Zp, top of the world
Santiago González
Algunos años después, frente el número 1.600 de la Avenida Pensilvania, el presidente Zapatero había de recordar el día en el que su madre respondió afirmativamente en el lecho de muerte a la pregunta de si creía que él, su hijo favorito, iba a llegar a presidente del Gobierno. Son momentos decisivos en una relación materno-filial, sólo superados en el ‘Edipo, rey’ de Sófocles, y por el cine, mayormente Pasolini y Raoul Walsh. “Look at me, mom! Top of the world!” (Mírame, mamá. ¡En la cima del mundo!) gritaba Cody Jarrett/ James Cagney en la secuencia final de ‘Al rojo vivo’.
Es consolador para una madre ver que su hijo se ha convertido en un hombre de provecho. Por eso, no hay varón que al vivir su minuto de gloria, o al menos su misterio gozoso, no haya pensado para sus adentros: “¡si mi pobre madre pudiera verme!” En la cima del mundo estuvo ayer José Luis Rodríguez Zapatero. La conjunción de las órbitas planetarias que había augurado la protoastrónoma de su partido, Hypatia de Benidorm, para el 1 de enero, se ha adelantado dos meses y medio. Ya el encuentro previo con Nancy Pelosi había producido sus efectos: "el bienestar de millones y millones de personas en todo el mundo depende de la relación de colaboración entre España, como país de la UE, y EEUU", dijo nuestro presidente con aplomo, apenas hora y media antes de entrar en el Despacho Oval.
Es verdad que no encabeza el ranking de nuestros presidentes en visitas a la Casa Blanca y que es el que más ha tardado en llegar (cinco años y medio). Le preceden: José Mª Aznar, que fue invitado dos veces por Clinton y siete por Bush Jr.; Felipe González, una vez con Reagan, tres con Bush Sr. y una con Clinton; Suárez, una vez con Carter. Calvo Sotelo no llegó a ser invitado, quizá porque sólo estuvo un año y ocho meses en el cargo.
No hubo rueda de prensa en el famoso ‘Rose Garden’ de la Casa Blanca, the top of the top, distinción que sí tuvieron recientemente el primer ministro irakí, Nouri al-Maliki y Lee Myung Bak, presidente de Corea del Sur, por poner dos ejemplos. Pero sí hubo comparecencia conjunta ante la chimenea del despacho oval, que tampoco es mal sitio, aunque lamentablemente estuviera apagada.
Fue, al decir de Elena Valenciano, “un encuentro entre iguales”, que se expresó en compromisos bilaterales tan firmes como inconcretos. Enviaremos más guardias a Afganistán y recibiremos encantados a míster Marshall cuando acabe la crisis. Aceptaremos a cuenta dos o tres presos de Guantánamo. Nuestro presidente declaró que “hemos recibido grandes lecciones históricas [de EEUU] desde los Padres Fundadores hasta el momento actual”. Hace apenas dos años creía que esas lecciones eran pasto de la derecha española: “Es lo que yo llamo el complejo retardado del nacionalismo español. Es agarrarse, para salir del rincón de la historia, sometiéndose [risas] al imperio americano. [Más risas.] (…) Es la condensación de todos los complejos ideológicos de la derecha. Es una derrota total, una entrega total del país, pero vestido de patriotismo. Es lo más contradictorio. Es lo más antipatriota.” (JLRZ en ‘Madera de Zapatero. Retrato de un presidente’. Suso de Toro, págs. 157 y 158).
Nunca es tarde, qué quieren que les diga. Enhorabuena, presidente.
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