23 junio 2010

Entró, entró

Santiago González

En una de esas duchas escocesas que nos dan las autoridades económicas y la prensa internacional, el presidente del FMI, Strauss-Kahn, ha echado un piropo al Gobierno que ha debido de sorprender a la propia empresa: “Zapatero asienta las bases para dos décadas de crecimiento”. Es comprensible que el citado, y el presidente de EEUU, que ha sido el último en llamar al nuestro para felicitarlo, estén contentos. Al fin y al cabo está cumpliendo las instrucciones que tanto le encarecieron hace un mes Sarkozy, Merkel, Hu Jintao y Obama, “díselo tú, Barack, que a ti te hará más caso”.

No viene mal que las autoridades económicas elogien lo nuestro con razón o sin ella. Ciertamente, ésta es la primera ocasión en la que el presidente Zapatero adopta medidas que tienen algo que ver con las que nuestra economía necesita. Los pronósticos del FMI habían sido calificados de ‘peculiares’ por la vicepresidenta Salgado, pero es muy difícil que en esta ocasión acierten.

El que fue secretario general de CCOO, Antonio Gutiérrez, escribía un ‘aquí me quedo’, periodístico en la prensa de la mañana, que preludiaba su abstención al decreto-ley sobre la reforma laboral en el pleno del Congreso de la tarde. Su abstención sumará 173 con las del PP, CiU, PNV, UPyD, CC y UPN. Están, además, los 8 votos negativos de IU, ICV, ERC, BNG y NaBai.

Frente a ellos, los votos socialistas menos uno, 168. El decreto fue aprobado con el pase del desdén, menos votos que abstenciones. Con estos datos, parece que la expresión de Strauss Kahn no tiene otro valor que el meramente protocolario, la buena crianza del invitado hacia el anfitrión que, además, ha seguido las recomendaciones que, entre otros, le hacía el FMI. Por otra parte , veinte años no es nada, lo sabemos por el tango.

Llama la atención el horror a los consensos del presidente, que le ha impedido negociar intensamente con la oposición para obtener un apoyo claramente mayoritario en el Congreso. También fue muy curioso que la agresividad del portavoz socialista estuviese canalizada única y exclusivamente contra el principal partido de la oposición, que se abstuvo para permitir la aprobación del decreto. “Son ustedes el partido del ‘no’”, reprochó a quienes se abstenían, mientras no dijo ni mú a quienes realmente votaron ‘no’, ni al resto de los abstencionistas, que estuvieron tan duros en la crítica como Sáenz de Santamaría. El lenguaje ha de estar al servicio de la política y no al revés y no han de esmerarse en decir la verdad. Como dijo el líder, enmendándole la plana a Juan Evangelista, es la libertad lo que les hace verdaderos.

La reforma laboral ha sido otro éxito del presidente en sus acuerdos de Estado. Los sindicatos, que estaban bastante consentidos, la han recibido como una agresión y la patronal la considera insuficiente. En el camino se ha roto el diálogo social, nada irremediable, pero es una muestra más de la acreditada incapacidad de este presidente para alcanzar un solo acuerdo de carácter nacional en los seis años que lleva en el cargo. Bueno, sí, la Ley de Dependencia; pero no había dinero para aplicarla.









































































































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