Un auto para Usabiaga
Santiago González
La Audiencia Nacional ha ratificado la libertad de Rafa Díez Usabiaga decretada en abril por Baltasar Garzón en uno de los grandes autos que lo convirtieron en estrella. Resumen de lo publicado: Garzón puso en libertad al dirigente abertzale a pesar de apreciar riesgos de fuga y de reincidencia en el delito que motivó su prisión provisional (reconstitución de la ilegal Batasuna). El megajuez apreció razones humanitarias que avalaban su decisión a pesar de los pesares: el cuidado de su anciana madre dependiente. Luego resultó que la condición dependiente de la anciana no estaba acreditada legalmente (tenía pendiente aún la primera cita para solicitar el inicio del expediente). Tampoco en el terreno de los hechos: ni su hijo Rafa es su único asidero (tiene otra hija que reside en el mismo municipio) ni el informe que él aporta sobre su asistencia es compatible con la dependencia: sus visitas se producen a las cinco de la tarde, una hora a todas luces inadecuada para ayudarla en el aseo personal o prepararle el desayuno.
El tribunal ha apoyado el auto de Garzón porque el procesado no ha aprovechado para abrirse. Es un motivo débil, pero no es probable que los jueces de la AN vayan a poner en evidencia a su excompañero en este trance de su vida, ni que la Policía judicial aporte un informe que lo permita. Nada nos dice el auto sobre cómo es él y a qué dedica el tiempo libre. Tampoco sabemos si Usabiaga aprovecha la libertad para reincidir gozosamente en su delito, aunque sea por la buena causa que pregona con entusiasmo Eguiguren: reconstituir Batasuna para forzar a ETA a dejar las armas o disolverse en el intento. Dirán que vaya lío, pero es que la vida moderna es un fenómeno complejo, queridos y queridas.
No está descartada la posibilidad de que sea una experiencia piloto del Gobierno, ahora que va a recortar los dineros para la dependencia. Si excarcelamos a los presos para que atiendan a sus madres, ahorraremos en las ayudas y también en los presupuestos de Instituciones Penitenciarias.
El auto agarra los acontecimientos por el asa que no quema: fían en el médico personal de la madre en contra del alegato de la Fiscalía y el informe de los forenses judiciales: “es autónoma para las actividades de la vida diaria”. ¿Autónoma quiere decir independiente? En la estricta militancia abertzale que practica su hijo, no, pero tampoco hay que dar por sentado que las madres abracen a ciegas y por sistema las causas de sus hijos. Doña Dolores es viuda de guardia civil, no diré más.
Este caso abona el debate que propone Margarita Robles sobre la prescindibilidad de la Audiencia Nacional, un tribunal creado para juzgar asuntos que podían desbordar al juez natural, por su complejidad o la amenaza terrorista. “Yo creo profundamente en los jueces de este país”, ha declarado la magistrada. Yo no, pero prefiero a un juez profesional, con su conciencia entre su deber y el miedo, que ese jardín de infatuaciones en el que los criterios que activan una causa o la esconden en un cajón son menos jurídicos que políticos y están más sometidos a las conveniencias que al calendario.
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