12 enero 2009

Esto no funciona

Santiago González

En las elecciones de 1982, preguntaron a Felipe González por el significado del eslogan que consiguió aglutinar aquella mayoría tan holgada: “Por el cambio”. González respondió: “El cambio es que España funcione”.

Veintiséis años y algunos cambios después, aún no se ha conseguido. Nos bastan veinte centímetros de nieve para que la capital se colapse y se cierre el aeropuerto de Barajas. En febrero de 2004, aún gobernaba el PP, la nieve cerró las autopistas. La oposición no tenía como función la de arrimar el hombro y Rubalcaba dijo que “nunca están cuando hacen falta” (los ministros) advirtiendo al de Fomento que "no eche la culpa a los automovilistas por haber tenido la osadía de salir de casa". Diez meses después, ya gobernando el PSOE, volvió a pasar. La directora general de Protección Civil culpó a los automovilistas: [salir de casa] «fue una grave irresponsabilidad, dada la gravedad de la situación».

A la misma hora en que el Canal 24 horas ofrecía ayer en directo la rueda de prensa de Barajas, otra cadena de TVE, La Uno, emitía desde el mismo lugar las imágenes del caos que ha atrapado allí a 45.000 personas durante tres días. Alguna de las cifras de la ministra da idea del desastre. Por ejemplo, que se habían servido 16.500 comidas, una cantidad asombrosa para un restaurante de cocina de autor, pero en relación con el gentío de Barajas quiere decir que una de cada tres personas tuvo acceso a una comida en tres días. Muchos aeropuertos de Europa y EEUU se han cerrado, dijo la ministra, aunque no explicó si también hubo caos en ellos. Si es por el hielo, habrá qué ver lo que pasa en Reikiavik.

La ministra repartió responsabilidades y culpas: a Iberia, al invierno (que empieza en octubre, según ella) a Rajoy, por haber pedido su dimisión, cuando es él quien “tendría que haber dimitido por sus fracasos electorales”, a Montserrat Negrera (sic) por haber dicho que tiene acento de chiste. Aquí me parece que hemos tocado el meollo del asunto: contra la clamorosa incompetencia de la ministra, una tertuliana del PP busca la culpabilidad en el acento. Asombroso.

Un mes después del hundimiento del túnel del AVE, Magdalena ha conseguido un nuevo éxito, que Barajas se parezca asombrosamente a El Prat. Pero no está dispuesta a dejarlo, porque su cargo está en manos del presidente.

Tiene razón, pero a veces, la dignidad de los altos cargos les lleva a tomar decisiones para liberar de la suya al presidente. Es un raro procedimiento llamado ‘dimisión irrevocable’. El responsable de Fomento es ya Zapatero. ¿Es la soberbia lo que le lleva a sostenella y no destituílla? Quizá se trate sólo de que él tiene una idea banal de las tareas de gobierno. En 2005 contó a Millás en una entrevista que él tenía desmitificado el poder: “Todas las noches le digo a mi mujer: ‘no sabes, Sonsoles, la cantidad de cientos de miles de españoles que podrían gobernar’”.

Debe admitirse que sus nombramientos son coherentes con esta impresión, pero alguien debería convencerle de que, aún con un banquillo tan grande, no es forzoso elegir al equipo por sorteo. Estaría bien que se esforzase en buscar a los mejores.

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