04 abril 2008



Un plan por etapas

Santiago González

Zapatero calificó de ‘positivo’ el paso dado ayer por Urkullu, que ha comparecido dos veces en 24 horas a propósito de Mondragón. No ha sido frecuente en las últimas décadas que el PNV se haya enmendado, ni siquiera levemente, como consecuencia de un emplazamiento socialista. ¿Han rectificado los nacionalistas? La segunda comparecencia es un reconocimiento implícito de que había error o carencia en la primera. O un hecho nuevo: el comunicado amenazante de ETA, cuya actividad constituye para los nacionalistas "objetivamente, el mayor obstáculo para la construcción nacional vasca".

El partido-guía de los vascos no concibe condena más enérgica, ni argumento de mayor peso moral que tachar al terrorismo de herramienta inadecuada para la construcción. Hay en esta vocación desaforada por la albañilería una coherencia íntima. En el verano de 1998, el PNV y EA firmaron con ETA las escrituras de constitución de una UTE para construcciones y derribos: ya para la construcción de Euskal Herria, ya para excluir a “los partidos (PP y PSOE) que tienen como objetivo la construcción de España y la destrucción de Euskal Herria”.

Olvidado el asesinato de Isaías entre las nieblas del pasado, - este domingo se cumple un largo mes del crimen –procede que hablemos de otras cosas. De las amenazas vertidas por ETA mientras el PNV se negaba a la moción de censura contra la alcaldesa Galparsoro, por ejemplo. Sin prisas y sin pausas, el PNV ha definido un plan en tres etapas. La primera consiste en exigir “un pronunciamiento público, nítido y urgente por parte de ANV” al respecto, en un plazo “breve”, aunque sin concretar.

Es probable que los requeridos no se den prisa en aceptar el requerimiento, pero tal posibilidad ya estaba prevista. En tal caso, pasaremos al Plan B: “EAJ-PNV presentará mociones en todos aquellos Ayuntamientos en los que haya representantes de ANV solicitando su dimisión por no alcanzar el mínimo ético y moral exigible a un representante democrático”.

Cabe la posibilidad de que se encastillen en el viejo refrán “contra el vicio de pedir, la virtud de no dar”. ¿Y si no quieren? Esta pregunta era el punto débil del argumentario que el presidente Zapatero tenía como piedra angular del proceso de paz: “ETA no tiene otro destino que abandonar la violencia”, fiando la paz a que los terroristas acepten la racionalidad de la propuesta.

Si no quieren, hay un plan C, mantener conversaciones con el resto de las fuerzas políticas para garantizar que las instituciones estén regidas por personas adecuadas desde el punto de vista ético y democrático mediante iniciativas que van desde la reprobación a la moción de censura. Aquí no se especificó si los partidos tendrían que elegir entre las posibles iniciativas o piensan aplicarlas todas a la vez o sucesivamente.

En agosto de 1997, los alcaldes batasunos de Mondragón, Hernani, Aretxabaleta y Pasajes fueron depuestos mediante sendas mociones de censura tras el asesinato del concejal popular Miguel Ángel Blanco. Sin más preámbulos. Después, hubo pasos, pero hacia atrás: el 11 de febrero de 2003, el PNV se negó a secundar una moción de censura contra el alcalde batasuno de Andoain, por haberse negado a condenar el asesinato del jefe de la Policía Municipal de su pueblo, el socialista Joseba Pagazaurtundua, asesinado tres días antes.

Los socialistas deberían tener cuidado con las hojas de ruta que le proponen los nacionalistas, gentes acostumbradas al rodeo. La autobiografía del lehendakari Aguirre revelaba en su título un curioso concepto del atajo: ‘De Gernika a Nueva York pasando por Berlín’.

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