06 marzo 2009

Un derecho paritario

Santiago González

Una de las cuestiones más sorprendentes en torno a lo que será la futura Ley del Aborto es que se encargue de ello una ministra con magra cualificación como Bibiana Aído para entender el asunto en su complejidad. Y el ministro de Sanidad, ¿qué dice de esto?, se preguntarán ustedes, cargados de razón, Y cargadas, faltaría más. No parece que tenga un papel relevante y no se me alcanza la razón, salvo que Bernat Soria se haya revelado como objetor en este asunto. ¿Un topo de Rouco en un Gobierno de laicos? Es una hipótesis muy brava, pero todo podría ser.

Cabe, también, que alguien les haya leído los versos del gran León Felipe: “No sabiendo los oficios los haremos con respeto./ Para enterrar a los muertos/ como debemos/ cualquiera sirve, cualquiera… menos un sepulturero” y se lo hayan tomado al pie de la letra. Puestas así las cosas y para aliviar la Sanidad española, podríamos derivar el tratamiento de las enfermedades coronarias y otros problemas de circulación a la ministra de Fomento, no en vano es la responsable de los transportes y las autovías.

Algo tendría que decir el ministro de Justicia si se trata de cambiar la calificación penal del aborto, si no fuera porque el vigente es nuevo y el caducado sólo estaba para encabronar a los jueces y al PP, amén de cazar muflones. No se entiende tampoco que el aborto se encomiende a un Ministerio llamado de Igualdad. Los varones no nos sentimos concernidos. Mire, Bibi, uno creció en los tiempos del “nosotras parimos, nosotras decidimos” y no alcanza a entender qué tiene que ver la igualdad de sexo con el tema, pero si el aborto es un derecho, acabaremos exigiendo que sea paritario, ya verá.

Comentario aparte merece que las adolescentes vayan a poder abortar a partir de los 16 sin conocimiento de sus padres. No les dejamos votar, pero pueden abortar por iniciativa propia. Incluso para mujeres adultas, votar no es un hecho tan traumático, aunque la lista elegida vaya encabezada por Bibiana Aído. Elevamos, muy razonablemente la edad para que las relaciones sexuales puedan considerarse consentidas ¿y rebajamos el límite para que puedan abortar solitas? A falta de conocer las precisiones que la vicepresidenta haga a mediodía, mueve a perplejidad que la ministra, buenismo en estado químicamente puro, considere que la ley servirá para reducir los embarazos no deseados y que, con ella, “también se trata de proteger al no nacido”. Echemos un vistazo lógico a este par de aseveraciones. Los embarazos de adolescentes y jóvenes no se producen por carencia de información, sino por falta de responsabilidad. ¿Ayudará a las chicas a tomar precauciones saber que ni siquiera van a tener que afrontar el trago de “papá, mamá, tengo una cosa que deciros”?¿ que cuentan con la complicidad garantizada del Estado? Hace unos meses, ministra, cuando anunció una nueva Ley, le sugerí como fuente de autoridad a un dirigente batasuno que allá por el 82, usó como argumento despenalizador que en los abortos clandestinos “peligra, no sólo la vida le la madre, sino también la de la criatura”. Está visto que no se puede hacer un chiste sin que alguien lo tome por una idea.

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