Prosopopeyas progresistas
La secretaria de Política Internacional del PSOE, Elena Valenciano, pronunció ayer una de esas frases que, pronunciadas en el espacio público suspenden todas las conversaciones y congelan los gestos en el aire: "En la Unión Europea se protege más a las vacas que a las mujeres". Prosopopeya se llama esta figura, consistente en confundir cualidades y atribuciones de animales y personas.
La cuestión es que España trata de impulsar la euroorden contra los maltratadores, de manera que una medida ordenada por un juez español, en aplicación de la ley española, sea aplicable por cualquier juez europeo. La petición española está inspirada en la euroorden de busca y captura contra los terroristas y no ha debido de gustar a la comisaria europea de Justicia, Viviane Reding, que lleva meses oponiéndose a los deseos de la Presidencia europea, y que el pasado sábado expresó su posición en términos hirientes:
La presidencia española utiliza la UE como una marioneta al servicio de su interés circunstancial por conseguir efímeras proezas políticas. (...) Espero que las próximas presidencias las formen gentes más razonables.
La Comisión europea y ocho países, entre ellos el Reino Unido, tienen reservas y quieren que el asunto se estudie con más profundidad. Un suponer, que los códigos penales contemplen el delito de manera homologada. Debe recordarse que la euroorden en materia de terrorismo estuvo mucho tiempo en danza, hasta que el ataque a las Torres Gemelas convenció a todos los países miembros a una misma concepción del terrorismo.
La cosa viene de un error previo: el que lleva a Valenciano y sus compañeros a considerar que la violencia sexista es "terrorismo contra las mujeres" y pretender, en coherencia con ello, ampliar los efectos de la euroorden contra los terroristas al campo que nos ocupa. Un maltratador puede ser un asesino y desgraciadamente lo es en muchas ocasiones, pero no es un terrorista. Lo que hace específico el crimen de éste es que para él la víctima es un medio, mientras para el maltratador es el fin. Tal como explicaron hace ya muchos años Sánchez Ferlosio y Juan Aranzadi, la sangre de sus víctimas tiene para los terroristas un carácter simbólico, matan en nombre de causas abstractas: asesinan a un policía para reclamar la independencia de Euskadi y les da igual un policía que otro; incluso les viene bien cualquier transeúnte que acertara a pasar por allí, no hay nada personal en ello.
El asesino 'de género' quiere acabar con la vida, no de cualquier mujer, sino precisamente de aquella a la que culpa de haberle amargado la vida, haberle traicionado o vayan ustedes a saber qué. La cosa es diferente, pero es que también son diferentes las leyes. Puede que los países renuentes consideren que no se debe entregar de manera inmediata a un presunto delincuente a un país en el que el mismo delito se castiga con penas diferentes en función del sexo de quien lo cometa.
Y luego está lo de la vaca. El ejemplo se le ha ocurrida a la señora Valenciano porque la UE tiene aprobadas medidas para que el traslado de animales entre países de la Unión garantice el descanso adecuado a los animales cada ciento tiempo. Quizá la secretaria de Política Internacional del PSOE no se da cuenta de que un objetivo muy principal de esta norma puede ser que los filetes estén luego más tiernos.
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