17 mayo 2009

Reajustes

Santiago González

Es ya un secreto a voces que la noche del 1 de marzo pasado, Patxi López se arrancó al proclamar su candidatura a lehendakari, desbordando en su proclama los deseos y las expectativas de su partido. En efecto, la opinión mayoritaria en Ferraz era más bien partidaria de no arriesgar el acuerdo con el PNV que ponía a Zapatero al borde mismo de la mayoría absoluta en el Congreso. La iniciativa de Patxi era incompatible con ella, amén de introducir una contradicción notable en la política socialista: deber el Gobierno vasco al partido con quien se mantiene una relación de hostilidad máxima.

Había una evidente paradoja en la proclamación, que suponía una alianza de facto con el PP; sólo los 38 escaños que sumaban entre ambos le permitirían hacerse con el Gobierno vasco por encima de los 30 que había obtenido en solitario el partido-guía. La proclama de su candidatura por parte de López ponía al PSOE en una encrucijada, obligaba a Zapatero a elegir entre dos males: sartén o fuego.

El primero, la ruptura con el PNV en Madrid, lo que iba a dejar al Gobierno en una incómoda intemperie parlamentaria. La otra alternativa, permitir que Ibarretxe gobernara o aceptar una coalición con él como lehendakari, suponía, en primera instancia, un balance desastroso de derrota en Galicia y en Euskadi. En segundo lugar, podía pasarle factura por avalar tácita o expresamente, el Gobierno de Ibarretxe.

Así que a lo hecho, pecho. Pregúntense qué han hecho ustedes durante estos diez años para que hayamos tenido que aceptar el apoyo de estos, viene a ser la respuesta académica a la pregunta de los nacionalistas sobre cómo es posible que gobiernen con el PP. El mismo Zapatero respondió así a Erkoreka en el Debate sobre el Estado de la Nación.

Las cosas cambiarán durante la legislatura. Erkoreka ya anticipaba ayer que “la realidad nos obligará a todos, poco a poco, a resituarnos y a establecer las relaciones ordinarias o normales de comunicación”.

El segundo candidato en la lista del PSOE a las europeas consideró ayer “imprescindible” el entendimiento con el nacionalismo vasco, para atribuir al acuerdo de Jaime Mayor y Nicolás Redondo un carácter “excesivamente foráneo y frentista, inclusive cargado de tintes de revanchismo antinacionalista, que no son los perfiles del socialismo vasco de los últimos ocho años”.

Depende. Todavía está en las videotecas la advertencia que la consejera de Bienestar Social en el socialismo vasco de ahora mismo hizo al PNV en aquella campaña electoral: “no gobernaremos con ellos aunque cambien”.

Todo parece indicar que el análisis de Erkoreka es básicamente correcto. Tendrán que asumir que están en la oposición, eso ya es un hecho. A partir de ahí, tratarán de recuperar la centralidad política que tuvieron hasta Lizarra. Ya gobernaron con Basagoiti en Bilbao hace diez años y su portavoz en Madrid acaba de abrir la puerta a pactos con el PP si se centra. ¿Le gustaría al PSE reorientar su política de alianzas hacia el PNV? Puede, pero lo que con toda seguridad querrá es retener la lehendakaritza y no parece que el nacionalismo vaya a estar por la tarea. Habrá que estar atentos a las decisiones que tome el lehendakari hasta el verano.

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