23 marzo 2008



El Día de la Patria


Santiago González

Ayer, durante la celebración de su Aberri Eguna, el presidente del PNV mostró su predisposición a negociar con una condición improbable. A saber: que no aceptarían rebajas. Tras los pobres resultados electorales de su partido, Urkullu advertía a Zapatero de que quiere escuchar “síes, en vez de condiciones”.

También advertía a los otros nacionalistas, EA, ELA y ETA, de que, aunque les acusen de vender Euskadi, ellos están dispuestos a dialogar “si podemos volver a dar un nuevo paso de gigante en el autogobierno”. El problema es que el PNV no puede negociar con la misma fuerza ahora que hace dos meses. Ha habido unas elecciones en las que ha perdido la primacía en favor de su interlocutor y eso constituye un handicap para negociar. Urkullu e Ibarretxe insistieron en el derecho a decidir, aunque ya sin fecha, en la fiesta más apagada que el nacionalismo ha vivido en los últimos 31 años.

El Aberri Eguna se instituyó como festividad política el domingo de Pascua de 1932, para festejar las bodas de oro del venturoso día en el que a Sabino Arana le fue revelada la buena nueva de que él no era español. El milagro sucedió mientras paseaba con su hermano Luis por el jardincillo de su casa de Abando, en cuyo solar se levanta hoy la sede bilbaína del PNV. Aquel día, “¡bendito día en que conocí a mi Patria y eterna gratitud a quien me sacó de las tinieblas extranjeristas!”, según explicó Sabino en el discurso de Larrazabal, no era Pascua, probablemente ni quiera fuese domingo, pero fue una elección adecuada. Por una parte, respondía a la acendrada confesionalidad del PNV. Por otra, hace justicia poética a un partido agónico, siempre entre el Viernes de Dolores y la Pascua de Resurrección. No deja de resultar sorprendente que la opresión española no fuera para Arana una de esas evidencias que cantan las piedras del camino y necesitara la ayuda fraterna de la revelación.

La fiesta del nacionalismo tenía a sus espaldas seis convocatorias y cuarenta años de prohibiciones, cuando se celebró en Bilbao el primer –y penúltimo- Aberri Eguna unitario el 10 de abril de 1977. La experiencia agridulce de verse desfilando con el resto de los partidos democráticos, llevó al PNV a establecer el Alderdi Eguna (Día del Partido) el último domingo de septiembre de aquel mismo año para poder estar, al fin, solos.

Ésta es una característica de la casa, la de huir de los consensos. La fiesta que fue unitaria en sus convocatorias de 1977 y 1978, hace ya muchos años que no congrega a todos los nacionalistas: el PNV la celebra en Bilbao, EA en Guernica y Aralar, con Batasuna y el apoyo moral de EA, suscribían el llamamiento del Foro Nacional de Debate a una manifestación entre Irún y Hendaya. El parlamento vasco habría aceptado el ‘Gernikako arbola’ como himno de la Comunidad autónoma por unanimidad, pero el PNV impuso con mayoría exigua el himno del partido. Una vez conseguido que todas las fuerzas políticas aceptaran el neologismo sabiniano ‘Euskadi’ (el fundador lo escribía con ‘z’) se abonaron al término ‘Euskal Herria’ con el que la izquierda abertzale sustituyó la voz ‘Euskadi’ en los años 90. La primera reunión del Parlamento vasco, el 31 de marzo de 1980, debatió si ‘Euskadi’ se escribía con ‘s’ o con ‘z’. Veintiocho años después, algunos dirigentes del PNV y, eventualmente, el diario ‘Deia’, lo siguen escribiendo con la ‘z’ sabiniana, en contra de la resolución parlamentaria y el dictamen de Euskaltzaindia (Academia de la Lengua Vasca). Así está el tema.

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