de Andalucía, pero tiene menos interés. Entendámonos. Era ilegal que el presidente Chaves concediera una ayuda de 10,1 millones de euros a una empresa apoderada por su hija. La gente es de suyo malpensada y envidiosa y podría llegar a la conclusión de que Mina de Aguas Teñidas S.A. –qué hermoso nombre-había contratado a su hija, Paula Chaves para mover voluntades y papeles en el Gobierno de su padre. Habría que fijar un patrón para evaluar estos casos. Esto, ¿en cuánto se nos pone, medido en trajes de Milano? 

Demos por hecho que todo gobernante puede tener tentaciones y caer en ellas. ¿ No es admirable este alarde de decencia, el compromiso de hacer honor a su proclamada superioridad moral? Nada les obligó a elaborar un Código de Buen Gobierno, salvo quizá una súbita epifanía de la virtud que ascendía desde sus convicciones socialistas.

“Tengo una presunción siempre favorable hacia Chaves”, ha dicho su presidente, en gesto que le honra. Si no fuera magnánimo con los suyos, ¿cómo iba a poder guardar clemencia con la oposición? El portavoz de la Junta aclaró ayer que Paula Chaves no era la dueña de la empresa y tiene razón. Era sólo la conseguidora. De ahí que el portavoz Alonso haya sentenciado que la honradez y la honestidad de Chaves son incuestionables. La esencia de la democracia es la confianza en los nuestros.

Los Chaves constituyen una familia sostenible, un modelo alternativo que la derecha no entiende. A una familia laica le une más una subvención de diez millones que el rezo del rosario que preconizaba el padre Peyton. Y no hemos hablado de los hermanos Chaves. A ver si se atreven a decir ahora en el PP que el PSOE quiere acabar con la familia. No hay pelotas.

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