06 abril 2009

Amigos de verdad

Santiago González

“Estoy contento de poder llamarle mi amigo”, le dijo Barack Obama al presidente Zapatero, en directo para el telediario. Esto en sí no es mucho decir. Su antecesor, George W. ya le llamaba ‘amigo’ a Rodríguez Z., aunque no sabemos si la efusión sentimental le producía contento o tristeza. “Hola, ¿qué tal, amigo?”, le dijo durante su fugaz encuentro en Bruselas, el 22 de febrero de 2005, con motivo de la cumbre de la OTAN. “Hola, ¿qué tal, amigo?”, volvió a decirle el 14 de noviembre de 2008, durante la primera reunión del G-20+2 en la Casa Blanca. Según la delegación española que lo acompañaba, Bush dijo que estaba “encantado” de verle y le agradeció su visita.

Como presidente fue un desastre, pero nadie podrá negarle coherencia en sus expresiones de afecto. Por otra parte, el Gobierno ya estaba muy contento tras el segundo saludo de Bush, porque unas la vicepresidenta De la Vega, se mostró encantada en su rueda de prensa de aquel viernes: “Zapatero saca a España del rincón de la historia”.

Para este Gobierno todo es inaugural. El encuentro tan esperado de ayer era una de las quince reuniones bilaterales de Obama en este viaje con otros tantos líderes. Antes de Zapatero se vio con 11; después, con otros tres.

Hablaron de lo normal, de cómo está el patio, de las tareas urgentes: Afganistán, Oriente Próximo, el cambio climático y la crisis, pero el verdadero meollo estuvo en el “momento personal” que ambos mandatarios compartieron al hablar de sus hijas. El alto cargo que reveló el dato a Efe exigió a la agencia que guardara su nombre en secreto y sabíamos por Horacio Verbinsky que “periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa; el resto es propaganda.”

Zapatero explicó a Obama que una de sus hijas siente una gran admiración por él (por Obama, quiero decir) y le pidió que le firmara un autógrafo. Son los pequeños detalles de los grandes hombres. A la hora de su muerte, Charles Foster Kane se acordaba de ‘Rosebud’, que un malévolo Orson Welles hacía pasar por el nombre del trineo de su infancia. Adolfo Suárez tenía una foto con Arafat en su mesa de despacho. Tener dos hijas puede ser un factor de complicidad que permite mostrar un perfil afín en Facebook y compartir grupo en la red social. El periodismo aportó más rasgos comunes: los dos son altos y delgados, ambos nacieron un 4 de agosto, aunque Obama un año después (el nuestro llegó antes) y a los dos les gustan el baloncesto y Borges, aunque no sabemos en qué orden. Con menos se escribió Plutarco sus Vidas paralelas. Afortunadamente, el periodista se contuvo antes de escribir: “los dos son negros”.

O sea, que en el muro de Barack Hussein habrá aparecido un mensaje que dice: “José Luis te ha añadido como amigo/a en Facebook. Tenemos que confirmar que conoces a José Luis para que podáis ser amigos en Facebook” y a partir de ahora todo es cosa de que empiecen a dejarse mensajes en sus respectivos muros. Zapatero no debería desmayar si tarda algo en responderle: Obama tiene más de cuatro millones de amigos en esta red social. Desde ayer, más de cuatro millones y uno.

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