Los jueves milagro
Santiago González
Cuando yo era niño, los jueves tenían un gran prestigio como días festivos: Tres jueves hay en el año/ que relucen más que el sol:/ Jueves Santo, Corpus Christi/ y el día de la Ascensión.
De eso hace ya mucho. La Ascensión festiva sólo pueden recordarla los más viejos del lugar. El Jueves Santo ha sido día feriado este año en todas las Autonomías, salvo en Cataluña y la Comunidad Valenciana, que han determinado que en 2010 el jueves santo cayera en lunes de Pascua. En el País Vasco, bendita ubicuidad, cayó en lunes y en jueves. El año pasado fue laborable en Valencia. El año que viene, chi lo sa.
El Corpus sólo se celebraba en unas pocas ciudades españolas, especialmente en Toledo, con su cardenal primado, su cruz procesional, su custodia de Arfe, encargada por el cardenal Cisneros, la Compañía de Honores de la Academia de Infantería en plan presenten armas y el recorrido alfombrado por romero y tomillo. Este año había un problema con el nuevo Reglamento de Honores Militares y la ministra tuvo que hacer compatible la norma creada por su ministerio y las necesidades políticas del presidente Barreda, que -misterios de la España dual, -no quiere pagar en disgusto electoral el deslucimiento de la fiesta. Rajoy estuvo entre el público, por si acaso. Tampoco Newton sabía en qué huerto le iba a caer encima la manzana.
El Gobierno ha resuelto la papeleta en el mejor estilo socialdemócrata, la puntita nada más. Se toca el himno, pero no por banda militar, sino por la Policía Municipal. Tampoco los uniformados presentan armas al Santísimo, como solían, pero los cadetes saludan con el sable desenfundado. Así las cosas todo es interpretable, como explicaba Orwell. Una banda no militar toca el himno al tiempo que pasa la custodia y los cadetes desenfundan los sables. ¿Para qué? Para los progresistas porque suena el himno nacional; para los partidarios de la tradición, porque sale y entra del catedral primada la mismísima hostia consagrada.
La ministra de Defensa se tenía que encontrar tarde o temprano en esta tesitura. El problema no es tanto el laicismo sino una imposición que relativizan a conveniencia para no pisarse la manguera. ¿Para qué proclamarnos laicos y luego santiguarnos a escondidas? Sí es problema que tengamos al frente de la Defensa a una pacifista, empeñada en convertir al Ejército en ‘Soldados sin Fronteras’ y en contar nuestras guerras como misiones humanitarias.
Inconvenientes de un nombramiento por una bonita foto. Hay una historia hermosa de las chicas y las armas entre la niña del póster que pone un clavel abrileño en la boca de un fusil portugués, y el perfil de una ministra embarazada pasando revista a tropas en una foto que recorrió el mundo. La niña crece, el embarazo pasa: sólo el póster y el talento permanecen.
Dentro de unos días, cuando el presidente visite al jefe del estado Vaticano, podrá hacerle el relato que le parezca más agradable a su interlocutor. O no, pero aunque no se nos lograra el encuentro planetario que soñábamos, aún podríamos vender esto como un momento estelar en la historia de la Alianza de Civilizaciones.
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